A los 9 años, Eros Gerassi decidió que no se sentía como un niño, sino que había nacido con el “género incompatible”, decidiendo que se llamaría Milena y, a partir de entonces, adoptaría la vida de una niña, con el apoyo de su familia.
La polémica decisión, resultado de la popularidad de la Ideología de Género en el país (Brasil), ha generado críticas, vistas por la familia como frutos de “prejuicios”. Se sustituyeron sábanas, toallas y ropa, asumiendo públicamente la identidad de una niña.
“Recuerdo que fue llorando para el baño después de decirme que ya no quería ser un niño. Entonces me dijo: “No soy una roca, soy un cristal”. Y me preguntó cómo lidiaría con los prejuicios. Fueron los momentos más difíciles”, dice su madre, Andrea Gerassi.
A petición del niño, según G1, los juguetes y las fotos, en las que aparece con su identidad biológica, se guardaron durante un tiempo. Según la madre del niño, hubo un momento de luto y todo lo que se refería a su vida de niño debía ser retirado de la casa, según sus deseos.
En ningún momento la familia informa si buscaron ayuda u orientación psicológica, porque ya estarían preparadas para una decisión en este sentido, ya que el niño habría presentado una formación femenina, que en un principio creían que era un reflejo de la convivencia con la madre y las hermanas, pero con el tiempo acabaron aceptando una posible homosexualidad.
Según el relato de la madre del niño, jugaba con los zapatos, los vestidos e incluso el maquillaje de la madre y las hermanas, algo que veía “naturalmente la familia”. La mujer crió al niño con el concepto de que podía ser “libre para ser lo que quisiera”, además de no haber impedido nunca ningún juguete, bajo la acusación de que “los juguetes no tienen género”.
Después de ver al niño con su ropa y el maquillaje de sus hermanas, Andrea decidió comprarle artículos femeninos. Ahora defiende el estilo de educación en un libro donde cuenta la historia de Eros, que ahora vive como Milena, y comparte su vida diaria en Facebook.
“Las madres de niños trans esconden a sus hijos para no mostrarlos a la sociedad”, dice Andrea. “No basta con aceptar. Demostramos por qué le damos la bienvenida a Milena”, concluye.
