Significado de DIOSES PAGANOS Según La Biblia | Concepto y Definición

DIOSES PAGANOS Significado Bíblico

¿Qué Es DIOSES PAGANOS En La Biblia?

El monoteísmo, es decir, el reconocimiento y la adoración al único Dios, es una de las distinciones más importantes de la religión judeo-cristiana. Por el contrario, las religiones paganas de épocas bíblicas eran politeístas y adoraban a muchos dioses. Aunque algunos pasajes del AT son ambiguos en cuanto a si los dioses paganos realmente existían, otros pasajes son claros. Cuando la Biblia se refiere a dioses paganos, habla de conceptos ideados por el hombre y de ídolos sin valor (“Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen”, Deu 4:28) o de espíritus demoníacos (“Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían conocido, a nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres… Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; me provocaron a ira con sus ídolos” Deu 32:17; Deu 32:21; ver también 2Re 17:29; 2Re 19:17-18; 1Cr 16:26; 2Cr 13:9; 2Cr 32:19; Isa 41:23; Isa 42:17; Jer 2:11; Jer 5:7; Jer 14:22; Jer 16:20; Hch 19:26; 1Co 8:4-6; Gál 4:8). Los pasajes del AT que parecen implicar un punto de vista politeísta (por ej. Sal 82:1; Sal 86:8; Sal 95:3; Sal 96:4-5) se deberían interpretar como burla o intento de demostrar vívidamente la impotencia de la adoración pagana.
Antiguo Testamento
La mayoría de los dioses paganos comenzaron como dioses de ciertos lugares, por ej. ciudades o regiones. Dichos dioses o la combinación de dioses se convirtieron en símbolos nacionales a medida que sus ciudades o regiones alcanzaron dominio político. La creencia de que los dioses ejercían poder en una región determinada es producto de la conexión entre estos y determinados lugares. Por lo tanto, los oficiales del rey sirio le aconsejaron batallar contra Israel en las planicies debido a que creían que “sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han vencido; mas si peleáremos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos” (1Re 20:23). Israel, en contraste con esta creencia común, se esforzaba por sostener el concepto de que Dios era Señor sobre todos los aspectos de la creación.
Dioses egipcios
Se conocen los nombres de unas 40 deidades del antiguo Egipto, muchas de las cuales tienen más de un nombre. Cada uno de los aprox. 40 distritos de Egipto tenía su propio culto para su dios o dioses favoritos. Se conocen pocos dioses que hayan tenido una sola identidad personal o área de influencia, y a menudo se superponían. Por ej., numerosos mitos le acreditan la creación a Atón, Atén, Nun, Tot, Amón o Ptah. Los egipcios representaron muchas de sus deidades como animales o parte de animales. Por ej., a Ator como vaca y a Horus como hombre con cabeza de halcón.
Muchos eran personificaciones de las grandes fuerzas naturales de Egipto. Varias deidades se podían considerar dioses del sol, y los más comunes eran Ra o Atón. Se creía que Ator o Nut eran dioses del cielo que se inclinaban sobre Geb, dios de la tierra. Supuestamente, Nut daba a luz al sol cada mañana y lo tragaba todas las noches. Creían que Ra, el dios sol, atravesaba el cielo en un barco durante el día, viajaba a través del bajo mundo durante la noche y emergía de nuevo luego de batallar con Apopis, el dios serpiente. En Hermópolis se adoraba a Tot, dios de la luna y patrono de los escribas. También lo representaban como capitán del barco del dios sol y, a veces, como el que mataba a Apopis. Otros dioses vinculados a la luna eran Osiris, Min, Su y Nun.
Numerosos dioses se relacionaban con el Nilo. Apis era el más importante y se lo consideraba responsable de la inundación anual. A este dios lo describían como un hombre obeso. Otros dioses fueron Sobec, el dios cocodrilo, y Nun, el dios de la primera catarata.
Ma’at y Set representaban la dualidad del equilibrio, el orden y la estabilidad (Ma’at) y el caos, el desorden y la muerte (Set). Set, quien había asesinado a su hermano Osiris, representaba el desierto, las naciones extranjeras y la maldad en general que constantemente amenazaban la vida en Egipto. El rey egipcio o faraón, cuya coronación era una reconstrucción de la victoria diaria de Ra sobre Apopis, era el arma principal para luchar contra las fuerzas del mal. Cuando el rey moría, lo identificaban con Osiris, juez y señor de los muertos a quien Set había asesinado. El nuevo rey se convertía en Horus, hijo de Ra, dios de la fertilidad y de la vida después de la muerte. Ver Egipto.

 

Los políticos a menudo desempeñaban un papel importante en la supremacía de un dios sobre otro, o en el sincretismo o identificación de una deidad con otra. Los numerosos centros religiosos más importantes, tales como Tebas, Hermópolis, Heliópolis, Abidos y Menfis, explicaban temas sobre los dioses y el universo de maneras que se contradecían en diversos aspectos.
Los nombres de los dioses que llevaban los faraones en una dinastía mostraban la ciudad dominante como así también su dios principal. De esta manera, el dios Amón, quien más tarde recibió el nombre Amón-Ra, se convirtió en el dios principal del imperio debido a la posición que ocupaba Tebas. Bajo el gobierno de Amenotep III, el éxito del imperio desencadenó luchas internas entre los poderosos sacerdotes de Amón-Ra y el trono. Amenotep IV se cambió el nombre por Akenatón y se embarcó en una reforma revolucionaria que promovió la adoración de Atén, el dios sol, sobre todos los otros dioses. Las reformas de Akenatón no tuvieron éxito. Su segundo sucesor puso en evidencia su lealtad a Amón-Ra al cambiar su nombre Tutankatón a Tutankamón y abandonar la nueva capital para favorecer a Tebas. Aunque la dinastía que siguió promovía la adoración a Amón-Ra, parecía estar a favor de los dioses del norte. Los nombres de los dioses Set de Abaris, Ra de Heliópolis y Ptah de Menfis se manifiestan en los nombres Seti, Ramsés y Mernepta de la dinastía XIX.
Los rituales diarios en los templos para cuidar las estatuas de las deidades fueron medios por los cuales los egipcios impedían que las fuerzas del caos entraran en acción. Las ofrendas personales también acompañaban pedidos de ayuda o alivio de la aflicción. Además se usaban amuletos para simbolizar la devoción a las deidades y los pedidos de ayuda. Entre estas se encontraban dioses de la familia tales como Bes, dios del amor, y su esposa Tauert, diosa de la fertilidad y del nacimiento representada como un hipopótamo.
En la Biblia no se menciona ningún dios egipcio, y la compleja religión egipcia no influenció significativamente a los hebreos. Algunos han tratado de establecer una relación entre las reformas de Akenatón y el monoteísmo de Moisés, pero las diferencias entre la religión de Atón y el punto de vista mosaico acerca de Dios son mucho más amplias que las similitudes.
Dioses de la Mesopotamia
La civilización más antigua de la Mesopotamia (tercer milenio a.c.) fue la sumeria. Sus sucesores semíticos (los acadios, luego los asirios y los babilonios) que gobernaron la Mesopotamia durante casi 2000 años hasta la llegada de los persas, asimilaron la avanzada cultura de los sumerios, incluso su religión. Estos pueblos continuaron adorando a la mayoría de las deidades sumerias, aunque por lo general con nombres diferentes. Se podrían nombrar más de 3000 dioses, aunque solo tomaban en cuenta en forma especial a unos 20. Variaban en rango según los diferentes períodos históricos y las diferentes localidades. Las incursiones militares dentro y fuera de la Mesopotamia generalmente incluían saqueo de templos de los enemigos donde capturaban las estatuas de sus dioses.
An, dios de los cielos y patrono de Uruc (el Erec bíblico, Gén 10:10), fue uno de los dioses más importantes. Enlil de Nipur, hijo de An, fue la deidad sumeria más importante. Poseía las “tablillas del destino” y se lo consideraba señor del aire y gobernante de la tierra. Creían que él había creado la raza humana golpeando con su azada en la tierra, pero según otra historia, también decretó la destrucción de la humanidad por medio de un diluvio ya que el ruido excesivo que hacían los seres humanos lo molestaba cuando dormía.
Enki o Ea, el dios de Eridu, era señor de las aguas subterráneas y el ingenioso dios de los artesanos. Se creía que había originado la civilización humana y había designado dioses para que gobernaran diversos elementos de la creación y la cultura. Según un relato, creó a los seres humanos de la sangre de Kingu, el dios rebelde, y les asignó la tarea de servir a los dioses. En la historia mesopotámica del diluvio, le compartió el plan a un héroe humano, que entonces construyó un barco y salvó a la humanidad. El temible Nergal de Kuta (también llamado Erra) era dios de la guerra, las plagas, la muerte súbita y el mundo subterráneo (comp. Jer 39:3; Jer 39:13). Su esposa y cogobernante era Ereskigal. Al bajo mundo, también conocido como “la tierra sin retorno” y “la casa oscura”, lo representaban como una ciudad rodeada por siete muros y donde se ingresaba a través de siete puertas. Era un lugar oscuro y polvoriento, lleno de criaturas aterradoras donde los habitantes comían polvo y tenían plumas como los pájaros. Los muros y las puertas separaban el mundo de los seres vivos de los espíritus que habían partido. A través de cultos mortuorios, encantamientos y médiums mantenían libres del mal a los espíritus.
Cuando Asiria asumió el poder, también surgió la prominencia del dios Asur, de quien proviene el nombre de la capital asiria original. Asimismo, el surgimiento político de Babilonia se celebró como victoria de su dios Marduc, hijo de Ea y dios de las tempestades. Muchos de los mitos antiguos representaban a este dios como el héroe que vence a Tiamat, la diosa del mar que representa el caos, y que luego de derrotarla organiza el mundo y recibe las tablillas del destino. Se lo conocía como “señor de las tierras” y como Bel (equivalente al término cananeo Baal), que significa “señor” (Isa 46:1; Jer 50:2; Jer 51:44). Nabú, el hijo de Marduc (Nebo en Isa 46:1), dios de los escribas y de Borsipa, una ciudad cercana, fue especialmente exaltado en el período neobabilónico, como puede verse en el nombre Nabucodonosor.
Muchos dioses importantes se relacionaban con cuerpos celestes. Samas era dios del sol y desempeñó un rol importante entre los semitas. A Nana o Sin, el dios luna, lo reverenciaban en las ciudades de Ur y Harán, ambas asociadas con los orígenes de Abraham (Gén 11:31). Debido a que supuestamente era hijo primogénito de Enlil, se creía que viajaba en un barco a través del cielo nocturno. Se creía que la desaparición mensual de la luna se debía a que asumía el rol de juez en el mundo de los muertos, y por esta razón realizaban rituales especiales para asegurar su reaparición.
Ishtar (la diosa cananea Atart/Astart/Astarte/Astarot) estaba relacionada con la estación de la cosecha, las tormentas de primavera, la fertilidad, la guerra, la estrella de la mañana y de la tarde (el planeta Venus) y con la prostitución. Era muy popular y frecuentemente se la conocía como “la señora/reina del cielo” (Jer 7:18; Jer 44:17-19; Jer 44:25). Según un relato, ella trata sin éxito de usurpar el poder que su hermana Ereskigal tenía en el mundo de los muertos. Esta la encarcela y expresa un encantamiento de infertilidad sobre la tierra. La prostitución en el templo era parte importante de su culto, y le dio una reputación sórdida a Uruc, la ciudad de Inanna, su equivalente sumeria más antigua. Se creía que la práctica de la prostitución en el templo promovía la fertilidad de la tierra. En Babilonia, donde la adoraban como la amante de Marduc, le pusieron su nombre a una de las impresionantes nueve puertas de la ciudad. A Tamuz, el dios de la vegetación de primavera, a quien recordaban con lamentaciones durante el mes caluroso de verano que llevaba su nombre (comp. Eze 8:14), lo relacionaban íntimamente con su esposa Ishtar. Asirios y babilonios celebraban un ritual sagrado de matrimonio donde simbólicamente llevaban una estatua del dios al templo de Ishtar.
Además de su naturaleza cósmica, los mesopotámicos creían que los dioses estaban presentes en imágenes o ídolos y que vivían en el templo como lo hace un rey en su palacio. Las imágenes de madera recubiertas de oro generalmente tenían forma humana y ojos de piedras preciosas (comp. Isa 44:9-20; Jer 10:1-16). Los sacerdotes las limpiaban, vestían y proveían alimento todos los días (lo mismo que en Egipto). El rey asirio ministraba diariamente ante la imagen de su deidad principal, pero el rey de Babilonia solo se presentaba ante Marduc una vez al año durante el akitu, el festival del año nuevo.
Dioses cananeos
Los dioses de los cananeos tuvieron el impacto más significativo en los israelitas. Aunque muchos de estos dioses se relacionan con dioses de la Mesopotamia, la religión cananea no se entendió en profundidad hasta el descubrimiento de textos religiosos en la década de 1920 en la ciudad siria de Ras Shamra, la antigua Ugarit. Estos textos datan del siglo XIV al XII a.c. Ver Canaán.

 

Los dioses más importantes del panteón cananeo eran dos pares de deidades: El y Atirat (o Elat), el dios supremo y su esposa principal; y Baal y Anat, rey de los dioses y su esposa principal y hermana. El era la palabra semítica genérica para “dios”.
Sin embargo, El, al igual que el dios An de la Mesopotamia, se consideraban dioses ancianos y próximos a retirarse pues no tenían rol activo en la comunidad. Baal fue el dios cananeo más importante, y los mitos ugaríticos giraban en torno a él. Estos mitos representan a Baal como dios de la tormenta con poder sobre la lluvia, el viento y las nubes y, como consecuencia, sobre la fertilidad de la tierra. Es posible que al principio el término Ba’al, que significaba “señor, esposo”, haya sido un título de la deidad cuyo nombre personal era Hadad y al que los semitas del este y del oeste identificaban como dios de la tormenta, la guerra, la fertilidad y la adivinación (pretendían conocer el futuro observando las entrañas de los animales del sacrificio, etc.). Este dios fue la deidad principal de los sirios (comp. 2Re 5:18; Zac 12:11).
Los cananeos representaban el ciclo de las estaciones a través de los mitos donde Baal luchaba con Mot (lit. “muerte”), que representaba sequía y hambre. La muerte de Baal en manos de Mot daba lugar a la estación seca (verano), pero cuando Baal volvía, traía consigo la estación lluviosa (invierno) y restauraba la fertilidad de la tierra. En otro mito, Baal derrotaba a Yam (lit. “mar”), el dios del caos, de manera muy similar a cómo Marduc, la deidad babilónica, vencía a Tiamat.
En los mitos ugaríticos, la esposa de Baal era su hermana Anat, diosa guerrera sedienta de sangre que lo rescató del mundo de los muertos cuando derrotó y descuartizó a Mot. Sin embargo, aparentemente entre los cananeos que vivían en Palestina, Atirat, conocida en Ugarit como esposa de El y madre de los dioses, tomó el lugar de Anat. En el AT aparece con el nombre de Asera, equivalente hebreo de Atirat (1Re 18:19). Su símbolo era un “poste de Asera” (en plural se la conocía como Aserot/Aserim; por ej. Éxo 34:13; 2Re 17:10) que probablemente representaba un árbol. Su adoración incluía la prostitución sagrada que en Canaán abarcaba hombres y mujeres (Gén 38:15-22; Deu 23:17-18; 2Re 23:4-7; Jer 2:20; Eze 16:16; Eze 16:31; Ose 4:13-14). Con frecuencia tenía lugar en los “lugares altos”, que incluían postes de Asera, que representaban a la diosa, y pilares sagrados, que representaban a la deidad masculina (Lev 26:30; Núm 33:52; 1Re 14:23-24; 2Re 18:4; 2Re 21:3; Sal 78:58).
Atart fue otra esposa de Baal. Aunque en Ugarit era menos importante, en el AT frecuentemente aparece como Astarot (combinado con Boset probablemente era un término despectivo que significaba “vergüenza”), y en inscripciones fenicias aparece como Astart, cuyo equivalente en griego era Astarte. Posiblemente, en Canaán cumplía la función que Anat desempeñaba en Ugarit (comp. Jue 10:6; 1Sa 7:4; 1Sa 12:10; 1Re 11:5; 1Re 11:33; 2Re 23:13). Ver Asera.

 

El aspecto de la fertilidad de los dioses cananeos era una tentación para los israelitas. Estos eran nuevos en su función de agricultores y hacía poco que se habían instalado en Canaán luego de una generación de vida nómada en el desierto. Por lo tanto, se sentían particularmente tentados a servir a dioses que supuestamente controlaban la fertilidad de la tierra. Muchos israelitas practicaban sincretismo religioso y mezclaban elementos de la adoración a Baal con la adoración a Jehová. Es posible que los becerros de oro que Jeroboam hizo fundir en Dan y Be-tel hayan sido un intento de identificar a Jehová con Baal. Una jarra con una oración inscripta a “Yahvéh de Samaria y su Asera” sugiere una creencia sincretista de que Asera era esposa de Jehová/Yahvéh.
Muchas otras deidades de Palestina impactaron la historia del AT. Aparentemente, el dios Dagón de los filisteos (Jue 16:23) era un dios semítico de las cosechas que habían adquirido de los cananeos. En Ugarit lo llamaban Dagán, padre de Baal (aunque se creía que su padre era El).
El dios nacional de los amonitas era Milcom (heb., milkom o malkam; 1Re 11:5; 1Re 11:33; 2Re 23:13; Sof 1:5), que tal vez se relacionaba con Moloc (o Moloj), la deidad cananea cuyo culto a los muertos incluía adivinación y sacrificio de niños que consistía en “ofrecerlo por fuego” (Lev 18:21; Lev 20:2-5; 2Re 23:10; Jer 19:5). En Judá, esta práctica tenía lugar en Tofet, en el Valle de Hinón al sudoeste de Jerusalén (2Cr 28:3; Jer 7:31; Jer 32:35). Los nombres Milcom y Molec se relacionan con la raíz semítica mlk, que significa “rey”, lo mismo que el nombre de un dios semítico del oeste conocido como Malic, Milcu y Muluc. También se relacionaba con el culto a los muertos, y en la antigüedad se lo identificaba con Nergal, dios mesopotámico del infierno. Algunos también lo asocian con Quemos (heb. kamos), el dios nacional de los moabitas (Núm 21:29; Jer 48:7) cuya adoración también incluía sacrificio de niños (2Re 3:26-27); probablemente se lo haya identificado con Nergal.
Resep (heb. para “llama” o “pestilencia” Hab 3:5), dios de la plaga y tal vez Rapiu, dios patrono de los muertos deificados (heb. refa’im; Isa 14:9; Isa 26:14; Pro 2:18; Pro 9:18), también se identificaba con Nergal. El culto a los muertos, conocido como marzih, se realizaba en Ugarit, e incluía orgías y borracheras (tal vez en una tumba familiar).
Nuevo Testamento
Los dioses paganos de la época del NT fueron deidades del panteón greco-romano y ciertos dioses orientales cuyos mitos dieron origen a las religiones de misterio. Alejandro Magno de Macedonia con sus conquistas esparció la cultura griega a lo largo del Cercano Oriente. El NT menciona algunos dioses greco-romanos. La deidad más importante de los griegos era Zeus, equivalente a Júpiter, dios romano del cielo que originalmente era el dios del clima o la tormenta. Con el sincretismo del período helenístico que surgió de las conquistas de Alejandro Magno, a Zeus se lo equiparó con Hadad, dios semítico de la tormenta. Sin embargo, a Zeus, deidad suprema de los griegos, comenzaron a identificarlo con los dioses principales de otras regiones. Así, cuando Antíoco IV intentó obligar a los judíos a aceptar el helenismo en el 167 a.c. , transformó el templo judío en un santuario para Zeus. La referencia al “trono de Satanás” en Apo 2:13 probablemente se refiera a un altar enorme de Zeus que se encontraba en Pérgamo.
Hermes (el Mercurio romano) era el mensajero de los dioses griegos. Cuando los habitantes de Listra creyeron que Bernabé y Pablo eran dioses (Hch 14:8-18), llamaron a Pablo “Hermes” porque era el vocero, e identificaron a Bernabé con Zeus o Júpiter. Los bueyes y las guirnaldas que ofrecieron eran ofrendas apropiadas para Zeus. Hermes era también dios de los comerciantes y los viajeros.
Artemisa era la diosa griega del bosque, del parto y, por lo tanto, de la fertilidad. Artemisa, la diosa Diana de los romanos, era la gran diosa madre de Asia Menor que se adoraba en Éfeso. Su templo, ubicado en esa ciudad, era una de las siete maravillas del mundo antiguo y un lugar que los peregrinos deseaban visitar. Allí representaban a Artemisa de los efesios con estatuas con muchos pechos, tal vez inspirados por una roca sagrada que guardaban en el templo (Hch 19:35). La obra de Pablo en Éfeso dio como resultado un alboroto encabezado por los plateros que vendían pequeñas imágenes a los peregrinos (Hch 19:23-41).
El NT no menciona otros dioses greco-romanos que, sin embargo, formaron parte importante de la cultura helenística. Apolo fue uno de los dioses más populares. El arte griego lo representaba con una imagen que reflejaba la belleza de un hombre joven. Era el dios de la medicina, las leyes y los pastores. Afrodita era la diosa griega del amor sexual y la belleza. Se identificaba con la diosa semítica Ishtar/Astarte y con la diosa romana Venus. Aunque el NT no lo menciona, en Corinto se construyó un templo para Afrodita que se dice empleaba mil prostitutas para el culto y contribuía con la reputación de inmoralidad que tenía la ciudad. Las fuentes griegas identificaban a Ba’alat, diosa semítica de Biblos, con Afrodita, de quien se creía que todos los años rescataba del Hades a Adonis, el dios de la fertilidad (el semítico Adon, “señor”).
Atenea, diosa patrona de la ciudad de Atenas, de donde proviene su nombre, era una deidad virgen que gobernaba artes, artesanías, fertilidad y guerra. Se identificaba con la diosa romana Minerva. Hera, equivalente a Juno de los romanos, era esposa de Zeus y la diosa del matrimonio, las mujeres y la maternidad. Poseidón, el dios Neptuno de los romanos, era dios del mar, de los terremotos y, curiosamente, de los caballos. También era importante aunque no se lo menciona. Ares, correspondiente al dios romano Marte, era el dios griego de la guerra. Hefaísto, equivalente al dios romano Vulcano, era dios del fuego y patrono de los herreros. Hades, equivalente al dios romano Plutón, era el dios griego del infierno. En el NT se utiliza el término Hades en griego para referirse a la morada de los muertos (Mat 11:23; Mat 16:18; Luc 10:15; Luc 16:23; Hch 2:27; Hch 2:31; Apo 1:18; Apo 20:13-14).
Algunos dioses griegos se convirtieron en centros de adoración con gran influencia en los tiempos del NT. Entre estos se encontraba principalmente el culto a Deméter o los misterios de Eleusis. Deméter era la diosa griega del grano quien, según el mito, abandonó su función cuando Hades secuestró a Proserpina y la llevó al infierno. Finalmente, Proserpina volvió con su madre pero debía pasar un tercio de cada año en el infierno, lo que reflejaba el ciclo anual del crecimiento del grano. Anualmente, en Eleusis se realizaba el culto con ritos secretos de iniciación. Dionisio, correspondiente al dios romano Baco, era el dios griego del vino, la intemperancia y la fertilidad. Ver Babilonia; Fertilidad, Cultos a la; Misterio; Misterio, Religiones de.

Daniel c. Browning (h) y e. Ray Clendenen

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