Significado de IRA, IRA DE DIOS Según La Biblia | Concepto y Definición

IRA, IRA DE DIOS Significado Bíblico

¿Qué Es IRA, IRA DE DIOS En La Biblia?

Utilizada para expresar diversas emociones que incluyen enojo, indignación, vejación, dolor, amargura y furia. Es la respuesta emocional frente a la percepción de lo incorrecto y lo injusto. Tanto los seres humanos como también Dios expresan ira. Cuando se emplea en relación a Dios, la ira se refiere a Su oposición absoluta al pecado y el mal. No obstante, cuando se utiliza con respecto a los seres humanos, la ira es un mal que se debe evitar.
Antiguo Testamento
El AT habla con mucha frecuencia sobre la ira de Dios y la ira humana, pero la ira de Dios se menciona tres veces más que la humana. Hay alrededor de 20 palabras hebreas diferentes que se utilizan aprox. 580 veces en el AT para aludir a la ira divina. La mayoría de estos términos se toman de expresiones fisiológicas concretas. El más frecuente es ‘aph, que aparece 210 veces. Es la palabra que corresponde a “nariz” o “rostro”. La manera en que dicha palabra comenzó a utilizarse para expresar ira se ha explicado tradicionalmente mediante la idea común de que “resoplar” y “resollar” por la nariz son una señal de enojo. El segundo término que se utiliza con más frecuencia es chemah (aprox. 115 veces), con el significado principal de “calor” (comp. Eze 3:14), pero la mayoría de las veces se traduce “furia” o “indignación”. Los términos menos usados son: charah (33 veces), que se emplea comúnmente en combinación con aph en el sentido de “ira intensa”; qetseph (28 veces), refiriéndose a “indignación”; ebrah (24 veces), que se traduce “ira”, “furia” y “ardiente ira”.
Estos términos antropomórficos no se deben interpretar como si a Dios se le atribuyera la pasión irracional que con tanta frecuencia se halla en el hombre y que se atribuye a deidades paganas. Por otra parte, ciertamente señalan la realidad y la severidad de la ira de Dios en el AT (Isa 63:1-6). La ira divina no es un capricho sino que siempre se presenta como la reacción moral y ética ante el pecado. Es probable que a veces se hable de ese pecado en términos generales (Job 21:20; Jer 21:12; Eze 24:13), y en otras ocasiones se especifique como es el caso de derramamiento de sangre (Eze 24:8), adulterio (Eze 23:25), violencia (Eze 8:18), codicia (Jer 6:11), venganza (Eze 25:17), aflicción de las viudas y de los huérfanos (Éxo 22:22), llevar cautivos a los hermanos (2Cr 28:11-27), y especialmente idolatría (Sal 78:56-66). Dios siempre expresaba su ira por medio de un agente creado: Sus ángeles; Su pueblo, los israelitas; las naciones gentiles, y las fuerzas de la naturaleza.
En los libros proféticos, la ira de Dios comúnmente se presenta como un juicio futuro. Por lo general, se asocia con el concepto de “el día de Jehová” (Sof 1:14) o simplemente “aquel día”. Dicho día será un día grande y terrible, un día de oscuridad y penumbras, día de la venganza de Dios (Joe 2:2; Joe 2:11; Isa 63:4). En tanto que algunas de estas declaraciones proféticas tal vez se hayan referido al juicio de Dios durante el transcurso de la historia, su cumplimiento definitivo ocurrirá en un acto final mediante el cual el mundo y sus habitantes le rendirán cuentas a Dios (comp. el uso del NT de “el día del Señor”, 1Ts 5:1-9; 2Pe 3:10).
Nuevo Testamento
La ira de Dios no se menciona con tanta frecuencia en el NT, ni existe una riqueza de vocabulario tan amplia como la del AT. Hay solo dos términos principales para ira en el NT: thumos y orge. Ambos se utilizan para expresar pasión humana y un atributo o acción divinos. Cuando se emplea como pasión humana, se la menciona en forma repetida en las listas de pecados que se deben evitar, y que si no se evitan, pueden incitar la ira de Dios (Efe 4:31; Efe 5:6; Col 3:8; Tit 1:7).
Algunos han observado una diferencia de significado en estos sinónimos en la que thumos expresa un arrebato repentino de enojo, en tanto que orge enfatiza una actitud más deliberada. Es probable que haya una diferencia intencional en los usos ocasionales de los términos, pero esto no impide que ambas expresiones se condenen como vicios cuando se aplican a la pasión humana. Además, ambas palabras se utilizan para describir el carácter de Dios, particularmente en el libro de Apocalipsis. A veces se emplean juntas y, en dichos casos, orge se traduce “ira” y thumos “indignación” o “ferocidad” (Rom 2:8; Apo 14:10).
En el NT hay gran énfasis en la ira de Dios como un juicio venidero. Juan el Bautista comenzó su ministerio anunciando la ira de Dios que estaba por llegar y de la cual los hombres debían huir (Mat 3:7). Asimismo, Jesús pronunció que vendría ira sobre Israel y produciría gran angustia (Luc 21:23). Pablo habla de un día de ira que les aguarda a muchos, pero del que los creyentes serán liberados (Rom 2:5; Efe 2:3). La idea de la ira futura de Dios se revela en gran escala en Apocalipsis. Se describe en términos muy gráficos como cataclismos universales (Apo 6:12-17), “el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso” (Apo 19:15), y “el cáliz de su ira” (Apo 14:10).
En el NT, la ira divina no es solamente un juicio futuro; es una realidad presente que por lo tanto no solo aguarda a las personas en el futuro. Jesús declaró que la ira divina mora en los incrédulos y que, en consecuencia, están condenados (Jua 3:18; Jua 3:36). Para Pablo, la ira de Dios se revela contra toda impiedad e injusticia de los hombres (Rom 1:18); todas las personas en su estado natural son “hijos de ira” (Efe 2:3).
Consideraciones teológicas
La doctrina de la ira divina carece de popularidad en gran parte del debate teológico moderno. Algunos niegan que exista siquiera ira en Dios. Otros piensan que la ira divina es un proceso impersonal y moral de causa-efecto que da como resultado consecuencias desagradables por las malas acciones. Otros incluso consideran que la ira divina es Su enojo contra el pecado pero no contra el pecador.
La ira de Dios es real, severa y personal. La idea de que Dios no está airado con los pecadores no pertenece ni al AT ni al NT. Dios es un ser moral y personal que se opone de manera inalterable al mal y que asume acciones personales en su contra. La ira es el castigo que deriva de la rectitud de Dios mediante la cual mantiene Su orden moral, que exige justicia y retribución por la injusticia.
Más aún, la ira de Dios se relaciona confusamente con la doctrina de la salvación. Si no hay ira, no hay salvación. Si Dios no actúa en contra de los pecadores, entonces no hay peligro del cual los pecadores tengan que ser salvados. Las buenas noticias del evangelio son que los pecadores justamente merecen la ira de Dios y pueden ser librados de ella. Mediante la muerte expiatoria de Cristo, Dios es propiciado y Su enojo se aparta de todos aquellos que reciben a Cristo (Rom 3:24-25). Por lo tanto, los que tienen fe en la sangre de Cristo ya no están designados para enfrentar la ira sino que son librados de ella y designados “para alcanzar salvación” (1Ts 1:10; 1Ts 5:9).

Jimmy A. Millikin

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