Significado de CIUDADES Y VIDA URBANA Según La Biblia | Concepto y Definición

CIUDADES Y VIDA URBANA Significado Bíblico

¿Qué Es CIUDADES Y VIDA URBANA En La Biblia?

Las ciudades constituyen un indicador significativo de civilización. De hecho, el surgimiento de las ciudades a menudo señala un avance de la civilización. La ciudad más antigua que se ha excavado hasta la fecha se encuentra en Palestina. Es Tell es-Sultan, la Jericó del AT. Este sitio era ya una ciudad bulliciosa entre el 8000 y 7000 a.c. Aun antes de que sus habitantes utilizaran la alfarería, la ciudad tenía una extensa muralla defensiva y un elevado atalaya circular dentro del muro.
Los términos “ciudad” y “vida urbana” tenían un significado bastante diferente en el período bíblico, especialmente en las primeras épocas. El uso moderno nos ha proporcionado por lo menos cinco términos para describir rangos de población. A medida que aumenta el tamaño de la población hablamos de campo abierto, aldea, pueblo, ciudad y metrópolis. El AT utiliza dos palabras para “ciudad” (‘eer y qir) y una para “aldea” (chatser). La diferenciación veterotestamentaria no parece basarse ante todo en el tamaño sino en la presencia o la ausencia de un muro de defensa. Las ciudades tenían murallas, mientras que las aldeas carecían de muros.
Tamaño de las ciudades
En comparación con lo que típicamente entendemos como ciudad, las ciudades antiguas tenían tendencia a ser mucho más pequeñas tanto en tamaño como en población. La antigua ciudad amurallada de Jericó que se mencionó anteriormente no cubría más de 4 ha (10 acres) de superficie. Algunas de las grandes ciudades de la Mesopotamia se asemejaban mucho más al tamaño que consideramos para una ciudad. En el clímax del Imperio Asirio en el siglo VIII a.c. , Nínive cubría aprox. 700 ha (1720 acres) o bien unos 6,5 km2 (2,5 millas cuadradas). El montículo de Cala (la antigua Nimrod) cubría más de 354 ha (875 acres) o poco más 3 km2 (1,25 millas cuadradas). Ninguna de las ciudades de Palestina del período veterotestamentario se acerca al tamaño de las grandes ciudades de la Mesopotamia. En la época de Salomón, Jerusalén cubría menos de 13 ha (33 acres). Inclusive en los días de Jesús abarcaba menos de 80 ha (200 acres). Esto no significa que Palestina no tuviera ciudades más grandes. Azor, en el norte de Israel, tenía una superficie de poco más de 70 ha (175 acres). No obstante, la mayoría de los lugares bíblicos conocidos eran por lo general más pequeños.
La población está íntimamente ligada a la superficie de una ciudad. Los estudios de población realizados recientemente que se basan en la densidad de las ciudades pertenecientes a culturas similares a las de los tiempos bíblicos, junto con el número de casas que se hallaron en las excavaciones, sugieren que la mayoría de las ciudades tenían entre 160 y 200 personas por acre. En consecuencia, es probable que Siquem haya tenido una población de 2000 a 2500 personas durante el período del AT; Jerusalén en la época de Salomón pudo haber tenido de 5000 a 6500. Aun cuando Jerusalén se expandió en la época de Josías, probablemente no haya tenido más de 25.000 habitantes. Una inscripción hallada en Ebla en el norte de Siria con fecha de alrededor del 2400–2250 a.c. declara que esta ciudad tenía una población de 250.000 personas. No obstante, no resulta claro si este número se refería a la ciudad o a todo el reino controlado por Ebla, o si era una exageración para impresionar a los demás en cuanto al tamaño de la ciudad. Para el 300 d.c. , es probable que la ciudad de Roma haya tenido casi un millón de habitantes.
Ciudades y área circundante
Se utilizan por lo menos dos tipos de frases para describir el área suburbana. Una describía la ciudad principal de una región en relación con las aldeas más pequeñas que la rodeaban. De este modo, en una traducción hebrea literal el AT habla de una ciudad “con sus aldeas” (Núm 21:25; Jos 19:16; 2Cr 13:19; Neh 11:30). Esta frase indica que la ciudad era el centro de actividad más importante de la región. Para poder mantenerse, las aldeas periféricas estaban íntimamente asociadas con la ciudad central. La mayor parte de la actividad comercial de la región se llevaba a cabo en la ciudad. Generalmente, esta estaba ubicada sobre la carretera principal o el cruce de caminos y la ruta comercial que atravesaba la región. Lo más frecuente era que el santuario o lugar de adoración principal estuviera ubicado en la ciudad, convirtiéndola así en un centro de peregrinajes y celebraciones religiosas. Cuando había amenaza de guerra o invasión, el pueblo de las aldeas circundantes huía a la ciudad amurallada para protegerse. Entre los intereses principales que se consideraban para edificar una ciudad en un lugar determinado, se tenía en cuenta la presencia de alimentos y agua en las cercanías, junto con las materias primas necesarias para protección, herramientas e industria. Además, era más probable que se escogiera un sitio que fuera más fácil de defender. En una ciudad típica del Cercano Oriente antiguo se podían hallar una serie de características comunes, a saber:
Muros
Los muros de las ciudades del antiguo Cercano Oriente estaban formados por series de piedras o ladrillos de barro, en ocasiones de mucho espesor. La muralla de Hazor en el norte de Israel alrededor del 1700 a.c. tenía unos 15 m (50 pies) de altura en algunos lugares y hasta casi 90 m (290 pies) de espesor. Más aun, el perímetro del área delimitada era de más de 3 km (2 millas).
Puertas
La puerta era la parte más importante y vulnerable de la estructura del muro. Generalmente estaba flanqueada por enormes torres de vigilancia. La entrada en sí era estrecha, comúnmente de 3,5 a 4,5 m (12 a 15 pies) de ancho. Durante la noche o en caso de ataque dos puertas pesadas de madera se podían cerrar y reforzar con barras de metal. El complejo de puertas de entrada en sí tenía dos o tres series de puertas separadas a través de las cuales había que pasar para poder acceder a la ciudad.
Provisión de agua
Otra necesidad para la ciudad era una provisión adecuada de agua. Durante épocas de paz, la provisión de agua podía estar fuera del muro y a una distancia razonable de la ciudad. En caso de soportar un sitio durante tiempos de guerra, era necesaria una provisión de agua a la que se pudiera acceder desde el interior. La mayoría de las ciudades estaban ubicadas cerca de manantiales, corrientes o fuentes. Muchos hogares tenían cisternas, especialmente en las regiones más áridas. Los manantiales generalmente estaban al pie del tell fuera del muro de la ciudad. Hazor, Meguido y Gabaón proporcionan ejemplos de los sistemas de agua que los israelitas construyeron durante la monarquía. Se construían extensos túneles de agua y sistemas de estanques que atravesaban el lecho de roca del tell para llegar al nivel de los manantiales. En Hazor, el sistema de túneles tenía que atravesar 20 m (70 pies) de terreno y rocas para alcanzar el nivel del agua. El túnel de Ezequías en Jerusalén es otro ejemplo de sistema de túneles para agua. En 2Re 20:20 se menciona la construcción de este sistema alrededor del 700 a.c. A menudo los romanos construían grandes acueductos para llevar agua a una ciudad desde muy lejos. En Cesarea aún permanecen porciones de dos acueductos de esta clase y llevan agua desde más de 8 km (5 millas) de distancia. Un acueducto helenista-romano en Jerusalén cubre casi 40 km (25 millas).
Tierra para agricultura
Los pueblos de la antigüedad eran ciertamente autosuficientes y sin duda debían tener tierra cultivable fértil en las cercanías. El AT habla de los campos de una ciudad o una aldea (Lev 25:34; Jos 21:12; Neh 11:25; Neh 11:30) e indica que parte de la tierra se mantenía en común y otra parte le pertenecía a una familia. Es probable que las ciudades grandes no tuvieran suficiente terreno en los alrededores para suplir las necesidades alimenticias, por lo que dependían de la comercialización de la producción excedente de las aldeas más pequeñas. Estas a su vez dependían de las ciudades para obtener los artículos manufacturados y los elementos de mercadeo de regiones distantes. Se suponía que la porción agrícola de una familia no debía venderse (Lev 25:25-28). Isaías denunció enérgicamente a las personas ricas que añadían “heredad a heredad hasta ocuparlo todo” (Isa 5:8).
Acrópolis
La elevación más sobresaliente de muchas ciudades a menudo constituía una acrópolis o ciudadela interior. Además de servir como fortaleza, la acrópolis también se utilizaba como residencia de la aristocracia o la realeza. Tal como se podría esperar, las casas ubicadas en ese lugar eran las más grandes y mejor construidas de la ciudad. No solo la seguridad era mayor en la acrópolis sino que además la elevación hacía que captara brisa y refrescara la casa durante el verano. Además, los altares o templos más importantes frecuentemente se situaban en la acrópolis.
Trazado de calles
Las ciudades del antiguo Cercano Oriente generalmente tenían un trazado de calles similar. En Babilonia, las calles más importantes se dirigían desde las puertas hasta el centro de la ciudad. En el período de la monarquía, las ciudades israelitas solían tener una plaza abierta inmediatamente después de la puerta. Una calle circular partía desde la plaza y recorría el perímetro de la ciudad. Dicha calle proporcionaba un acceso fácil a todas las secciones de la ciudad y proveía a los militares una vía rápida a cualquier punto del muro. Otras calles partían de esta calle circular y conducían hacia el centro de la ciudad. En las ciudades romanas, el camino más importante era generalmente el cardo, un camino ancho y enlosado que corría norte-sur. El camino este-oeste más importante era el decumanus.
Planos habitacionales
Junto con el plano de la ciudad se puede observar cierto desarrollo en los planos habitacionales de Israel. Las casas más antiguas tenían una habitación principal y un patio. Para la época de la monarquía, la típica casa israelita poseía cuatro habitaciones.
En los períodos helenista y romano, tuvieron lugar cambios dramáticos. Los sucesores de Alejandro Magno edificaron muchas ciudades griegas en Palestina. Decápolis y otras ciudades helenísticas siguieron el estilo de la cultura griega. Ver Arquitectura en tiempos bíblicos.

Joel f. Drinkard (h)

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