Significado de CIELO Según La Biblia | Concepto y Definición

CIELO Significado Bíblico

¿Qué Es CIELO En La Biblia?

Parte de la creación de Dios que está sobre la tierra y las aguas, incluye el “aire” y el “espacio”, y es la morada de Dios y Sus criaturas celestiales.
Antiguo Testamento
La palabra hebrea shamayim es plural y la gente común la identificaba fácilmente con el término mayim, “aguas”. Los escritores bíblicos se unieron a sus contemporáneos al describir el universo de la manera que aparecía ante el ojo humano: los cielos arriba, la tierra abajo y las aguas alrededor y debajo de la tierra. Al cielo se lo podría describir como una división creada por Dios para separar ríos, mares y océanos de abajo, de las aguas celestiales que producen lluvia (Gén 1:6-8). Las lumbreras celestiales, o sea, el sol, la luna y las estrellas, se ubican en esta división (Gén 1:14-18), que tiene ventanas o compuertas por donde Dios envía la lluvia para regar la tierra (Gén 7:11). Dios “desplegó” o “extendió” esta partición celestial (Isa 42:5; Isa 44:24; Sal 136:6, comp. Eze 1:22-26; Eze 10:1). Las nubes desempeñan una función similar como productoras de lluvia, de modo que con frecuencia se ha traducido “cielo”, palabra hebrea que significa “nubes” (Deu 33:26; Sal 57:10; Isa 45:8; Jer 51:9; comp. Sal 36:6; Sal 108:4).
Solo Dios tiene sabiduría para “extender los cielos” (Jer 51:15). El “cielo” entonces se convierte en la cortina de la tienda de Dios que divide Su morada de la morada de la humanidad que está en la tierra (Sal 104:2; Isa 40:22). A semejanza de una morada humana, al cielo se lo puede describir como si descansara sobre columnas o pilares (Job 26:11) o sobre cimientos (2Sa 22:8; aunque el paralelo en Sal 18:7 aplica los cimientos a las montañas). Así como Dios creó la división de los cielos, también puede “rasgarla” o desarmarla (Isa 64:1). Por eso no separan a Dios de Su creación ni de Su pueblo. Las traducciones españolas usan “firmamento”, “expansión”, “bóveda celestial” para describir lo que Dios creó y llamó “cielo” (Gén 1:8).
El hebreo no emplea un término para el “aire” o “espacio” entre el cielo y la tierra. Todo forma parte del cielo. Por eso la Biblia habla de “aves del cielo”, mientras que algunas traducciones usan “aire” (Deu 4:17; Jer 8:7; Lam 4:19). Incluso Absalón, colgado del cabello en la rama de un árbol, estaba suspendido “entre el cielo y la tierra” (2Sa 18:9, comp. 1Cr 21:16; Eze 8:3). El cielo es fuente de lluvia (Deu 11:11; Sal 148:4), rocío (Gén 27:28), escarcha (Job 38:29), nieve (Isa 55:10), terribles relámpagos (Gén 19:24), polvo (Deu 28:24) y granizo (Jos 10:11). Este es el lenguaje de la observación y la descripción humana, pero va más allá. Es el idioma de la fe que describe a Dios en acción, tanto dentro como a favor de Su mundo (Jer 14:22). El cielo es el cofre del tesoro de Dios y guarda tesoros como lluvia (Deu 28:12), viento y relámpagos (Jer 10:13), nieve y granizo (Job 38:22). El milagroso maná descendió de los graneros celestiales de Dios cuando Israel estaba en el desierto (Éxo 16:11-15).
Por lo tanto, el cielo y la tierra abarcan el universo completo y todos sus componentes (Jer 23:24), pero Dios llena todo eso y más para que nadie pueda ocultarse de Él (comp. 1Re 8:27-30; Isa 66:1). No obstante, este Ser también vive en el corazón humilde y contrito (Isa 57:15).
Como morada de Dios, el cielo no es un refugio divino donde Dios puede aislarse de la tierra. Es el taller divino desde donde envía bendiciones a Su pueblo (Deu 26:15; Isa 63:15) y castigo a Sus enemigos (Sal 2:4; Sal 11:4-7). Es un canal de comunicaciones entre Dios y los seres humanos (Gén 28:12; 2Sa 22:10; Neh 9:13; Sal 144:5).
Como creación de Dios, los cielos lo alaban y manifiestan Su gloria, Su creatividad (Sal 19:1; Sal 69:34) y Su justicia (Sal 50:6). Pero el cielo no deja de ser parte del orden creado. A diferencia de las naciones vecinas, Israel sabía que el cielo y los cuerpos celestes no eran dioses y no merecían adoración (Éxo 20:4). Pertenecían a Dios (Deu 10:14). El cielo es un símbolo de poder y existencia inmutable y perdurable (Sal 89:29), pero no es eterno. Llegará el día cuando el cielo desaparecerá (Job 14:12; Isa 51:6). Así como Dios en una ocasión extendió la tienda celestial, de la misma manera volverá a enrollar los cielos como un pergamino (Isa 34:4), habrá un cielo nuevo y una tierra nueva (Isa 65:17; Isa 66:22).
El AT habla del cielo para mostrar la soberanía del Creador y asimismo el deseo de Dios de comunicarse y proveer para la criatura humana. También muestra los atrayentes ejemplos de personas que abandonaron la tierra y fueron llevadas al cielo (Gén 5:24; 2Re 2:11).
El Nuevo Testamento
En el NT la principal palabra griega traducida “cielo” lo describe situado sobre la tierra, aunque ningún pasaje del NT da datos completos sobre su ubicación o geografía. Salvo la alusión de Pablo a los tres cielos (2Co 12:2-4), el NT habla de uno solo.
Además afirma que Dios creó el cielo (Hch 4:24), que este y la tierra están bajo el señorío de Dios (Mat 11:25), y que el cielo es la morada divina (Mat 6:9).
Jesús predicó que el reino de los cielos (de Dios) se había acercado mediante Su propia presencia y ministerio (Mar 1:15). Usando la imagen de una fiesta mesiánica, Jesús habló de la vida celestial como un tiempo de gozo, celebración y comunión con Dios (Mat 26:29). También enseñó que en el cielo no habría casamientos (Luc 20:34-36).
Los cristianos deben regocijarse de que sus nombres estén escritos en el cielo (Luc 10:20). Jesús prometió un hogar celestial para Sus seguidores (Jua 14:2-3).
Según Pablo, Cristo está sentado a la diestra de Dios en el cielo (Efe 1:20). El apóstol creía que era el futuro hogar de los creyentes (2Co 5:1-2), y se refirió a la esperanza del cielo como esperanza de gloria (Col 1:27). El Espíritu Santo es la garantía de la participación del creyente en el cielo (2Co 5:5). Pedro afirmó que allí está la herencia del creyente hasta la revelación del Mesías (1Pe 1:4).
“Cielo” aparece con mayor frecuencia en Apocalipsis que en cualquier otro libro del NT. Se alude al cielo desde el punto de vista de la lucha entre el bien y el mal y el dominio de Dios desde ese lugar. El pasaje más popular sobre el cielo es Apo 21:1-27; Apo 22:1-5, donde se lo describe con tres imágenes:
(1) tabernáculo (Apo 21:1-8),
(2) ciudad (Apo 21:9-27), y
(3) huerto (Apo 22:1-5). La figura del tabernáculo describe la vida celestial como comunión perfecta con Dios. El simbolismo de la ciudad describe la vida celestial como protección perfecta. La imagen del huerto muestra la vida celestial como perfecta provisión.

Trent c. Butler y Gary Hardin

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