Significado de BAUTISMO Según La Biblia | Concepto y Definición

BAUTISMO Significado Bíblico

¿Qué Es BAUTISMO En La Biblia?

Rito cristiano de iniciación practicado por casi todos los que profesan la fe cristiana. En la era neotestamentaria, las personas que profesaban creer en Cristo eran sumergidas en agua como confesión pública de su fe en Jesús, el Salvador. Esto se llevaba a cabo obedeciendo directamente el mandato explícito del Señor (Mat 28:16-20).
Trasfondo judío
Entre los judíos palestinos del primer siglo se practicaba una forma de purificación ritual que indudablemente constituyó el tipo que prefiguró el bautismo cristiano. El descubrimiento de cientos de mikvaot (estanques para purificación ritual) en diversos lugares desde el Monte del Templo hasta el fuerte de Masada y la comunidad de Qumrán, dan testimonio de la práctica generalizada tanto del bautismo proselitista como de las purificaciones rituales. La existencia de estanques profundos a los cuales se accedía mediante escaleras proporciona suficiente evidencia de que la práctica judía empleaba una forma de autobautismo o autoinmersión. Un uso típico del mikveh describía a un gentil que había abrazado el judaísmo y aceptado la circuncisión entrando al mikveh y citando el shemá, “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deu 6:4), para luego sumergirse en el agua.
El bautismo de Juan
En consecuencia, cuando Juan el Bautista comenzó a bautizar en el Río Jordán, la práctica del bautismo en sí fue sumamente conmocionante para los judíos. El agregado novedoso de Juan fue la incorporación de un agente que sumergía a los demás. La iglesia mantuvo este agregado en la adoración posterior a la resurrección, y lo elevó a un lugar de prominencia como el primer acto público de identificación con Cristo. Juan puso énfasis en que los que buscaban que él los bautizara estaban dando testimonio de una vida radicalmente cambiada puesta en evidencia mediante el arrepentimiento. Los que consentían conformaban una comunidad purificada que aguardaba el advenimiento del Mesías. Que Jesús de Nazaret haya estado entre aquellos que buscaron que Juan los bautizara ha dejado perpleja durante siglos a la iglesia y parece haber mistificado entonces a Juan (Mat 3:14). La protesta de Juan sugiere que él no veía necesidad de que Jesús se arrepintiera. Juan cedió y sumergió a Jesús como respuesta a la afirmación que este le hizo de que al llevar a cabo ese acto cumplirían con toda justicia (Mat 3:15). Además de identificarse con el ministerio de Juan, el acto declaraba la naturaleza de la misión del Mesías. Sería un Mesías crucificado, sepultado y resucitado. Más aún, el evento proveyó una de las declaraciones más importantes en cuanto a la naturaleza triuna de Dios con el bautismo del Hijo, la voz del Padre y el descenso del Espíritu Santo en forma de paloma (Mat 3:16-17).
El bautismo en el Nuevo Testamento
La palabra “bautismo” tiene varios usos en el NT. Además de su sentido usual como la iniciación al dar testimonio de la fe, la Biblia habla de un bautismo de fuego (Mat 3:11-12), un bautismo en el Espíritu Santo (1Co 12:13), un bautismo por los muertos (1Co 15:29) e inclusive el bautismo del pueblo hebreo en Moisés y el mar (1Co 10:2). Pero predominantemente, el uso más importante de la palabra se refiere a la primera respuesta de obediencia de parte de un nuevo seguidor de Jesús. La palabra “bautizar” es en sí un término adoptado de la palabra griega baptizo. Son pocos los eruditos que refutan que el significado del término sea “sumergir” y no “verter” ni “rociar”. La palabra se utilizaba en el griego clásico para describir, por ejemplo, el hundimiento de un barco que es, en consecuencia, “sumergido” o totalmente envuelto en agua.
Cinco temas importantes acerca del bautismo son:
(1) el significado de la ordenanza,
(2) el candidato apropiado para el bautismo,
(3) el momento correcto para el bautismo,
(4) la forma apropiada del bautismo y
(5) la autoridad correcta para el bautismo.
Significado
En su forma más simple, el bautismo es una identificación pública con Jesús, el Cristo. Como tal es un cuadro de la muerte de Jesús por los pecados del mundo, Su posterior sepultura y Su resurrección triunfante. Hay también una representación de la muerte del creyente al pecado, la sepultura del viejo hombre y una resurrección para andar en novedad de vida con Cristo (Rom 6:4). También existe una insinuación escatológica en el bautismo, una mirada profética al futuro. Aunque muramos y seamos sepultados, en la venida del Señor nos volveremos a levantar. Hay quienes ven el bautismo como un sacramento que concede gracia o que inclusive trae salvación. Para este punto de vista, el bautismo efectúa una remoción del pecado original en los infantes y/o le asegura la salvación al que se bautiza. Los que defienden esta posición citan Hch 2:38 y algunos otros versículos como textos probatorios. La tradición de la iglesia de los creyentes en Cristo entiende que el bautismo es un símbolo de la salvación, una profesión pública de la fe y un testimonio de la obra de la salvación. La Biblia enseña en forma clara que la salvación se obtiene únicamente por la fe basada en la gracia de Dios. El bautismo, al ser un acto del hombre, jamás puede limpiar de pecado a una persona ni procurar el perdón de Dios (Rom 4:3).
El candidato apropiado para el bautismo
En consecuencia, el único candidato apropiado para el testimonio del bautismo es aquel que tiene algo acerca de lo cual puede dar testimonio (Hch 2:38; Hch 8:12-13; Hch 8:36-38; Efe 4:5). En el NT no hay precedente para el bautismo infantil. Además, solo una persona que haya experimentado la regeneración puede dar un testimonio genuino de esa experiencia. Solo debería ser bautizada la persona que es lo suficientemente madura como para haber reconocido su pecado, confesándolo y arrepintiéndose, y que ha efectuado un compromiso consciente de fe en Cristo (Hch 2:41).
El momento correcto para el bautismo
En ciertas regiones del mundo el bautismo a veces se pospone hasta un período de dos años, tiempo en el que los candidatos “demuestran su fe” y/o reciben una enseñanza cuidadosa, pero el NT no menciona esa práctica. El bautismo es una confesión pública de la fe, una ordenanza de iniciación para un creyente nuevo que desea ser obediente a Cristo (Hch 8:35-38). La garantía concomitante es un programa escritural de disciplina eclesiástica. Por lo tanto, uno debe bautizarse inmediatamente después de ser salvo.
La forma apropiada del bautismo
La forma correcta del bautismo la determina el significado del acto. En tanto que es cierto que el significado de baptizo es “sumergir”, y que sumado a eso todos los bautismos judíos y cristianos del primer siglo eran por inmersión, el sentido de la muerte, la sepultura y la resurrección es lo que determina la forma. El creyente nuevo es sepultado en una tumba de agua y levantado como símbolo de su confianza en la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo para expiación de los pecados. Solo la inmersión describe de manera adecuada una sepultura y resurrección (Rom 6:4-6). Los bautisterios para inmersión que datan de la época de las iglesias cristianas primitivas son comunes en Europa y Medio Oriente. No son pocas las iglesias católicas romanas contemporáneas que han llegado a reconocer la antigüedad de la práctica de la inmersión y que comenzaron a construir estanques para esta modalidad. La fe ortodoxa oriental siempre ha practicado la inmersión.
La autoridad correcta para el bautismo
¿Quién tiene la autoridad para administrar o llevar a cabo el bautismo? Las Escrituras no son explícitas en cuanto a esto. No obstante, en el NT, cada vez que una persona profesaba a Cristo y era bautizada, pasaba a formar parte de una asamblea local de creyentes. La excepción posible a este concepto es el caso del etíope eunuco (Hch 8:35-38). Ante la falta de una instrucción precisa, parece apropiado decir que sería incomprensible identificarse con Cristo como cabeza de la iglesia sin hacer también lo mismo con la iglesia, que es Su cuerpo. La iglesia local es la autoridad apropiada para administrar el bautismo.
Finalmente, es importante destacar que las dos ordenanzas que se le dieron a la Iglesia, o sea, el bautismo y la Cena del Señor, narran en conjunto la historia de la obra expiatoria de Cristo. En la Santa Cena se reconoce y proclama la muerte de Cristo, mientras que en el bautismo se describe Su sepultura y resurrección. Estos constituyen los únicos rituales que Jesús le asignó a la iglesia. Ver Bautismo en el Espíritu Santo; Bautismo infantil; Ordenanzas.

Paige Patterson

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