Significado de CALENDARIOS Según La Biblia | Concepto y Definición

CALENDARIOS Significado Bíblico

¿Qué Es CALENDARIOS En La Biblia?

El AT menciona días, meses y años, los elementos básicos de un calendario, pero no efectúa ninguna prescripción para reglamentarlo. Durante el período rabínico el tratado escrito sobre las tradiciones judías, Rosh ha-shaná, una parte de la Mishná, organizó la información bíblica colocándola dentro del sistema calendario detallado que los judíos observan en la actualidad. Podemos suponer que lo que codificaron los rabinos constituía la práctica general de los judíos del primer siglo, la época de Cristo y los apóstoles, pero el NT ofrece pocos datos calendarios directos. Los períodos que se utilizan para establecer la fecha de ciertos acontecimientos importantes no mencionan ni el día ni el mes sino el nombre de algunas festividades judías antiguas: la Pascua (comúnmente en las porciones escriturales sobre la pasión, Mat 26:1-75, Mar 14:1-72, Luc 22:1-71, Jua 18:1-40; Jua 19:1-42; inclusive, en Luc 2:41 y en los siete pasajes de Juan que preceden a la pasión); el día de Pentecostés (la fiesta judía de las semanas, Hch 2:1; Hch 20:16; 1Co 16:8); y la Fiesta de la dedicación (Januká de los judíos, Jua 10:22). El NT no proporciona evidencia de que los judíos, tanto dentro como fuera de Palestina, observaran el calendario romano que comienza el 1 de enero, pero el libro apócrifo de 1 Macabeos y el historiador judío Josefo sí remplazan los nombres griegos (macedonios) de los meses con los nombres judíos. Es probable que en cuestiones de negocios los judíos de habla griega los utilizaran libremente. No obstante, esto no era mucho más que una convención lingüística, ya que los meses griegos se corresponden con los judíos, lo cual marca poca diferencia en la base del cálculo calendario.
El año
Evidencias antropológicas de muchas regiones demuestran que en las épocas más remotas era posible graficar el curso del sol en su órbita anual, lo que sucede en aprox. 365 días. Los equinoccios primaverales y otoñales (el tiempo de la primavera y otoño respectivamente en que los días y las noches tienen la misma duración) generalmente se designaban como el comienzo de un año nuevo. En base a los datos bíblicos y a escritos del Cercano Oriente, sabemos que todos los pueblos de la región de la Mesopotamia, como así también los árabes, los griegos y los romanos, escogían el primero debido indudablemente a que la primavera es el momento en que brota la vida nueva. No obstante, en Fenicia, Canaán e Israel se escogió la fecha de otoño probablemente porque la cosecha señalaba el final de un ciclo agrícola y la preparación para el siguiente. En los períodos exílico y postexílico, los judíos adoptaron el año nuevo de primavera, sin embargo desde los tiempos rabínicos se ha observado el año nuevo de otoño.
En base a evidencias bíblicas y arqueológicas podemos describir tres maneras de calcular los años y dividir los meses de un año nuevo al otro. Cada una refleja un sistema social y una ideología religiosa diferente. Primero, una sociedad básicamente agrícola se refleja en el “Calendario Gezer” descubierto por R. a. S. Macalister. Este es en realidad un ejercicio escolar en el que las letras hebreas primitivas se escriben sobre una tablilla de arcilla. Dice:
Sus dos meses son cosecha (de olivos),
Sus dos meses son siembra (de granos),
Sus dos meses son plantación tardía;
Su mes es pasar la azada al lino,
Su mes es la cosecha de cebada,
Su mes es cosecha y festividad;
Sus dos meses son el cuidado de las viñas,
Su mes es fruto del verano.
(traducido al inglés por W. f. Albright, Textos Antiguos del Cercano Oriente [Ancient Near Eastern Texts]; traducción al castellano, Alicia a. Güerci)
Es importante observar dos cosas:
(1) la lista comienza en el otoño y termina en el verano siguiente;
(2) debido a que alterna entre períodos de dos meses y un mes y no menciona el nombre o el número de los meses, podemos ver que la sucesión de las actividades agrícolas es lo que determina el orden de los elementos y que el año se concibe en función de estos en lugar de hacerlo en la observación astronómica.
Segundo, la totalidad del AT pasa a un calendario lunar-solar que se basa en la observación de los cuerpos celestes y regula un orden más sofisticado de actividades económicas y religiosas. Este tipo de calendario tuvo una amplia aceptación entre las sociedades más avanzadas. Se denomina “lunar-solar” porque permitía que la órbita del sol señalara el comienzo del año, pero el inicio de los meses se basaba en la observación de las fases de la luna. La primera aparición de la luna nueva señalaba el nuevo mes. Según el Talmud, los sacerdotes observaban el momento en que sucedía y lo proclamaban enviando mensajeros y haciendo sonar trompetas. Ahora bien, el primer problema es que el circuito de la luna es de alrededor de 29 días y 1/2, lo que obliga a una variación entre un mes de 30 días y de 29; y segundo, que 12 de estos meses lunares equivalen a 354 días y 1/4, aprox. 11 días más corto que el año solar. Los hebreos aprendieron de los babilonios a agregar un mes adicional cada dos o tres años. En los tiempos rabínicos, este mes “intercalado” se agregó siete veces en 19 años.
Tercero, la secta conocida como esenios creó un calendario puramente solar que combinaba el cálculo matemático con una ideología especial. Ellos descartaban la observación de la luna nueva y le otorgaban 30 días a cada mes, pero agregaban un día especial al final de cada período de tres meses, lo que daba un año de 364 días. Tenemos razones para creer que, cuando este grupo trató de poner en práctica este calendario, las autoridades del templo los envió al exilio. Ese sistema habría perturbado el ciclo oficial de festividades religiosas basado en el año lunar-solar. Tenemos conocimiento acerca de este calendario irregular solo a partir de libros sectarios, como los rollos de Qumrán.
El mes
Además de saber que la duración de los meses variaba, y que la fecha del año nuevo ya sea en primavera o en otoño determinaba cuál era el primero, la historia de Israel nos permite observar un desarrollo interesante en el nombre de los meses. Estos nombres reflejaban la presencia de la influencia de un dominio cultural u otro: primero la de los cananeos y luego la de Mesopotamia.
La práctica más antigua fue utilizar nombres de los meses cananeos, de los que en la Biblia aparecen cuatro: Abib (marzo-abril); Zif (abril-mayo); Etanim (septiembre-octubre); y Bul (octubre-noviembre) (Éxo 13:4; Éxo 23:15; Éxo 34:18; 1Re 6:1; 1Re 6:37-38; 1Re 8:2). Los otros meses cananeos se conocen por inscripciones fenicias. Son todos nombres agrícolas y reflejan un patrón de cálculo estacional como en el caso del calendario Gezer.
La práctica común del AT es simplemente numerar los meses del primero al duodécimo. Algunos de estos meses numerados se encuentran en los pasajes mencionados anteriormente, por lo tanto, es probable que la práctica se remonte al menos hasta la época de la monarquía israelita. Puesto que el primer mes siempre es en primavera, entonces debemos rastrear esta práctica hasta la época de los patriarcas, quienes probablemente la hayan aprendido en la Mesopotamia.
Cuando los judíos regresaron del exilio babilónico, llevaron junto con ellos los nombres del calendario babilónico, al tiempo que contaban el año nuevo a partir de la primavera. Aunque los rabinos volvieron al año nuevo de otoño, el judaísmo conserva como propio estos nombres babilónicos: Nisán (marzo-abril); Iyyar (abril-mayo); Siván (mayo-junio); Tammuz (junio-julio); Ab (julio-agosto); Elul (agosto-septiembre); Tisrí (septiembre-octubre); Maresván (octubre-noviembre); Quisleu (noviembre-diciembre); Tébet (diciembre-enero); Sebat (enero-febrero); Adar (febrero-marzo). El mes insertado se denomina WeAdar, “y Adar”.

Simon J. DeVries

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