Significado de DANIEL, LIBRO DE Según La Biblia | Concepto y Definición

DANIEL, LIBRO DE Significado Bíblico

¿Qué Es DANIEL, LIBRO DE En La Biblia?

El libro de Daniel es uno de los más intrigantes de la Biblia. Sus historias se relatan con belleza y sus visiones son increíblemente inspiradoras. Sus páginas están llenas de verdades eternas. Sin embargo, es uno de los libros más controversiales de las Escrituras y hay diferencias importantes con respecto a la interpretación, la autoría y la fecha en que se escribió.
Daniel y el canon
En las versiones españolas, Daniel aparece como el último de los cuatro libros proféticos mayores, mientras que en la Biblia hebrea está agrupado en la sección conocida como la Hagiógrafa o los Escritos. En la Escritura, a Daniel se lo considera profeta en un sentido general, como Abraham (Gén 20:7) o Moisés (Deu 18:15), ya que recibió mensajes de Dios y los compartió con el pueblo. Pero en primer lugar, Daniel fue estadista y administrador. Nunca predicó sermones a la nación de Israel de la manera en que lo hicieron Isaías o Jeremías, y por esta razón los responsables de definir el canon de la Biblia hebrea no incluyen este libro con los profetas. La ubicación de Daniel en la sección profética de las versiones españolas sigue el modelo de la mayoría de las traducciones griegas.
Autoría y fecha
La posición tradicional es que Daniel escribió el libro en el siglo VI a.c. , que la profecía es históricamente confiable y que sus predicciones son sobrenaturales y precisas. En tiempos modernos, algunos estudiosos han mantenido el punto de vista (primeramente propuesto por el neoplatónico Porfirio en el siglo III a.c.) de que la profecía en su forma presente fue producida por un judío anónimo durante el siglo II a.c. , que escribió bajo el seudónimo (nombre falso) Daniel. Así, el libro está compuesto por relatos no históricos y seudo profecías (vaticinia ex eventu). El propósito era animar a los creyentes judíos en su lucha contra el tirano sirio-griego Antíoco IV Epífanes (175–163 a.c.), durante el período de los macabeos. De acuerdo con esta tesis, el libro de Daniel sería el último de los escritos del AT. Generalmente aquellos que mantienen el punto de vista de los macabeos consideran que los capítulos 7–12 son esencialmente una creación del autor del siglo II quien introdujo su material con las historias de los capítulos 1–6, una colección que tomó de un corpus de Daniel que databa del siglo anterior. Con frecuencia se identifica al escritor del siglo II como miembro de la secta religiosa de los jasídicos.
Aquellos que defienden la hipótesis de los macabeos sostienen que la teología, el lenguaje del libro, su ubicación en el canon hebreo junto con los Escritos y no con los profetas (planteado anteriormente) y las imprecisiones de eventos históricos anteriores al siglo II sugieren que se escribió en una fecha posterior. Sin embargo, la confiabilidad histórica del libro ha sido confirmada en muchos casos por los descubrimientos arqueológicos (por ejemplo, la historicidad de Belsasar y la invasión de los ejércitos babilónicos a Jerusalén en el 605 a.c.), y cuando se examinan detalladamente las imprecisiones históricas que se plantean, se llega a la conclusión de que tienen soluciones razonables. Además, el lenguaje del libro no requiere necesariamente una fecha posterior. Daniel completó su libro luego de la conquista de Babilonia en manos de los persas, e incluso se desempeñó en la nueva administración; por lo tanto, no es sorprendente la presencia de palabras tomadas de los persas. En realidad, las expresiones persas parecen ser una evidencia poderosa en cuanto a una fecha de composición anterior pues las expresiones son antiguas palabras persas dejadas de utilizar alrededor del 300 a.c. Además, las tres palabras tomadas del griego que aparecen en el libro (Dan 3:5; Dan 3:7; Dan 3:10; Dan 3:15) tampoco requieren una fecha posterior porque la evidencia arqueológica ha demostrado que mucho antes del siglo VI a.c. , existía un amplio contacto entre Grecia y las naciones que rodeaban el Mar Mediterráneo. Por otro lado, si el libro se escribió entre los años 170–164 a.c. , durante el control griego sobre Palestina, es de esperar que encontremos gran número de palabras griegas en el texto. El arameo de Daniel (y de Esdras) exhibe paralelos sorprendentes con ejemplos antiguos del idioma encontrado en algunos documentos (por ej. los papiros elefantinos) que también se escribieron en arameo imperial y cuya fecha data del siglo V a.c. y aun previamente. Además, el arameo del libro no se asemeja a las muestras del idioma encontradas posteriormente en Qumrán (por ej. el Génesis Apócrifo). Por último, los argumentos para determinar la fecha de los documentos a partir de la teología son precarios. Si se determina que Daniel se escribió en el siglo VI a.c. tomando como base otros criterios objetivos, la teología del libro es del siglo VI a.c. Los argumentos a favor del punto de vista tradicional son:
(1) Los escritores del NT y el mismo Jesús parecen haber aceptado la comprensión tradicional de la profecía (comp. Mat 24:15 con Mar 13:14; Mat 26:64 con Mar 14:62 con Luc 22:69; Heb 11:32-34).
(2) El libro indica haber sido escrito por Daniel (comp. Dan 7:1; Dan 12:4), ser un relato de la historia de un individuo que experimentó el exilio y vivió en Babilonia, y ser una predicción de sucesos futuros (por ej.: Dan 7:2; Dan 7:4; Dan 7:6-28; Dan 8:1-27; Dan 9:2-27; Dan 10:2-21; Dan 12:4-8).
(3) Se ha establecido que uno de los ocho manuscritos de Daniel descubiertos en Qumrán (4QDanc) data aproximadamente del 125 a.c. y pudo haber sido escrito en una fecha anterior. Algunos eruditos han argumentado que el profeta no habría tenido tiempo suficiente para obtener tal aceptación general si hubiera sido escrito solamente 40 años antes.
(4) La Septuaginta (LXX) es el nombre con que comúnmente se designa una traducción griega del AT realizada por eruditos judíos que vivían en Egipto (Alejandría) y que llegó a ser usada ampliamente por los judíos de la diáspora. Por lo general, los eruditos concuerdan en que al menos el Pentateuco se tradujo a mediados del siglo III a.c. Es probable que todos los libros de la Biblia se hayan traducido al griego aproximadamente en la misma época. Sin duda, Daniel ya había sido traducido aprox. en el 130 a.c. (cuando el nieto de Ben-Sirac escribió el prólogo de Eclesiástico). De acuerdo con la hipótesis de los macabeos, el libro de Daniel había sido incluido en el canon y transportado a Alejandría, Egipto, ubicada a unos 480 km (300 millas) de distancia, solo 30 años después de haber sido escrito, y allí lo tradujeron al griego. Tal proposición parece improbable.
(5) Ezequiel, el profeta del siglo VI a.c. , en su libro se refiere a Daniel en tres ocasiones (Eze 14:14; Eze 14:20; Eze 28:3), y estas referencias serían una evidencia determinante para el punto de vista tradicional. Sin embargo, debido a los descubrimientos realizados en Ras Shamra, los eruditos que aceptan la fecha tardía han tratado de explicar estos pasajes declarando que Ezequiel se refería a una figura mitológica llamada Daniel que aparece en la obra épica ugarítica “La Historia de Aqhat”. ¡Un argumento devastador contra la teoría de que el Daniel de Ezequiel es este héroe ugarítico es que este Daniel era idólatra! Ezequiel tiene que haberse referido al autor del libro de Daniel. De ser así, su historicidad y su libro quedarían confirmados.
Tipo de literatura
La primera sección del libro (caps. 1–6) está compuesta por material histórico y algunas profecías (cap. 2); la segunda sección (caps. 7–12) contiene tanto mensajes históricos como apocalípticos. Daniel es el ejemplo clásico del género apocalíptico, nombre que deriva de la palabra griega apokalupsis, que significa “revelación, manifestación”. En este género, el profeta recibe a través de un mediador divino una revelación divina sobre eventos futuros. Es habitual emplear simbolismos y numerología. El tema más sobresaliente de los escritos apocalípticos es el triunfo escatológico del reino de Dios sobre los reinos de la tierra. Además, le brindan al mundo una visión de Dios y del futuro.
Idioma
Una característica inusual del libro es que está escrito en dos idiomas. Dan 1:1-21; Dan 2:1-4 a y Dan 8:1-27; Dan 9:1-27; Dan 10:1-21; Dan 11:1-45; Dan 12:1-13 (157 versículos y medio) está escrito en hebreo, mientras que Dan 2:4 b – Dan 2:5-49; Dan 3:1-30; Dan 4:1-37; Dan 5:1-31; Dan 6:1-28; Dan 7:1-28 (199 versículos y medio) está escrito en arameo. Se han elaborado diversas teorías para explicar este fenómeno, pero la propuesta más satisfactoria es que el empleo de ambos idiomas fue un recurso empleado en forma deliberada. El arameo (la lingua franca de este período) se reservó para las partes del libro que poseían una atracción universal o relevancia especial para las naciones gentiles, y el hebreo fue empleado en aquellas porciones con más relación con el pueblo judío.
Textos y versiones
El texto hebreo y arameo de Daniel ha sido bien conservado y muy pocas variaciones textuales son significativas.
Las traducciones griegas designadas como Teodocio y Septuaginta (LXX) son las más importantes en comparación a otras. La traducción de Teodocio concuerda más exactamente con el texto hebreo y por esta razón remplazó en gran medida a la LXX en el uso cristiano. En la LXX se incluyeron tres porciones extensas que no se encuentran en el texto hebreo-arameo de Daniel: La oración de Azarías y La canción de los tres jóvenes, Susana, y Bel y el dragón. Aunque estos agregados hacen interesante la lectura, no fueron aceptados como Escritura por los judíos de Palestina ni fueron incluidas en el canon palestino. Debido a que ningún agregado de la LXX se encuentra en los textos de Qumrán, es razonable pensar que se originaron fuera de Palestina, posiblemente en Egipto. En la actualidad, los protestantes y los judíos incluyen estos escritos dentro de los apócrifos, mientras que en las ediciones católico-romanas la primera se inserta en el mismo libro a continuación de Dan 3:23, y las dos últimas aparecen al final del libro como capítulos Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42. Ocho manuscritos del texto de Daniel han sobrevivido durante dos milenios en cuevas de Qumrán. Se produjeron entre el siglo II a.c. y el I d.c. Estos fragmentos de Qumrán demuestran la fidelidad con que el texto bíblico fue preservado a través de los siglos.
Énfasis teológico
Indudablemente, el tema teológico principal del libro es la soberanía de Dios. Cada página refleja la convicción del autor de que Dios es el Señor de las personas, las naciones y la historia en su totalidad. Daniel también enfatiza la persona y la obra del Mesías (por ej.: Dan 7:13-14; Dan 9:24-27). Otro tema prominente es la escatología. Los creyentes padecerán tribulación en los últimos días (Dan 7:21; Dan 7:25; Dan 9:27; Dan 12:1), pero el Mesías aparecerá y establecerá un reino eterno y glorioso (Dan 2:44-45; Dan 7:13-14; Dan 7:26-27; Dan 9:24) y en este maravilloso mundo nuevo los santos serán recompensados y honrados (Dan 12:2-3).
Estructura
El libro de Daniel debe dividirse de acuerdo al tipo de literatura: la historia de Daniel (Dan 1:1-21; Dan 2:1-49; Dan 3:1-30; Dan 4:1-37; Dan 5:1-31; Dan 6:1-28) y las profecías de Daniel (Dan 7:1-28; Dan 8:1-27; Dan 9:1-27; Dan 10:1-21; Dan 11:1-45; Dan 12:1-13), según lo indicado por el esquema cronológico establecido por el autor y porque el propio autor agrupó los relatos literarios homogéneos.
Interpretación
Quienes respaldan la tesis de los macabeos interpretan que virtualmente cada aspecto del libro de Daniel es un recurso para abordar las persecuciones de los judíos llevadas a cabo por Antíoco IV en el siglo II a.c. El autor creía que el reino de Dios vendría inmediatamente después de la muerte del tirano greco-sirio. Entre aquellos que siguen el punto de vista tradicional, hay diferencias importantes de interpretación en lo relativo a si el reino de Dios descrito en el cap. Dan 2:1-49 se refiere a la primera o la segunda venida de Cristo, en cuanto a la naturaleza de las 70 semanas del cap. Dan 9:1-27 (períodos simbólicos o semanas de años) y en cuanto a su culminación (siglo I d.c. o la segunda venida de Cristo), o si algunos pasajes proféticos se refieren a la nación de Israel o a la iglesia como la Israel espiritual (por ej.: Dan 9:24).
Bosquejo
I. El ministerio de Daniel en Babilonia (Dan 1:1-21; Dan 2:1-49; Dan 3:1-30; Dan 4:1-37; Dan 5:1-31; Dan 6:1-28)
A. Se describe la identidad de Daniel y su carácter piadoso (Dan 1:1-21)
B. Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor sobre los cuatro imperios gentiles y la venida del reino de Dios (Dan 2:1-49)
C. Los tres amigos de Daniel se rehúsan a inclinarse ante la idolátrica imagen del rey, son arrojados al fuego pero milagrosamente salvados (Dan 3:1-30)
D. Debido a su orgullo Nabucodonosor es humillado por el Señor de los cielos (Dan 4:1-37)
E. La escritura en la pared advierte a Belsasar de su muerte por blasfemar contra el Dios de Israel en un banquete inmoral (Dan 5:1-31)
F. Daniel es arrojado al foso de los leones a causa de su fidelidad a Dios, y es liberado (Dan 6:1-28)
II. Las visiones de Daniel en Babilonia (Dan 7:1-28; Dan 8:1-27; Dan 9:1-27; Dan 10:1-21; Dan 11:1-45; Dan 12:1-13)
En una visión se le muestran a Daniel cuatro imperios mundiales (simbolizados por bestias), el último de los cuales será vencido por el “hijo del hombre”, quien establecerá un reino eterno donde vivirán los santos del Altísimo (Dan 7:1-28).
La visión del carnero, el macho cabrío y el cuerno pequeño simbolizan las victorias de Alejandro Magno sobre Persia y la venida de Antíoco IV como consecuencia de la división del Imperio Griego (Dan 8:1-27).
En respuesta a la oración de Daniel y mediante la visión de las 70 semanas, Dios le asegura al profeta que Israel será restablecida y preservada como nación (Dan 9:1-27).
La visión final de Daniel brinda un anticipo de los grandes imperios mundiales, una descripción de la liberación de los santos al final de los tiempos y las instrucciones finales para el profeta (Dan 10:1-21; Dan 11:1-45; Dan 12:1-13).

Stephen R. Miller

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