Significado de ENFERMEDADES Según La Biblia | Concepto y Definición

ENFERMEDADES Significado Bíblico

¿Qué Es ENFERMEDADES En La Biblia?

Desórdenes físicos y/o mentales que limitan las funciones humanas y disminuyen la calidad de vida. El tratamiento exitoso de la enfermedad depende sobre todo de un diagnóstico inmediato y correcto y del uso de agentes terapéuticos eficaces. Desgraciadamente, la gente de la época bíblica tenía medios limitados para diagnosticar y tratar enfermedades. Las personas mejor instruidas de ese entonces tenían una escasa comprensión de la anatomía y la fisiología del ser humano, y aun menos conocimiento de la naturaleza de las enfermedades y sus efectos en el cuerpo. Nada se sabía sobre bacterias y virus, lo cual dificultaba el diagnóstico. Las enfermedades a menudo eran atribuidas al pecado o a la maldición de un enemigo. Las principales herramientas de diagnóstico eran la observación y el examen físico superficial. El médico tenía pocos medios para realizar su trabajo.
Los proveedores de asistencia médica
La literatura del antiguo Cercano Oriente contiene numerosas referencias sobre médicos y la práctica médica. Lulu, un médico sumerio, vivió en la Mesopotamia alrededor del 2700 a.c. Algunas décadas más tarde, un egipcio famoso llamado Imhotep adquirió reputación como médico y sacerdote, y también se hizo famoso como gran arquitecto. Diseñó los escalones de la Pirámide de Saqqara.
El código de Hammurabi, aprox. 1750 a.c. , incluye numerosas leyes para regular la práctica de la medicina y la cirugía entre los médicos del antiguo reino babilónico. Aunque el ejercicio de la medicina estaba en sus comienzos, gradualmente los médicos fueron mejorando sus habilidades.
Los egipcios progresaron con mayor rapidez que los babilonios en el conocimiento médico y sus aplicaciones a los pacientes porque sus médicos tendían a especializarse. Cada uno limitaba su práctica a una parte del cuerpo, como los ojos, la dentadura o el estómago. Los médicos egipcios, igual que otros, a menudo usaban hierbas en las recetas medicinales. Estas se recogían de diferentes regiones del mundo y con frecuencia se cultivaban en los jardines conectados con los templos de Egipto. Los médicos egipcios se ganaron el respeto en todo el mundo antiguo. Su capacidad recibió admiración de los griegos en un período posterior, quienes con el tiempo se convirtieron en los médicos más destacados.
El AT tiene pocas referencias a médicos. Es muy probable que estas personas hayan recibido entrenamiento en Egipto. Los médicos fueron convocados para embalsamar el cuerpo de Jacob (Gén 50:2). El rey Asa buscó asistencia médica para que le curaran los pies enfermos (2Cr 16:12). Hay algunas referencias indirectas a los médicos (Jer 8:22; Job 13:4). Es poco probable que entre los antiguos hebreos hubiera muchos médicos adiestrados.
El gran médico griego Hipócrates, nacido alrededor del 460 a.c. , recibe a menudo el título de padre de la medicina. Él creía que la enfermedad tenía causas naturales. Confiaba principalmente en dietas y diversas hierbas para tratar a sus pacientes. En el 300 a.c. aprox., los griegos fundaron una importante escuela de medicina en Alejandría, Egipto, que se mantuvo por varios siglos y entrenó a muchos médicos. Fue famosa por su gran biblioteca y las instalaciones de laboratorio. Se permitía la disección del cuerpo humano y se lograron avances limitados en el conocimiento de la anatomía.
En tiempos de Jesús, la ciudad de Roma se había transformado en un centro médico importante, y allí trabajaban muchos médicos. Originalmente pertenecían a la clase de los esclavos, sin embargo, su profesión gradualmente fue ganando estima. Julio César concedió la ciudadanía romana a los médicos griegos que ejercían en Roma. Los romanos hicieron contribuciones valiosas en el área de la salud pública, incluyendo el abastecimiento de agua medianamente pura, un sistema de cloacas eficiente y la organización de un programa de control de alimentos. Los romanos también organizaron una red de hospitales fundada inicialmente para atender las necesidades del ejército.
Las regiones periféricas del Imperio, tales como Palestina, probablemente tenían pocos médicos bien entrenados, aunque hay escasa información sobre la asistencia médica profesional fuera de las grandes ciudades. Es posible que la mayoría de las personas nacieran y murieran sin haber sido tratadas jamás por un médico adiestrado.
El NT menciona pocas veces a los médicos. Jesús observó que la función de ellos era tratar a los enfermos (Mat 9:12; Mar 2:17; Luc 5:31), e hizo mención de un conocido proverbio, “médico, cúrate a ti mismo” (Luc 4:23). Marcos y Lucas relataron la historia de una mujer que había buscado ayuda de los médicos pero no había sido curada (Mar 5:25-34; Luc 8:43-48). Pablo, en Col 4:14, menciona que su colega Lucas era médico de origen gentil, aunque no se conoce su lugar de nacimiento. También se desconoce la fuente de su capacitación como médico, pero es posible que haya asistido a la escuela médica de Tarso, la ciudad natal de Pablo.
En muchos lugares a los sacerdotes se les asignaban deberes médicos. Así sucedía entre los antiguos hebreos. Los médicos en especial eran responsables del diagnóstico de las enfermedades que podían significar una amenaza para la comunidad (Lev 13:1-59). Al parecer, los sacerdotes de Israel tenían un papel de poca importancia en el tratamiento directo de los enfermos.
Durante la época del NT era popular Esculapio, el dios romano de la salud (conocido anteriormente por los griegos con el nombre de Asclepio). Sus templos, colmados de sacerdotes, se encontraban dispersos por todo el mundo mediterráneo. Las personas que buscaban sanarse acudían en masa a estos lugares. Con frecuencia llevaban pequeñas reproducciones de la parte del cuerpo que estaba enferma y se las dejaban a los sacerdotes. Otros lugares, por una razón u otra, se hicieron famosos como lugares de sanidad. Un ejemplo bíblico es el estanque de Betesda (Jua 5:1-15). El estanque de Siloé también está relacionado con el ministerio de sanidad de Jesús (Jua 9:7).
Probablemente, gran parte de la medicina practicada en la antigua Palestina y en otros lugares periféricos del Imperio Romano no era profesional. Sin duda, esto era así en los tiempos del AT. Las mujeres, entrenadas por la práctica y la experiencia, servían como parteras. Algunos se hicieron expertos en acomodar huesos rotos. Las familias recurrían a remedios populares para la mayoría de las enfermedades, y quizás consultaban a alguna persona de la comunidad conocida por su habilidad para tratar diversas enfermedades. Afortunadamente, el cuerpo humano tiene una capacidad considerable de curarse solo. A pesar de las obvias limitaciones médicas, muchos pacientes se recuperaban y muchos de los remedios utilizados eran “exitosos”.
Métodos para tratar la enfermedad
La Biblia contiene poca información sobre el tratamiento de las enfermedades, excepto el que se realizaba por medios milagrosos. La mayoría de los datos sobre este tema se deben obtener de otra literatura de la antigüedad. La mayoría de estos registros provienen de los antiguos babilonios, los egipcios, los griegos y los romanos. Algunos son aun más antiguos. Por ejemplo, se ha encontrado una tablilla de arcilla que data de aprox. el 2200 a.c. y contiene quince prescripciones de una fuente sumeria.
Un examen de dichos registros, a menudo fragmentarios y oscuros, revela que la mayoría de los remedios derivaban de tres fuentes. Muchos se obtenían de diferentes partes de diversas plantas. Los médicos primitivos también utilizaban sustancias obtenidas de los animales tales como sangre, orina, leche, pelo, conchillas y huesos molidos. Además, se utilizaban con frecuencia ciertos productos minerales, incluyendo la sal y el asfalto. El uso de estas medicinas iba acompañado a menudo de oraciones, encantamientos y ritos mágicos. En los períodos más antiguos no había líneas claramente definidas entre la religión, la superstición y la ciencia.
Los médicos modernos y los estudiosos de la Biblia enfrentan una tarea casi imposible cuando intentan diagnosticar con precisión las dolencias que se mencionan en las Escrituras. Un buen número de las afecciones graves y mortales pueden atribuirse a diferentes enfermedades infecciosas. Las deficiencias alimenticias, los defectos de nacimiento y las lesiones eran comunes. Los síntomas de estas y otras clases de afecciones físicas se trataban con diversos medios.
La prevención es siempre la mejor forma de tratamiento. Puesto que la causa de la mayoría de las enfermedades era desconocida en los tiempos bíblicos, se podía hacer relativamente poco para prevenirlas. Los pueblos de la antigüedad reconocían la naturaleza contagiosa de algunos males. En estos casos, se trataba de mantener en cuarentena a la persona enferma y evitar el contacto cercano con personas sanas (Lev 13:1-59).
La palabra hebrea traducida “lepra” en Lev 13:1-59 es un término general usado para describir una variedad de erupciones de la piel. Aunque la lepra propiamente dicha existía en la antigüedad, y con frecuencia causaba cambios en la piel, muchas personas que se presentaban ante los sacerdotes indudablemente sufrían infecciones dermatológicas bacterianas y micóticas más comunes. Los sacerdotes tenían el deber de determinar, sobre la base de un examen reiterado, qué erupciones representaban una amenaza para la comunidad y tenían autoridad para aislar a las personas con enfermedades sospechadas de ser peligrosas.
Isa 38:1-22 relata la historia de la enfermedad grave del rey Ezequías. La causa de su dolencia era una “llaga” (v. Isa 38:21). La palabra hebrea que se traduce aquí “llaga”, aparece como “sarna maligna” en Job 2:7. Es también la palabra usada para describir la erupción que afectó a los hombres y las bestias en Éxo 9:8-11 (comp. Lev 13:18-20; Deu 28:27).
La enfermedad de Ezequías se trató aplicando una masa de higos (Isa 38:21). Es casi seguro que Ezequías sufría de algún tipo de infección bacteriana aguda de la piel. Antes del descubrimiento de los antibióticos, estas infecciones podían causar la muerte. Aunque es poco probable que los higos hayan tenido algún valor medicinal, tal vez se aplicaron en forma de compresa caliente. El calor es un tratamiento eficaz para las infecciones de la piel.
Las compresas calientes y frías y los baños se empleaban extensamente en el mundo antiguo para tratar enfermedades, aunque la Biblia contiene poca información al respecto.
Los médicos en los tiempos bíblicos empleaban con frecuencia diversas clases de bálsamos y ungüentos para asistir a los enfermos. Se utilizaba mucho el aceite de oliva, ya sea solo o como ingrediente de los ungüentos. En Isa 1:6 y Luc 10:34 se menciona el uso de este aceite para tratar heridas. El aceite también se convirtió en símbolo de la medicina, y se combinaba con oración por la enfermedad (Mar 6:13; Stg 5:14).
Entre las medicinas más populares se encontraban las hierbas y varios productos obtenidos de diversas plantas, que se aplicaban al cuerpo como compresas o, en muchos casos, se ingerían por vía oral. El incienso y la mirra, gomorresinas obtenidas de los árboles, se utilizaban comúnmente para tratar una variedad de enfermedades, aunque se usaban principalmente en perfumes e incienso.
Generalmente se consideraba que el vino tenía valor medicinal. Una de sus aplicaciones consistía en aliviar dolor y malestar. A Jesús le ofrecieron vino mezclado con hiel y mirra antes de su crucifixión, pero Él se rehusó a beberlo (Mat 27:34; Mar 15:23). El vino también se utilizaba para aliviar desórdenes estomacales e intestinales (1Ti 5:23) y para tratar otros problemas físicos. La cerveza era utilizada especialmente por los babilonios como ingrediente en varias medicinas.
En el mundo antiguo eran frecuentes las enfermedades mentales y la epilepsia, y las víctimas padecían gran sufrimiento. Por lo general, la enfermedad era relacionada con poderes demoníacos. A la persona afectada se la aislaba y a menudo se la abusaba. El rey Saúl se volvió mentalmente inestable, y es interesante notar que recibió cierta ayuda de la música (1Sa 16:23), una forma de terapia que ha demostrado ser beneficiosa en ciertas enfermedades mentales. Quizás el ejemplo más dramático de enfermedad mental relatado en la Biblia sea el de Nabucodonosor, rey de Babilonia (Dan 4:1-37). Sin embargo, no se describe tratamiento. El rey recobró la cordura cuando reconoció al Dios verdadero.
La esterilidad era una carga pesada en los tiempos bíblicos. Todos sentían lástima por un matrimonio sin hijos. Cuando Lea sufrió un período de esterilidad temporal, envió a su hijo Rubén al campo para obtener mandrágoras. Raquel, su hermana estéril, también pidió algunas mandrágoras (Gén 30:9-24). La raíz de la mandrágora se utilizaba extensamente en el mundo antiguo para ayudar a la concepción, aunque no hay razón para creer que era eficaz. También se utilizaba como narcótico.
La mayoría de los bebés nacían sin asistencia médica; por lo tanto, con frecuencia se recurría a las parteras, especialmente en casos de partos difíciles (Gén 35:16-21; 1Sa 4:19-22). A menudo las madres daban a luz sentadas en un taburete especial (Éxo 1:16). Muchas madres y bebés morían durante el parto o en los primeros días y semanas posteriores. El alto índice de mortalidad se debía a infecciones, hemorragias, desnutrición y a la ausencia de una buena asistencia médica antes, durante y después del parto. Afortunadamente, la costumbre de amamantar ayudaba a prevenir algunas dolencias.
En la Biblia se mencionan varios ejemplos de enfermedades, sin que se detalle el tratamiento indicado. El rey Asa sufría una enfermedad de los pies (2Cr 16:12). No se especifica la naturaleza del tratamiento proporcionado por sus médicos, pero no tuvieron éxito y Asa murió dos años después. Pudo haber estado enfermo de gota, aunque es incierto.
El rey Joram murió de un desorden intestinal doloroso (2Cr 21:18-20). El rey Usías murió de lepra (2Cr 26:19-23). El rey Herodes Agripa I murió de cierta clase de enfermedad parasitaria (Hch 12:21-23). Varios monarcas murieron debido a lesiones recibidas en batalla. Ocozías murió al sufrir una caída del piso superior de su casa en Samaria (2Re 1:2-17). Cuando en el mundo antiguo ocurrían enfermedades o accidentes, poco importaba si la persona era de la realeza o del pueblo; en cualquier caso, se disponía de escasa ayuda médica.
En Mat 8:14-15; Jua 4:46-52 y Hch 28:8 se mencionan varias enfermedades acompañadas por fiebre. En la última referencia citada, el hombre enfermo también tenía disentería. Esta se produce por varias causas, pero el tipo más común y grave era causado por la ameba, un parásito intestinal. La mayoría de las fiebres se debían a enfermedades infecciosas, incluyendo malaria. No había tratamiento eficaz y el resultado con frecuencia era la muerte. Las infecciones de los ojos a menudo daban lugar a la ceguera.
Los niños pequeños eran particularmente vulnerables a las enfermedades y el índice de mortalidad era elevado. La Biblia habla de muchos niños que sufrieron enfermedades y a veces muerte (2Sa 12:15-18; 1Re 17:17-24; 2Re 4:18-37; Luc 7:11-15; Luc 8:40-56; Jua 4:46-52).
Puesto que se disponía relativamente de poca asistencia médica, y debido a que las enfermedades a menudo producían consecuencias desastrosas, era comprensible que las personas enfermas frecuentemente pidieran ayuda divina. El pueblo hebreo no era una excepción. Buscaban la ayuda de Dios directamente a través de la oración o mediante alguna persona en la que reconocían poderes otorgados por Dios para curar. Muchos milagros en la Biblia son milagros de sanidad.
Cirugía
La circuncisión es el único procedimiento quirúrgico mencionado en la Biblia. Se practicaba por razones religiosas más que médicas, y por lo general no era realizada por un médico. Sin embargo, de diferentes maneras, en muchos países los avances en la cirugía ocurrieron más rápidamente que los progresos en otras ramas de la medicina. En la literatura antigua se han encontrado descripciones de operaciones y en las ruinas de ciudades antiguas también algunos instrumentos para cirugía. Los esqueletos y las momias a veces presentan rastros de procedimientos quirúrgicos.
Se punzaban las llagas, se acomodaban los huesos quebrados y se amputaban brazos y piernas. Se perforaban los cráneos para reducir la presión y se quitaban las piedras de la vejiga. También se extraían dientes. Se han encontrado momias antiguas con relleno de oro en sus dientes. Además, alrededor del 500 a.c. se preparaban dientes postizos usando piezas de seres humanos o de animales. Se realizaban también otras clases de operaciones riesgosas. La cirugía requería de audacia tanto por parte del médico como del paciente.
Jesús y el tratamiento de las enfermedades
Uno de los principales ministerios de Jesús fue la sanidad. Venían a Él en multitudes, a menudo después de haber probado todos los recursos disponibles. Buscaban ayuda con desesperación. Jesús no consideraba que todas las enfermedades fueran resultado directo del pecado (Jua 9:1-3). Sin embargo, Él tenía poder tanto para perdonar pecados como para curar (Mat 9:1-8; comp. Mar 2:1-12; Luc 5:17-26). Por lo general no utilizaba ninguna clase de medios secundarios para tratar a los enfermos, aunque en varias ocasiones usó saliva (Mar 7:32-35; Mar 8:22-25; Jua 9:6-7). Algunas enfermedades tratadas por Jesús probablemente tenían origen psicosomático, pero muchas otras indudablemente tenían causas orgánicas, incluyendo defectos de nacimiento, lesiones accidentales e infecciones.
Cualquiera fuera la causa de su dolencia, la gente comprobaba que Jesús ciertamente podía ayudarlos. No hay duda de que la capacidad de Jesús para realizar milagros se demuestra de manera especial en Su ministerio de sanidad. El ciego, el sordo, el paralítico y los que padecían de diferentes sufrimientos encontraron en Él la ayuda que con frecuencia no disponían a través de los canales médicos corrientes.

Kenneth Eakins

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí