Significado de COMIDA Según La Biblia | Concepto y Definición

COMIDA Significado Bíblico

¿Qué Es COMIDA En La Biblia?

Cuando Jesús fue invitado a una cena, se refirió a las dos comidas principales del día. “Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, o a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, los cojos y los ciegos” (Luc 14:12-13). Había dos comidas principales para la familia judía. El desayuno era algo informal que se ingería inmediatamente después de levantarse y consistía de una torta de pan chata y un trozo de queso, frutas secas o aceitunas, alrededor de los cuales se enrollaba el pan, y en otras ocasiones se lo partía por la mitad formando una bolsa y se rellenaba. Comer el pan en una comida de esa manera era tan natural y común que “comer pan” llegó a tener el mismo sentido que “comer comida”. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” es un pedido para que Dios provea el alimento necesario para el día (Mat 6:11). Era muy común que los muchachos y los hombres salieran de la casa y desayunaran camino al trabajo, en tanto que las esposas, las madres, las hijas y los niños se quedaban en la casa. Al mediodía no había almuerzo, aunque se podía tomar un descanso para beber algo y comer alguna fruta. Cuando Rut se detuvo a descansar con los segadores, comió cereales tostados mojados en vino (Rut 2:14).
Mientras los hombres de la familia trabajaban, las mujeres y los niños se preparaban (entre otras actividades diarias) para la comida de la tarde. Las niñas mayores juntaban agua de los pozos o los arroyos al comienzo del día, antes de que se calentara con el sol, y también ordeñaban las cabras. Juntar agua era un asunto serio porque el agua de un pozo corría riesgo de contaminarse con los animales, y el agua recogida de techos de barro normalmente no servía para beber. Una vez recogida el agua necesaria, las muchachas iban al mercado a comprar alimentos. Los puesteros se sentaban en el piso del mercado rodeados de sus productos y vendían verduras frescas. Si hacía falta, se proveían de aceite de oliva y condimentos. Algunas familias obtenían pan del panadero del pueblo, quien tenía un horno comunitario y entregaba el pan que cada familia había dejado leudando la noche anterior (Ose 7:4-6). Otras familias horneaban su propio pan al volver a la casa. Mientras tanto, esta había sido limpiada (Luc 11:25) y se había lavado la ropa. Se había triturado el grano en el mortero y aventado el fuego a fin de que estuviera a punto para cocer el pan. Después del descanso del mediodía, se preparaba la cena en el fuego. Consistía en un estofado de verduras o lentejas que se cocinaba en una marmita grande con el agregado de sal y condimentos. La carne se incluía en la comida solo en ocasiones especiales como un sacrificio o una fiesta, y en muy raras ocasiones se comía carne asada, o animales producto de la caza o de la pesca. Cuando llegaba la hora de la cena se colocaba la marmita en el suelo sobre una alfombra mientras toda la familia se sentaba alrededor. Se ofrecía una bendición o acción de gracias, y cada miembro de la familia usaba un trozo de pan como cuchara porque no había cubiertos. (El que todos sumergieran el pan en la olla hacía que fuera fundamental el lavado de las manos antes de comer.) Posteriormente, una mesa y banquillos remplazaron la alfombra en el suelo (1Re 13:20), pero la olla común seguía en el centro. Al final de la comida se servía fruta y se bebía vino.
Las comidas formales siempre estaban precedidas por una invitación. El anfitrión insistía hasta que la gente aceptaba dicha invitación (Luc 14:16-24). Cuando llegaban los invitados, los esclavos más humildes les quitaban las sandalias y les lavaban los pies (Jua 13:3-11). Esto se hacía para proteger del polvo las alfombras y para que fuera más cómodo sentarse sobre los talones. A los invitados se les untaba la cabeza con aceite de oliva aromatizado con especias (Luc 7:36-50). A continuación se les ofrecía agua para beber. En las casas grandes, el invitado especial se sentaba en “la mesa superior” en una sala que tenía un piso más elevado, y se ubicaba a la derecha del anfitrión. El segundo invitado se sentaba a la izquierda del anfitrión (Luc 14:7-11; Luc 20:46).
En realidad, no se “sentaban” a la mesa sino que se reclinaban sobre ella. Se acercaban sofás con la cabecera hacia la mesa y se proveían almohadones para que los invitados se reclinaran sobre el brazo izquierdo y usaran el derecho para servirse de la mesa. De esa manera, los sirvientes podían continuar lavando los pies de los invitados (Luc 7:46). Pero para conversar, las personas debían volverse sobre la espalda y estar casi literalmente “sobre el pecho” de la persona que tenían a la izquierda (Jua 13:23-25). En la época de Jesús, el triclinium o sofá que rodeaba tres lados de la mesa era el último grito de la moda. El lado abierto lo usaban los esclavos para acercar comida o llevarse las bandejas vacías.
La comida comenzaba con un trago de vino diluido con miel. La comida principal que seguía consistía en tres platos, atractivamente dispuestos en fuentes. No había cubiertos, de modo que se comía con los dedos, salvo cuando se servía sopa, huevos o mariscos, en cuyo caso se usaba una especie de cuchara. Finalmente había postre, pastel y alguna fruta. Durante la comida, el anfitrión proporcionaba entretenimiento en forma de música, danza (danzas individuales y expresivas) y lectura de poesías y otra literatura. Semejante ocasión era un evento local importante, y las personas de condición más humilde podían observar desde el exterior (Luc 7:37). Cuando se terminaba la comida, seguía un largo tiempo de conversación. Se narraban historias y se compartían habladurías. Esas fiestas eran la envidia de los pobres, que intentaban imitarlas a su manera.
Fueran formales o informales, abundantes o escasas, siempre había leyes que se debían cumplir en cuanto a los alimentos de esas fiestas. Solo se podían comer animales que rumiaran y tuvieran pezuñas hendidas, peces que tuvieran aletas y escamas, y aves que no comieran carroña (Lev 11:1-22).

Ralph Gower

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