Significado de EXPIACIÓN Y PROPICIACIÓN Según La Biblia | Concepto y Definición

EXPIACIÓN Y PROPICIACIÓN Significado Bíblico

¿Qué Es EXPIACIÓN Y PROPICIACIÓN En La Biblia?

En la teología cristiana se usan en conjunto y directamente correlacionan y definen la naturaleza y los efectos del sacrificio sustitutorio en relación a Dios y a los creyentes. Los dos términos tienen significados ligeramente diferentes y a veces los teólogos los colocan en oposición, aunque también es posible verlos como complementarios. La expiación habla del proceso por el cual los pecados son anulados o cubiertos. La propiciación habla del apaciguamiento de la ira o del enojo de la parte ofendida, o sea, específicamente del Dios cristiano. La expiación está incluida dentro del concepto de propiciación. En las Escrituras, la expiación no puede existir sin propiciación. Otros términos usados para propiciación son apaciguamiento y aplacamiento.
Terminología bíblica
En el AT, la palabra hebrea kaphar, que normalmente se traduce “ofrecer expiación”, se usa casi siempre en el contexto de apaciguar la ira de Dios. Por ejemplo, Núm 25:11-13 afirma que el Señor le dijo a Moisés que Aarón le había hecho apartar Su furor porque “hizo expiación por los hijos de Israel”. Otros ejemplos son Éxo 32:30-33; Núm 16:41-50; Isa 47:11 y Mal 1:9-10. En relación al hombre como objeto del apaciguamiento, se usa “apaciguar” (Gén 32:20); “dar satisfacción” (2Sa 21:3-14), y “evitar” (Pro 16:14). Otros textos hablan de dioses o ídolos como objeto de la acción apaciguadora (Deu 32:17; Jer 32:35 y Sal 106:37-38). Aunque kaphar a veces se traduce “cubrir” o “limpiar” (comp. Sal 85:2-3), lo que tiende a la idea de expiación, el término casi siempre está en el contexto de propiciación. Por lo tanto, aplacar la ira de Dios es un tema que se trata dentro del contexto de los sacrificios del AT.
Aunque la controversia sobre expiación y propiciación aparece en el AT, la tensión aumenta en el NT con la palabra griega hilasmos (la forma verbal, hilaskomai, y el sustantivo correspondiente, hilasterion) en cuatro pasajes clave: Rom 3:25; Heb 2:17; 1Jn 2:2; y 1Jn 4:10. Diversas versiones de esta palabra en traducciones modernas ilustra la controversia sobre el significado y el efecto de la expiación. Por ejemplo, la palabra hilasterion en Rom 3:25 se traduce “propiciación” y “expiación” (NVI). Esta dualidad deja al lector indeciso en cuanto a la función de la expiación, pero apela al lugar que ocupa la sangre rociada sobre el propiciatorio en el día de la expiación. La LXX usa 28 veces la palabra hilasterion, y en todas alude al propiciatorio, excepto en Amó 9:1. Esta traducción de hilasterion como “propiciatorio” en el NT conlleva, sin embargo, cierta ambigüedad, ya que Cristo fue a la vez la encarnación personal de la Deidad y el medio de expiación, no un lugar impersonal de esta acción. Es mejor no traducir la palabra por “propiciatorio”.
Pablo explica que la ira de Dios se cierne sobre todos los seres humanos debido a la terrible pecaminosidad (Rom 1:1-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31, especialmente Rom 1:18-32). En Rom 3:25 demuestra la iniciativa de Dios por satisfacer Su ira al hacer de Cristo el hilasterion o la propiciación. Si Pablo hubiera tenido intención de tratar únicamente la expiación en este versículo, habría abandonado el tema de la propiciación hasta después de este punto de la carta.
En Heb 2:17 tas harmartias (los pecados) son el objeto directo de hilaskomai, lo que podría hacernos pensar que la mejor traducción sería “expiación”. Sin embargo, este pasaje, aunque habla de la expiación que lava nuestros pecados, no niega el concepto de que se considera la ira de Dios, e incluso menciona a un “misericordioso y fiel sumo sacerdote”, lo que indica el aplacamiento de una ira justa. El otro pasaje se encuentra en 1Jn 2:2, que habla de un abogado necesario para detener al Dios airado. Aunque 2Co 5:18-20 no usa la palabra hilasmos, sí habla de un Dios que “nos reconcilió consigo mismo por Cristo”, lo que denota una enemistad previa con Dios. Esta imagen no se podría explicar solo mediante la expiación sino que debe tener como base la propiciación; por lo tanto, las traducciones deberían reflejar este significado preciso.
Formulación teológica
Hallamos la necesidad de propiciación en Dios mismo, en que el pecado provoca Su ira. Sin embargo, eruditos como c.h. Dodd y a.T. Hanson creen o que la ira de Dios es inexistente o bien que es impersonal, un episodio de causa y efecto. Dodd creía que la palabra hilasmos en griego (tanto clásico como koiné) significaba “propiciar”, y que la adoración pagana incluía un aplacamiento similar de las deidades por medio de sacrificios. No obstante, no sentía que esto se aplicara al judaísmo helenístico ni al NT. Entonces interpretó los versículos del AT y del NT únicamente en el sentido de expiación, negando así la propiciación. El interés teológico de Dodd de redefinir la naturaleza de Dios sin hacer referencia a Su justa ira contra el pecado parece haber condicionado sus conclusiones. Otros eruditos, como León Morris y Roger Nicole, han defendido y respaldado la realidad de la ira de Dios y de la doctrina de una expiación propiciatoria.
La doctrina de la propiciación en las Escrituras está en franca oposición con la propiciación de los rituales paganos de sacrificios. En primer lugar, el objeto del sacrificio pagano estaba relacionado con deidades personales que no tienen poder absoluto o con una deidad absoluta e impersonal, ninguna de las cuales puede producir expiación. El destinatario del sacrificio en las Escrituras es el Dios triuno, absoluto y personal. En segundo lugar, las deidades objeto de adoración pagana despliegan ira de una manera irracional y caprichosa. La Deidad de las Escrituras despliega ira debido a Su naturaleza interna y no por causas externas y caprichosas. En tercer lugar, el sujeto de la propiciación pagana es el adorador que ofrece el sacrificio. Quien apacigua la ira de Dios el Padre es Dios el Hijo, que voluntariamente presenta la expiación eficaz, ya que la humanidad no es digna de ofrecer un sacrificio al Dios contra quien se ha rebelado. Esta forma de sacrificio se describe en el AT en Lev 17:11, donde Dios le dio la expiación a Israel con el propósito de propiciar Su ira.
El efecto de la expiación está directamente vinculado con la ira de Dios. Si Dios no tuviera ni ira ni enojo hacia los pecadores, no habría necesidad de propiciación. La mera expiación bastaría. Si hay expiación sin propiciación, Dios es a la vez indiferente al pecado y, por lo tanto, injusto. La propiciación es la única manera en que Dios puede ofrecerles perdón a los pecadores y, al mismo tiempo, ser justo. “Pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar Su justicia. De este modo Dios es justo y a la vez el que justifica a los que tienen fe en Jesús” (Rom 3:26 NVI).
Otro atributo de Dios que algunos creen incompatible con Su ira es Su amor, pero ambos se muestran compatibles a través de la expiación, “en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom 5:8; comp. Éxo 34:7). La tensión debe reconciliarse porque esta falta teológica (a saber, no reconciliar la aparente paradoja del amor y la ira de Dios) es probablemente la razón de gran parte de la controversia sobre cuál de los dos conceptos, la expiación o la propiciación, es el sentido correcto. Los que no pueden reconciliar la aparente paradoja rechazan la ira y la propiciación a cambio del amor, lo cual es innecesario. En 1Jn 4:9-10, el autor afirma que Dios “nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. La crucifixión es la encarnación misma del amor. Aunque los pecadores odiaban a su Creador, Él buscó una manera de reconciliarse con ellos. Isa 53:10 afirma que “el Señor quiso quebrantarlo, y hacerlo sufrir” (NVI). Jesús no fue una víctima. Este acto de Su parte fue un amor incomparable, un entregarse completamente por nosotros, “como ofrenda y sacrificio fragante para Dios” (Efe 5:2 NVI). Ver Expiación.

Jeremiah h. Russell

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