Significado de ADORACIÓN Según La Biblia | Concepto y Definición

ADORACIÓN Significado Bíblico

¿Qué Es ADORACIÓN En La Biblia?

Término empleado para referirse al acto o acción asociados con atribuir honra, reverencia o dignidad por parte de adherentes religiosos a aquello que se considera divino. La adoración cristiana a menudo se define como la atribución de honra y dignidad al Dios triuno. La adoración se entiende de manera más completa como interrelación entre la acción divina y la respuesta humana: la adoración es la respuesta humana ante la revelación personal del Dios triuno. Esto incluye:
(1) inicio divino donde Dios se revela a sí mismo, Sus propósitos y Su voluntad;
(2) relación espiritual y personal por parte del adorador con Dios por medio de Jesucristo, y
(3) respuesta del adorador en devoción, humildad, sumisión y obediencia a Dios.
La adoración se puede entender dentro de un contexto amplio o reducido. En un sentido amplio, la adoración es una forma de vida (Rom 12:1). En este contexto, la vida en su totalidad se considera un acto de adoración o de servicio ante Dios (1Co 10:31; Col 3:17). La adoración también se define como una acción del pueblo de Dios reunido, tal como se observa en la adoración que Dios prescribió en el tabernáculo (Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38; Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19; Lev 6:1-30; Lev 7:1-38) y en el templo (1Cr 22:1-19; 1Cr 23:1-32; 1Cr 24:1-31; 1Cr 25:1-31; 1Cr 26:1-32; 1Cr 27:1-34; 1Cr 28:1-21; 1Cr 29:1-30; 2Cr 3:1-17; 2Cr 4:1-22; 2Cr 5:1-14; 2Cr 6:1-42; 2Cr 7:1-22; 2Cr 29:1-36; 2Cr 30:1-27; 2Cr 31:1-21), como así también en la adoración de la iglesia del NT (Hch 13:2; 1Co 11:1-34; 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40). Además de las diversas descripciones congregacionales, la adoración a veces incluye encuentros individuales con Dios (Gén 29:35; Gén 25:11-15; Éxo 3:1-22; Jos 5:13-15; Isa 6:1-13), adoración familiar (Gén 4:2-5; Gén 8:16-22; Gén 9:1-17; Gén 35:2-7), y contiene descripciones de la adoración en el cielo (Isa 6:1-13; Apo 4:1-11; Apo 5:1-14; Apo 7:1-17; Apo 15:1-8; Apo 19:1-21).
El concepto del inicio divino de la adoración se observa en varios textos bíblicos. Pareciera que Dios disfrutaba de la comunión con Adán (Gén 3:8-24), Su criatura recientemente formada. La Biblia declara que el Señor creó al hombre para gloria de Dios (Isa 43:7), y el apóstol Pablo considera que la negativa del hombre a funcionar dentro de esta capacidad constituye una ofensa fundamental contra el Creador (Rom 1:21-23). Dios demostró iniciativa en la relación de adoración que tenía con Israel cuando le ordenó a Moisés: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Éxo 25:8). En las instrucciones para el tabernáculo, Dios prescribe lo siguiente:
(1) un espacio sagrado (qadosh, “lugar santo”);
(2) un tiempo sagrado, el día de reposo (Éxo 31:12-17; Éxo 35:1-3), y
(3) Su deseo de habitar en medio de Su pueblo (Éxo 25:8; Éxo 29:45-46; Éxo 33:14-15) y revelarles Su gloria (Éxo 29:43; Éxo 40:34-37). El Señor continuó esta relación con Israel en la adoración en el templo.
En el NT surgen conceptos similares. En el encuentro de Jesús con la mujer samaritana en Jua 4:1-54 se observa la iniciativa divina. Jesús declara allí que Dios busca verdaderos adoradores, aquellos que lo adoren en espíritu y en verdad (Jua 4:21-24). En este pasaje Jesús enseña que la adoración genuina no está limitada a un lugar en particular (Jua 4:21) sino que está basada en una relación espiritual entre el adorador y Dios mediante la fe en Jesucristo (comp. Flp 3:3). El momento habitual para la adoración cristiana pasa al “primer día de la semana” (Hch 20:7; 1Co 16:2), conocido como “el día del Señor” (Apo 1:10), que está indudablemente asociado con la resurrección de Jesús que se produjo ese día. La presencia de Dios entre su pueblo se revela en Jesús, que es Emanuel, “Dios con nosotros” (Mat 1:23), y la gloria del Señor se revela en el Cristo encarnado que “habitó entre nosotros” (Jua 1:14). Jesús prometió la continuidad de Su presencia entre Su pueblo (Mat 28:20), específicamente a través del ministerio del Espíritu Santo (Jua 14:15-26; Jua 16:5-16; 1Co 3:16; 1Co 6:19).
Uno de los aspectos asombrosos de la adoración en la Biblia es que, luego de las instrucciones para la liturgia en el tabernáculo y en el templo, existe un relativo silencio con respecto a la estructura formal de la adoración. En su lugar, surgen varios modelos de adoración. Ya se han señalado los modelos individual y familiar. Las descripciones en cuanto a la adoración congregacional varían. En el tabernáculo incluye diferentes ofrendas (Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19; Lev 6:1-30; Lev 7:1-38) que permiten a los adoradores expresar gratitud, reverencia y confesión al Señor en el establecimiento de memorables ofrendas rituales. La adoración en el templo mantiene estos elementos y emplea la música en un grado bastante amplio (1Cr 25:1-31). Hay un modelo general en la adoración en el tabernáculo y en el templo que procede del patio exterior al atrio interior, y luego al lugar santísimo, donde el sumo sacerdote entraba una sola vez al año en el Día de Expiación. En ciertos salmos también se evidencian modelos similares de entrada y movimiento progresivo (Sal 95:1-11; Sal 100:1-5).
En el NT existe cierto énfasis en la oración, la alabanza y la instrucción (Hch 2:42-47) que tal vez indiquen la influencia de la sinagoga judía. En Hebreos se emplean patrones de adoración en el tabernáculo y en el templo, y allí Jesús es identificado tanto como el sumo sacerdote perfecto (Heb 8:1-13; Heb 9:1-10) como también el sacrificio perfecto una vez y para siempre (Heb 9:11-28; Heb 10:1-18) mediante el cual todos los cristianos ahora tienen “libertad para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo” (Heb 10:19). En tanto que existen instrucciones para la adoración ordenada (1Co 14:26-40), en el NT no hay una prescripción formal en cuanto a cierta secuencia.
Un estudio de los elementos bíblicos de la adoración incluye: oración, alabanza, acción de gracias, caridad/ofrenda (Hch 2:45; 1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27), confesión (Neh 9:1-38; Sal 51:1-19; Stg 5:16); predicación y enseñanza (Neh 8:7-9; Hch 2:1-47; Hch 5:42; Hch 8:4; Hch 14:7; 1Co 14:26); lectura de las Escrituras (Neh 8:1-6; 1Ti 4:13) y disciplina (Mat 18:15-20; 1Co 5:1-5). Dos características esenciales de la adoración cristiana son las ordenanzas del bautismo (Mat 28:19; Hch 2:38; Hch 2:41) y la Cena del Señor (Luc 22:19; 1Co 11:17-34). Puesto que en el NT no se prescribe cierta secuencia para la adoración, pareciera que lo mejor es entender que la adoración cristiana debe adoptar aspectos de los varios modelos de adoración que aparecen en la Biblia, y al mismo tiempo diversos elementos que las Escrituras definen de manera más clara.
Hay temas complejos relacionados con la adoración cristiana. La relación entre el aspecto vertical (doxológico) y el horizontal (doctrinal/exhortatorio) de la adoración es fundamental (Sal 136:1-26; 1Co 14:1-25; Efe 5:18-21; Col 3:16). Esta relación se observa, por ejemplo, en la naturaleza claramente trinitaria de la adoración cristiana donde la doctrina de una persona tiene implicancias profundas en la adoración que ofrece. La interrelación vertical/horizontal también se ve en la relación entre adoración y evangelismo (Sal 96:1-13; Rom 15:16). Asimismo, la relación de la adoración con la ética es de importancia fundamental (Sal 15:1-5; Sal 24:1-10; Amó 5:21-24; Mat 15:8) ya que la respuesta obediente a la voluntad de Dios es vital para una adoración genuina (1Sa 15:22).

David P. Nelson

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