Significado de JESUCRISTO Diccionario Bíblico Teológico Gratis

¿Qué Significa JESUCRISTO En La Biblia Según El Diccionario Bíblico Online?

Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra.El nombre Jesús (gr. I-?-sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma completa), que significa “Jehová Es Salvación”. Era un nombre bastante común en aquel tiempo. Por eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo “Jesús el Nazareno”. (Mar 10:47; Hch 2:22.) El título Cristo viene del griego Kjri-stós, cuyo equivalente en hebreo es Ma-schí-aj (Mesías), que significa “Ungido”. Aunque el término “ungido” se aplicó apropiadamente a otros hombres anteriores a Jesús, como Moisés, Aarón y David (Heb 11:24-26; Lev 4:3; Lev 8:12; 2Sa 22:51), el puesto, cargo o servicio para el que se les ungió solo prefiguró o tipificó el puesto, cargo y servicio superiores de Cristo Jesús. Por consiguiente, Jesús es por excelencia y de modo singular “el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. (Mat 16:16; véanse CRISTO; MESÍAS.)Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó su vida aquí en la Tierra. Él mismo habló de su existencia celestial prehumana. (Jua 3:13; Jua 6:38; Jua 6:62; Jua 8:23; Jua 8:42; Jua 8:58.) En Jua 1:1-2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al decir: “En el principio la Palabra [gr. Ló-gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios [“era divina”, Sd; compárese con An American Translation, Moffat (ambas en inglés); o: “de esencia divina”, Böhmer; Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el principio con Dios”. Dado que Jehová es eterno y no tuvo principio (Sal 90:2; Apo 15:3), el que la Palabra estuviera con Dios desde el “principio” debe referirse al principio de las obras creativas de Jehová. Esta conclusión la confirman otros textos que identifican a Jesús como “el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios”. (Col 1:15; Apo 1:1; Apo 3:14.) De modo que las Escrituras identifican a la Palabra (Jesús en su existencia prehumana) como la primera creación de Dios, su Hijo primogénito.Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o Aquel que dio vida a este Hijo primogénito, de modo que este Hijo era en realidad una creación de Dios. Él señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: “Yo vivo a causa del Padre”. Según el contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido causada por Él, de la misma manera que los hombres encaminados a la muerte podrían conseguir vida si ejercían fe en el sacrificio de rescate de Jesús. (Jua 6:56-57.)Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se aproximan a la realidad, la existencia de Jesús como criatura celestial empezó miles de millones de años antes de la creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El Padre se valió de su Hijo primogénito celestial para crear todas las demás cosas (Jua 1:3; Col 1:16-17), entre ellas los millones de otros hijos de la familia celestial de Jehová Dios (Dan 7:9-10; Apo 5:11), así como el universo material y las criaturas que al principio se colocaron en él. Lógicamente, Jehová se dirigía a este Hijo primogénito cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. (Gén 1:26.) Todas estas otras cosas no solo fueron creadas “mediante él”, sino también “para él”, como el Primogénito de Dios y el “heredero de todas las cosas”. (Col 1:16; Heb 1:2.)No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo hicieron un cocreador de su Padre. El poder para la creación procedía de Dios mediante su espíritu santo o fuerza activa. (Gén 1:2; Sal 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la vida, toda la creación animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sal 36:9.) Más que un cocreador, fue el agente o instrumento por medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo atribuyó la creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mat 19:4-6; véase CREACIÓN.)Sabiduría personificada. Lo que las Escrituras dicen sobre la Palabra encaja de modo sobresaliente con la descripción de Pro 8:22-31. En este pasaje se personifica a la sabiduría, se la representa como si pudiera hablar y actuar. (Pro 8:1.) Muchos escritores cristianos de los primeros siglos de la era común entendieron que este pasaje se refería simbólicamente al Hijo de Dios en su estado prehumano. En vista de los textos ya analizados, no puede negarse que Jehová ‘produjera’ al Hijo “como el principio de su camino, el más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás”, ni que el Hijo estuviera al “lado [de Jehová] como un obrero maestro” durante la creación de la Tierra, como dicen estos versículos de Proverbios. Es verdad que en hebreo, cuyos sustantivos tienen género (como en español), la palabra para “sabiduría” está siempre en femenino. El que se personifique a la sabiduría no cambia su género, pero tampoco impide que se use figuradamente para representar al Hijo primogénito de Dios. La palabra griega para “amor” en la frase “Dios es amor” (1Jn 4:8) también está en femenino, aunque el término Dios es masculino. Salomón, el escritor principal de Proverbios (Pro 1:1), se aplicó el título qo-hé-leth (congregador) (Ecl 1:1), aunque el género de esta palabra también es femenino.La sabiduría solo se manifiesta cuando se expresa de algún modo. La sabiduría de Dios se expresó en la creación (Pro 3:19-20) mediante su Hijo. (Compárese con 1Co 8:6.) Del mismo modo, el propósito sabio de Dios concerniente a la humanidad también se hace manifiesto mediante su Hijo, Jesucristo, y se sintetiza en él. Por eso el apóstol pudo decir que Cristo representa “el poder de Dios y la sabiduría de Dios”, y que Cristo Jesús “ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y liberación por rescate”. (1Co 1:24; 1Co 1:30; compárese con 1Co 2:7-8; Pro 8:1; Pro 8:10; Pro 8:18-21.)En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame “Hijo unigénito” (Jua 1:14; Jua 3:16; Jua 3:18; 1Jn 4:9) no significa que las otras criaturas celestiales creadas no sean hijos de Dios, puesto que también se las llama hijos. (Gén 6:2; Gén 6:4; Job 1:6; Job 2:1; Job 38:4-7.) Sin embargo, por ser la única creación directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único, diferente de todos los demás hijos de Dios, a los que Jehová creó o engendró mediante ese Hijo primogénito. De modo que “la Palabra” era el “Hijo unigénito” de Jehová en un sentido especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán en un sentido particular (su padre ya había tenido otro hijo, pero no de su esposa Sara). (Heb 11:17; Gén 16:15.)Por qué se le llama “la Palabra”. Parece ser que el nombre (o quizás título) “la Palabra” (Jua 1:1) identifica la función que el Hijo primogénito de Dios desempeñó después de crear otras criaturas inteligentes. Una expresión similar aparece en Éxo 4:16, donde Jehová le dijo a Moisés con respecto a su hermano Aarón: “Y él tiene que hablar por ti al pueblo; y tiene que suceder que él te servirá de boca, y tú le servirás de Dios”. Como portavoz del representante principal de Dios sobre la Tierra, Aarón hizo las veces de “boca” para Moisés. Ese fue también el caso de la Palabra o Logos, quien llegó a ser Jesucristo. Es probable que Jehová usara a su Hijo para transmitir información e instrucción a otros miembros de su familia de hijos celestiales, como hizo para entregar su mensaje a los humanos. Como prueba de que era la Palabra o portavoz de Dios, Jesús dijo a sus oyentes judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo”. (Jua 7:16-17; compárese con Jua 12:50; Jua 18:37.)En su existencia prehumana como la Palabra, Jesús debió servir de vocero de Jehová para personas en la Tierra. Aunque algunos textos parecen indicar que Jehová habló a seres humanos directamente, otros aclaran que lo hizo a través de un representante angélico. (Compárese Éxo 3:2-4 con Hch 7:30; Hch 7:35; también Gén 16:7-11; Gén 16:13; Gén 22:1; Gén 22:11-12; Gén 22:15-18.) Es razonable pensar que en la mayoría de estos casos Jehová habló a través de la Palabra. Quizás lo hizo también en Edén, pues en dos de las tres ocasiones que se dice que Dios habló, el registro muestra con toda claridad que alguien estaba con Él, y es lógico concluir que fuera su propio Hijo. (Gén 1:26-30; Gén 2:16-17; Gén 3:8-19; Gén 3:22.) El ángel que guió a Israel por el desierto y cuya voz los israelitas tenían que obedecer estrictamente, porque el ‘nombre de Jehová estaba en él’, también pudo haber sido el Hijo de Dios, la Palabra. (Éxo 23:20-23; compárese con Jos 5:13-15.)Esto no significa que la Palabra sea el único representante angélico mediante el que Jehová ha hablado. Las declaraciones inspiradas de Hch 7:53, Gál 3:19 y Heb 2:2-3 muestran que el pacto de la Ley fue transmitido a Moisés por medio de hijos angélicos de Dios que no eran su primogénito.Jesús sigue llevando el nombre “La Palabra de Dios” después de regresar a la gloria celestial. (Apo 19:13; Apo 19:16.)¿Por qué se refieren algunas traducciones de la Biblia a Jesús como “Dios”, mientras que otras le llaman “un dios”?Algunas versiones de la Biblia traducen Jua 1:1 de la siguiente manera: “En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. El texto griego lee literalmente: “En principio era la palabra, y la palabra era hacia el dios, y dios era la palabra”. El traductor tiene que poner las mayúsculas según las normas del idioma al que traduce. Está claro que es apropiado escribir con mayúscula la expresión “el dios”, pues se refiere al Dios Todopoderoso, con quien estaba la Palabra. No obstante, la mayúscula de la palabra “dios” en el segundo caso no está justificada.La Traducción del Nuevo Mundo traduce así este texto: “En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios”. Es verdad que el artículo indefinido (“un”) no está en el texto griego, pero eso no significa que no pueda usarse en la traducción, pues en el griego koiné o común este artículo no existía. Por lo tanto, los traductores deben incluir o no el artículo indefinido en todas las Escrituras Griegas Cristianas según su entendimiento del significado del texto. Todas las traducciones españolas de las Escrituras Griegas contienen el artículo indefinido cientos de veces, aunque la mayoría no lo usa en Jua 1:1. No obstante, su inclusión en la traducción de este versículo tiene buen fundamento.En primer lugar, debe notarse que el texto mismo muestra que la Palabra estaba “con Dios”, de modo que no podía ser Dios, es decir, el Dios Todopoderoso. (Note también el vs. Jua 1:2, que sería innecesario si el vs. 1 dijera en realidad que la Palabra era Dios.) Además, la segunda vez que se usa en el versículo la palabra para “dios” (gr. the-ós) no lleva el artículo definido “el” (gr. ho). Ernst Haenchen escribió sobre este hecho en un comentario sobre el evangelio de Juan (caps. 1-6): “En este período [the-ós] y [ho the-ós] (‘dios, divino’, y ‘el Dios’) no eran lo mismo […]. De hecho, para el […] Evangelista, solo el Padre era ‘Dios’ ([ho the-ós]; cf. Jua 17:3); ‘el Hijo’ estaba subordinado a él (cf. Jua 14:28). Sin embargo, en este pasaje esa relación solo se insinúa, pues lo que se resalta es la proximidad de uno al otro. […] En el monoteísmo judío y cristiano era perfectamente posible hablar de seres divinos que existían junto a Dios o bajo él, pero no idénticos a él. Flp 2:6-10 lo demuestra. En este pasaje Pablo se refiere precisamente a un ser divino de esa clase, que después se hizo hombre en Jesucristo. […] De modo que ni en Filipenses ni en Jua 1:1 se trata de una relación dialéctica de dos en uno, sino de la unión personal de dos entidades”. (Juan 1, traducción al inglés de R. W. Funk, 1984, págs. 109, 110.)Después de dar como traducción de Jua 1:1 c “y divina (de la categoría de divinidad) era la Palabra”, Haenchen sigue diciendo: “En este caso, el verbo ‘era’ ([en]) simplemente tiene sentido predicativo. Y por ello ha de darse más atención al predicado nominal: [the-ós] no es lo mismo que [ho the-ós] (‘divino’ no es lo mismo que ‘Dios’)” (págs. 110, 111). Al tratar este tema, Philip B. Harner dice que la construcción gramatical de Jua 1:1 incluye un predicado sin el artículo definido “el” antecediendo al verbo, una construcción que tiene principalmente un significado cualitativo y que muestra que “el logos posee la naturaleza de theós”. Más adelante dice: Creo que “en Jua 1:1 la fuerza cualitativa del predicado es tan importante que el nombre [the-ós] no puede considerarse definido”. (Journal of Biblical Literature, 1973, págs. 85, 87.) Otros traductores también reconocen que el término griego es cualitativo y se refiere a la naturaleza de la Palabra, por lo que traducen la frase: “la Palabra […] era divina”. (Sd; compárese con An American Translation, Moffat; véase el apéndice de NM, pág. 1578, 1579.)Las Escrituras Hebreas muestran de manera clara y coherente que hay un solo Dios Todopoderoso, el Creador de todas las cosas y el Altísimo, cuyo nombre es Jehová. (Gén 17:1; Isa 45:18; Sal 83:18.) Por esa razón, Moisés pudo decir a la nación de Israel: “Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. Y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital”. (Deu 6:4-5.) Las Escrituras Griegas Cristianas no contradicen esta enseñanza que los siervos de Dios han aceptado y creído durante miles de años, sino que, por el contrario, la apoyan. (Mar 12:29; Rom 3:29-30;1Co 8:6; Efe 4:4-6; 1Ti 2:5.) El mismo Jesucristo dijo: “El Padre es mayor que yo”, y se refirió al Padre como su Dios, “el único Dios verdadero”. (Jua 14:28; Jua 17:3; Jua 20:17; Mar 15:34; Apo 1:1; Apo 3:12.) En muchas ocasiones Jesús expresó su inferioridad y subordinación a su Padre. (Mat 4:9-10; Mat 20:23; Luc 22:41-42; Jua 5:19; Jua 8:42; Jua 13:16.) Aun después de su ascensión al cielo, sus apóstoles continuaron transmitiendo la misma idea. (1Co 11:3; 1Co 15:20; 1Co 15:24-28; 1Pe 1:3; 1Jn 2:1; 1Jn 4:9-10.)Estos hechos suministran una base sólida para traducir “la Palabra era un dios” en Jua 1:1. La posición preeminente que ocupa la Palabra entre las criaturas de Dios como el Primogénito, aquel por medio de quien Dios creó todas las cosas y el que actuaba como su Portavoz, da base para que se le llame “un dios” o poderoso. La profecía mesiánica de Isa 9:6 predijo que se le llamaría “Dios Poderoso”, aunque no el Dios Todopoderoso, y que sería el “Padre Eterno” de todos aquellos que tuvieran el privilegio de vivir bajo su gobernación. El celo de su propio Padre, “Jehová de los ejércitos”, haría posible el cumplimiento de esta predicción. (Isa 9:7.) Si al adversario de Dios, Satanás el Diablo, se le llama un “dios” (2Co 4:4) debido a su dominio sobre hombres y demonios (1Jn 5:19; Luc 11:14-18), con mucha más razón y propiedad se puede llamar “un dios” al Hijo primogénito de Dios, “el dios unigénito”, como lo llaman los manuscritos más confiables de Jua 1:18.Cuando los opositores acusaron a Jesús de ‘hacerse a sí mismo un dios’, su respuesta fue: “¿No está escrito en su Ley: ‘Yo dije: “Ustedes son dioses”’? Si él llamó ‘dioses’ a aquellos contra quienes vino la palabra de Dios, y sin embargo la Escritura no puede ser nulificada, ¿me dicen ustedes a mí, a quien el Padre santificó y despachó al mundo: ‘Blasfemas’, porque dije: Soy Hijo de Dios?”. (Jua 10:31-37.) En esa ocasión Jesús citó del Salmos 82, donde se llama “dioses” a jueces humanos a quienes Dios condenó por no ejecutar justicia. (Sal 82:1-2; Sal 82:6-7.) Con estas palabras Jesús demostró que no era razonable acusarle de blasfemia por haber declarado que era, no Dios, sino el Hijo de Dios.Esta acusación de blasfemia surgió como resultado de que Jesús dijera: “Yo y el Padre somos uno”. (Jua 10:30.) Pero su respuesta, examinada ya en parte, muestra que Jesús no había alegado ser el Padre o Dios mismo. Para entender qué quería decir Jesús con aquella expresión, hay que analizar el contexto de su declaración. Él hablaba de sus obras y del cuidado de las “ovejas” que lo seguirían. Tanto sus obras como sus palabras mostraron que había unidad —no desunión y falta de armonía— entre él y su Padre, y este hecho se destacó en su respuesta. (Jua 10:25-26; Jua 10:37-38; compárese con Jua 4:34; Jua 5:30; Jua 6:38-40; Jua 8:16-18.) En lo que respecta a sus “ovejas”, él y su Padre también estaban en unidad para protegerlas y conducirlas a vida eterna. (Jua 10:27-29; compárese con Eze 34:23-24.) La oración de Jesús a favor de la unidad de todos sus discípulos, tanto los de aquel entonces como los que habían de venir en el futuro, muestra que el ser uno con su Padre no se refiere a identidad personal, sino a unidad de propósito y acción. De este modo, los siervos de Jesús podrían ‘todos ellos ser uno’, tal como él y su Padre eran uno. (Jua 17:20-23.)En armonía con esto, cuando Jesús respondió a una pregunta de Tomás, dijo: “Si ustedes me hubieran conocido, habrían conocido a mi Padre también; desde este momento lo conocen y lo han visto”. Y en respuesta a una pregunta de Felipe, añadió: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también”. (Jua 14:5-9.) De nuevo, la siguiente explicación de Jesús muestra que eso era así debido a que representó fielmente a su Padre, habló Sus palabras e hizo Sus obras. (Jua 14:10-11; compárese con Jua 12:28; Jua 12:44-49.) En esa misma ocasión, la noche de su muerte, dijo a estos mismos discípulos: “El Padre es mayor que yo”. (Jua 14:28.)El significado de que los discípulos ‘vieran’ al Padre al ver a Jesús, también se puede entender a la luz de otros casos de las Escrituras. Por ejemplo, Jacob le dijo a Esaú: “He visto tu rostro como si viera el rostro de Dios, puesto que me recibiste con placer”. Dijo esto porque la reacción de Esaú había estado en consonancia con la oración de Jacob a Dios. (Gén 33:9-11; Gén 32:9-12.) Cuando las preguntas que Dios le hizo a Job desde una tempestad de viento le aclararon su entendimiento, Job dijo: “De oídas he sabido de ti, pero ahora mi propio ojo de veras te ve”. (Job 38:1; Job 42:5; véase también Jue 13:21-22.) Los “ojos de su corazón” habían sido iluminados. (Compárese con Efe 1:18.) La declaración de Jesús en cuanto a ver al Padre ha de entenderse figuradamente, no de modo literal, como él mismo aclaró en Jua 6:45 y según lo que Juan escribió mucho tiempo después de la muerte de Jesús: “A Dios ningún hombre lo ha visto jamás; el dios unigénito que está en la posición del seno para con el Padre es el que lo ha explicado”. (Jua 1:18; 1Jn 4:12.)¿Qué quiso decir Tomás cuando dijo a Jesús: “Mi Señor y mi Dios”?Cuando Jesús se apareció a Tomás y a los otros apóstoles, con lo que eliminó las dudas de Tomás sobre su resurrección, este —ya convencido— exclamó a Jesús: “¡Mi Señor y mi Dios! [literalmente, “¡El Señor de mí y el Dios (ho The-ós) de mí!”]”. (Jua 20:24-29.) Algunos eruditos han entendido que esa expresión es una exclamación de asombro pronunciada ante Jesús, pero dirigida en realidad a Dios, su Padre. Sin embargo, otros afirman que el griego original exige que las palabras se consideren dirigidas a Jesús. Aunque ese fuese el caso, la expresión “Mi Señor y mi Dios” tendría que concordar con el resto de las Escrituras inspiradas. Como el registro muestra que antes Jesús había dirigido a sus discípulos el mensaje: “Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”, no hay razón para creer que Tomás pensara que Jesús era el Dios Todopoderoso. (Jua 20:17.) Después de relatar esta conversación de Tomás con Jesús resucitado, el mismo Juan hace el siguiente comentario sobre este y otros relatos similares: “Pero estas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre”. (Jua 20:30-31.)De modo que Tomás pudo haberse dirigido a Jesús como “mi Dios” en el sentido de que fuese “un dios”, aunque no el Dios Todopoderoso ni “el único Dios verdadero”, a quien Jesús dirigía sus oraciones, las cuales Tomás había oído a menudo. (Jua 17:1-3.) O quizás se dirigió a Jesús como “mi Dios” de un modo similar al de las expresiones de sus antepasados registradas en las Escrituras Hebreas, con las que estaba familiarizado. En algunas ocasiones, cuando un mensajero angélico de Jehová visitaba o se dirigía a una persona, dicha persona, o a veces el propio escritor bíblico, respondía a ese mensajero o hablaba de él como si se tratase de Jehová Dios. (Compárese con Gén 16:7-11; Gén 16:13; Gén 18:1-5; Gén 18:22-33; Gén 32:24-30; Jue 6:11-15; Jue 13:20-22.) Esto se debía a que el mensajero angélico actuaba como representante de Jehová, hablaba en su nombre y quizás hasta empleaba el pronombre en primera persona del singular y decía: “Yo soy el Dios verdadero”. (Gén 31:11-13; Jue 2:1-5.) Por consiguiente, Tomás pudo llamar a Jesús “mi Dios” en este sentido, en reconocimiento o confesión de Jesús como el representante y portavoz del Dios verdadero. En cualquier caso, lo que es cierto es que las palabras de Tomás no contradicen la declaración expresa que él mismo había oído de boca de Jesús, a saber: “El Padre es mayor que yo”. (Jua 14:28.)Su nacimiento en la Tierra. Antes de que Jesús naciera en la Tierra, hubo ángeles que se aparecieron en forma humana en este planeta, los cuales probablemente se materializaron en cuerpos adecuados para el caso y se desmaterializaron una vez terminadas sus asignaciones. (Gén 19:1-3; Jue 6:20-22; Jue 13:15-20.) De modo que siguieron siendo criaturas celestiales, pues utilizaron un cuerpo físico solo de modo temporal. Sin embargo, ese no fue el caso cuando el Hijo de Dios vino a la Tierra y llegó a ser el hombre Jesús. Jua 1:14 dice que “la Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros”. Por esa razón, podía llamarse a sí mismo “Hijo del hombre”. (Jua 1:51; Jua 3:14-15.) Hay quien recurre a la expresión “residió [literalmente, “moró en tienda”] entre nosotros”, para alegar que esto muestra que Jesús no era un humano verdadero, sino una encarnación. Sin embargo, el apóstol Pedro usa una expresión similar acerca de sí mismo y obviamente no era una encarnación. (2Pe 1:13-14.)El registro inspirado dice: “Pero el nacimiento de Jesucristo fue de esta manera. Durante el tiempo que su madre María estaba comprometida para casarse con José, se halló que estaba encinta por espíritu santo antes que se unieran”. (Mat 1:18.) Previamente, el mensajero angélico de Jehová había informado a la muchacha virgen, María, que ‘concebiría en su matriz’ como resultado de que el espíritu santo de Dios viniera sobre ella y Su poder la cubriera con su sombra. (Luc 1:30-31; Luc 1:34-35.) Puesto que hubo una verdadera concepción, parece ser que Jehová fertilizó un óvulo en la matriz de María y transfirió la vida de su Hijo primogénito de la región de los espíritus a la Tierra. (Gál 4:4.) Solo de ese modo podría conservar su identidad el niño que iba a nacer, es decir, ser la misma persona que había residido en el cielo con el nombre de la Palabra, y llegar a ser un verdadero hijo de María y por consiguiente un genuino descendiente de sus antepasados Abrahán, Isaac, Jacob, Judá y el rey David, y heredero legítimo de las promesas divinas que ellos recibieron. (Gén 22:15-18; Gén 26:24; Gén 28:10-14; Gén 49:10; 2Sa 7:8; 2Sa 7:11-16; Luc 3:23-34; véase GENEALOGÍA DE JESUCRISTO.) Por consiguiente, es probable que el hijo que nació se pareciera a su madre judía en ciertos rasgos físicos.María descendía del pecador Adán, por lo que también era imperfecta y pecadora. Así que surge la pregunta de cómo podía ser que Jesús, el “primogénito” de María (Luc 2:7), fuese un hombre perfecto y libre de pecado en su organismo físico. Aunque la genética moderna ha aprendido mucho sobre las leyes de herencia y los caracteres dominantes y recesivos, no tiene ninguna experiencia en los resultados de unir la perfección con la imperfección, como fue el caso de la concepción de Jesús. De los resultados que la Biblia revela se deduce que la fuerza de vida perfecta masculina, que causó la concepción, anuló cualquier imperfección existente en el óvulo de María, y produjo un patrón genético (y un desarrollo embrionario) perfecto desde su comienzo. En cualquier caso, fue la actuación del espíritu santo de Dios en aquel momento lo que garantizó el éxito de Su propósito. Como le explicó el ángel Gabriel a María, el “poder del Altísimo” la cubrió con su sombra, de modo que lo que nació fue santo, Hijo de Dios. El espíritu santo de Dios formó, por decirlo así, un muro protector desde la concepción en adelante para que ninguna imperfección o fuerza dañina pudiera perjudicar o manchar el embrión en desarrollo. (Luc 1:35.)Jesús debía su vida humana a su Padre celestial, no a ningún humano, como su padre adoptivo José, pues el espíritu santo de Dios había hecho posible su nacimiento. (Mat 2:13-15; Luc 3:23.) Según dice Heb 10:5, Jehová Dios le ‘preparó un cuerpo’, y Jesús fue verdaderamente “incontaminado, separado de los pecadores” desde el tiempo de la concepción en adelante. (Heb 7:26; compárese con Jua 8:46; 1Pe 2:21-22.)Por tanto, la profecía mesiánica registrada en Isa 52:14, que habla de “la desfiguración en cuanto a su apariencia”, debe aplicar a Jesús el Mesías solo de un modo figurado. (Compárese con el vs. 7 del mismo capítulo.) Aunque de físico perfecto, el mensaje de verdad y justicia que Jesús proclamó con denuedo le volvió repulsivo a los ojos de los opositores hipócritas, quienes alegaban ver en él a un agente de Beelzebub, a un hombre poseído por un demonio, a un engañador blasfemo. (Mat 12:24; Mat 27:39-43; Jua 8:48; Jua 15:17-25.) De modo similar, el mensaje que más tarde proclamaron sus discípulos hizo que llegaran a ser un “olor grato” de vida para las personas receptivas, pero un olor de muerte para los que rechazaron su mensaje. (2Co 2:14-16.)Cuándo nació y cuánto duró su ministerio. Jesús debió nacer en el mes de Etanim (septiembre-octubre) del año 2 a. E.C., se bautizó hacia la misma época del año 29 E.C., y murió sobre las tres de la tarde de un viernes, día 14, del mes primaveral de Nisán (marzo-abril) del año 33 E.C. La base para esas fechas es la siguiente:Jesús nació unos seis meses después que su pariente Juan (el Bautista), durante la gobernación del emperador romano César Augusto (31 a. E.C.-14 E.C.) y la gobernación de Quirinio en Siria (véanse las fechas probables de la administración de Quirinio en INSCRIPCIÓN), y hacia el fin del reinado de Herodes el Grande sobre Judea. (Mat 2:1; Mat 2:13; Mat 2:20-22; Luc 1:24-31; Luc 1:36; Luc 2:1-2; Luc 2:7.)Su nacimiento en relación con la muerte de Herodes. Aunque la fecha de la muerte de Herodes es un asunto muy debatido, hay bastantes razones para pensar que se produjo en el año 1 a. E.C. (Véanse CRONOLOGÍA [Eclipses lunares]; HERODES Números 1 [Fecha de su muerte].) Entre el nacimiento de Jesús y la muerte de Herodes tuvieron lugar varios acontecimientos. Por ejemplo: la circuncisión de Jesús al octavo día (Luc 2:21), el que se le llevara al templo de Jerusalén cuarenta días después de su nacimiento (Luc 2:22-23; Lev 12:1-4; Lev 12:8), el viaje de los astrólogos “de las partes orientales” a Belén (donde Jesús ya no estaba en un pesebre, sino en una casa, Mat 2:1-11; compárese con Luc 2:7; Luc 2:15-16), la huida de José y María a Egipto con el niño (Mat 2:13-15) y la matanza de los niños menores de dos años en Belén y sus distritos cuando Herodes se dio cuenta de que los astrólogos no habían seguido sus instrucciones (lo que indica que para entonces Jesús no era un recién nacido). (Mat 2:16-18.) El que Jesús naciera en el otoño del año 2 a. E.C. permitiría suficiente tiempo para que esos acontecimientos tuvieran lugar entre su nacimiento y la muerte de Herodes, probablemente en 1 a. E.C. No obstante, hay más razones para situar el nacimiento de Jesús en el año 2 a. E.C.Relación entre el ministerio de Juan y el de Jesús. Para hallar más base en apoyo de las fechas que se ofrecen al principio de este subtema, se puede acudir a Luc 3:1-3, donde se muestra que Juan el Bautista empezó a predicar y bautizar en el “año decimoquinto del reinado de Tiberio César”. El año decimoquinto se extendió desde la segunda mitad de 28 E.C. hasta agosto o septiembre de 29 E.C. (Véase TIBERIO.) En cierto momento del ministerio de Juan, Jesús fue a él para que lo bautizara. Cuando, a continuación, Jesús comenzó su propio ministerio, “era como de treinta años”. (Luc 3:21-23.) A los treinta años, la misma edad con la que David llegó a ser rey, ya no estaría en sujeción a sus padres humanos. (2Sa 5:4-5; compárese con Luc 2:51.)Según Núm 4:1-3; Núm 4:22-23; Núm 4:29-30, los que entraban en el servicio del santuario bajo el pacto de la Ley tenían “de treinta años de edad para arriba”. Es razonable que Juan el Bautista, levita e hijo de un sacerdote, empezara su ministerio a la misma edad, no en el templo, naturalmente, sino en la asignación especial que Jehová tenía para él. (Luc 1:1-17; Luc 1:67; Luc 1:76-79.) La mención específica, por dos veces, de la diferencia de edad entre Juan y Jesús, así como la correlación entre las apariciones y mensajes del ángel de Jehová al anunciar ambos nacimientos (Lucas 1), dan base suficiente para creer que sus ministerios siguieron un programa similar; o sea, que el comienzo del ministerio de Juan, como precursor de Jesús precedió en unos seis meses al comienzo del ministerio de Jesús.De acuerdo con estos hechos, Juan nació treinta años antes de empezar su ministerio en el año decimoquinto de Tiberio, es decir, en algún momento entre la segunda mitad de 3 a. E.C. y agosto o septiembre de 2 a. E.C., y Jesús nació unos seis meses más tarde.Prueba de un ministerio de tres años y medio de duración. Gracias a otros datos cronológicos aún puede llegarse a una conclusión más precisa. Estos datos tienen que ver con la duración del ministerio de Jesús y el tiempo de su muerte. La profecía registrada en Dan 9:24-27(examinada con detalle en el artículo SETENTA SEMANAS) sitúa la aparición del Mesías en el principio de la septuagésima “semana” de años (Dan 9:25), y su muerte de sacrificio, a mediados o “a la mitad” de la última semana, dando fin a la validez de los sacrificios y ofrendas bajo el pacto de la Ley. (Dan 9:26-27; compárese con Heb 9:9-14; Heb 10:1-10.) Esto significaría que el ministerio de Jesús duró tres años y medio (la mitad de una “semana” de siete años).El que el ministerio de Jesús durara tres años y medio hasta terminar con su muerte en la Pascua requeriría que este período incluyera cuatro pascuas en total. Se alude a estas cuatro pascuas en Jua 2:13; Jua 5:1; Jua 6:4 y Jua 13:1. En Jua 5:1 no se menciona específicamente la Pascua, sino que solo se alude a “una [“la”, según ciertos manuscritos antiguos] fiesta de los judíos”. Sin embargo, hay base para creer que se refiere a la Pascua y no a cualquier otra de las fiestas anuales.Con anterioridad (Jua 4:35) Jesús había dicho que aún faltaban “cuatro meses antes que [llegara] la siega”. La temporada de la siega, en particular la siega de la cebada, empezaba en la época de la Pascua (14 de Nisán). De modo que Jesús dijo lo anterior cuatro meses antes, o más o menos en el mes de Kislev (noviembre-diciembre). La “fiesta de la dedicación”, celebrada después del exilio, tenía lugar en el mes de Kislev, pero no era una de las grandes fiestas a las que se debía asistir en Jerusalén. (Éxo 23:14-17; Lev 23:4-44.) Según la tradición judía, esa fiesta se celebraba en las muchas sinagogas que había por todo el país. (Véase FIESTA DE LA DEDICACIÓN.) Más tarde, en Jua 10:22, se menciona específicamente que Jesús asistió a una de estas fiestas de la dedicación en Jerusalén; sin embargo, parece que ya estaba en esa zona desde la fiesta anterior, la de las cabañas, de modo que no fue especialmente a Jerusalén con ese propósito. Por otro lado, en Jua 5:1 se indica con claridad que Jesús fue de Galilea (Jua 4:54) a Jerusalén debido a esa “fiesta de los judíos” en particular.La única otra fiesta que había entre Kislev y la Pascua era el Purim, que se celebraba en Adar (febrero-marzo), casi un mes antes de la Pascua. Pero la fiesta del Purim, iniciada después del exilio, también se celebraba por todo el país en las casas y las sinagogas. (Véase PURIM.) Por lo tanto, lo más lógico es que la “fiesta de los judíos” a la que se hace referencia en Jua 5:1 haya sido la Pascua, y el que Jesús fuera a Jerusalén estuvo en conformidad con la ley de Dios dada a Israel. Es cierto que después Juan solo registra unos cuantos acontecimientos antes de la siguiente mención de la Pascua. (Jua 6:4.) No obstante, si se repasa la tabla “Acontecimientos principales de la vida humana de Jesús”, se observa que la narración que Juan hace del principio del ministerio terrestre de Jesús es muy breve, pues muchos de los acontecimientos que ya habían narrado los otros tres evangelistas se pasaron por alto. De hecho, la intensa actividad de Jesús, según el registro de los otros evangelistas (Mateo, Marcos y Lucas), apoya la conclusión de que entre los acontecimientos registrados en Jua 2:13 y Jua 6:4 hubo una pascua anual.Cuándo murió. Jesucristo murió en la primavera, el día de la Pascua, es decir, el 14 de Nisán (o Abib) del calendario judío. (Mat 26:2; Jua 13:1-3; Éxo 12:1-6; Éxo 13:4.) Aquel año la Pascua se celebró el día sexto de la semana (los judíos contaban desde la puesta del Sol del jueves hasta la puesta del Sol del viernes). Se llega a esta conclusión por lo que dice Jua 19:31 en cuanto a que el día siguiente era un sábado “grande”. Al día después de la Pascua siempre se le consideraba un sábado, independientemente del día de la semana en que cayera. (Lev 23:5-7.) Pero cuando este sábado especial coincidía con un sábado normal (el séptimo día de la semana), llegaba a ser un sábado “grande”. De modo que la muerte de Jesús ocurrió un viernes, 14 de Nisán, cerca de las tres de la tarde. (Luc 23:44-46.)Resumen de las pruebas. En resumen, como Jesús murió en el mes primaveral de Nisán, su ministerio —que según Dan 9:24-27 había empezado tres años y medio antes— debió comenzar en otoño, en el mes de Etanim (que cae entre septiembre y octubre). Esto significaría que el ministerio de Juan (iniciado en el año decimoquinto de Tiberio) empezó en la primavera del año 29 E.C. Por lo tanto, el nacimiento de Juan debería situarse en la primavera del año 2 a. E.C., y el de Jesús, seis meses más tarde, en el otoño del año 2 a. E.C.; su ministerio empezaría treinta años más tarde, en el otoño de 29 E.C., y su muerte llegaría en el año 33 E.C. (el 14 de Nisán, en la primavera, como ya se ha dicho).No hay base para decir que nació en invierno. Por consiguiente, la idea popular de que Jesús nació el 25 de diciembre no tiene ninguna base bíblica. Como muestran muchas obras de consulta, esta fecha proviene de una fiesta pagana. El docto jesuita Urbanus Holzmeister escribió lo siguiente sobre el origen de la celebración del 25 de diciembre:“Hoy normalmente se admite que el 25 de diciembre era una fecha festiva de los paganos. Petavio [docto jesuita francés, 1583-1652] ya dijo en su día que el 25 de diciembre se celebraba ‘el cumpleaños del sol invicto’.”Entre los testimonios de esta fiesta se cuentan: a) el Calendario de Furio Dionisio Filócalo, compuesto en el año 354 [E.C.], en el que se dice: ‘25 de diciembre, el C(umpleaños) del (Sol) invicto’; b) el calendario del astrólogo Antíoco (compuesto sobre 200 [E.C.]): ‘Mes de diciembre […] 25 […]. El cumpleaños del Sol; aumenta la luz diurna’; c) César Juliano [Juliano el Apóstata, emperador, 361-363 E.C.] habló en favor de los juegos que se celebraban al final del año en honor del Sol, al que se llamaba ‘el Sol invicto’.” (Chronologia vitae Christi, Pontificium Institutum Biblicum, Roma, 1933, pág. 46.)Quizás la prueba más patente de que la fecha del 25 de diciembre es errónea sea el relato bíblico que dice que había pastores en los campos cuidando sus rebaños la noche del nacimiento de Jesús. (Luc 2:8; Luc 2:12.) La temporada de lluvia empezaba en el otoño, en el mes de Bul (que cae entre octubre y noviembre) (Deu 11:14), y en este mes los rebaños pasaban la noche protegidos en cobertizos. El mes siguiente, Kislev (noveno del calendario judío; caía entre noviembre y diciembre), era un mes frío y lluvioso (Jer 36:22; Esd 10:9; Esd 10:13), y Tebet (que caía entre diciembre y enero) tenía las temperaturas más bajas del año, con nieves ocasionales en la región montañosa. Por lo tanto, el que hubiera pastores en los campos durante la noche concuerda con el hecho de que Jesús nació a principios de otoño, en el mes de Etanim. (Véanse BUL; KISLEV.)Otra prueba que indica que Jesús no nació en diciembre es que no sería muy probable que el emperador romano escogiera un mes frío y lluvioso para que sus súbditos judíos (proclives a rebelarse) viajaran “cada uno a su propia ciudad” para inscribirse. (Luc 2:1-3; compárese con Mat 24:20; véase TEBET.)Primeros años de su vida. El registro de los primeros años de la vida de Jesús es breve. Nació en Belén de Judea, la ciudad natal del rey David, y se le llevó a Nazaret de Galilea después que su familia volvió de Egipto, todo ello en cumplimiento de la profecía divina. (Mat 2:4-6; Mat 2:14-15; Mat 2:19-23;Miq 5:2; Ose 11:1; Isa 11:1; Jer 23:5.) José, el padre adoptivo de Jesús, era carpintero (Mat 13:55), y, al parecer, de escasos recursos. (Compárese Luc 2:22-24 con Lev 12:8.) De modo que Jesús, que había nacido en un establo, pasó su niñez en unas circunstancias bastante humildes. Por otra parte, Nazaret no tenía relevancia histórica, aunque estaba cerca de varias rutas comerciales principales, y es posible que muchos judíos la menospreciaran. (Compárese con Jua 1:46; véanse GRABADOS, vol. 2, pág. 539; NAZARET.)No se sabe nada de los primeros años de la vida de Jesús, excepto que “el niñito continuó creciendo y haciéndose fuerte, lleno como estaba de sabiduría, y el favor de Dios continuó sobre él”. (Luc 2:40.) Con el tiempo la familia fue creciendo, pues a José y María les nacieron cuatro hijos y algunas hijas. (Mat 13:54-56.) De modo que el hijo “primogénito” de María (Luc 2:7) no se crió como hijo único. Esto puede explicar por qué sus padres emprendieron el viaje de regreso de Jerusalén sin darse cuenta por un tiempo de que Jesús, su hijo mayor, no estaba en el grupo. La estancia de Jesús a los doce años de edad en el templo, donde se puso a interrogar y escuchar a los maestros judíos, a los que dejó asombrados, es el único incidente de los primeros años de su vida que se cuenta con cierto detalle. (GRABADO, vol. 2, pág. 538.) La respuesta que dio a sus preocupados padres cuando lo localizaron en el templo muestra que conocía la naturaleza milagrosa de su nacimiento y percibía su futuro mesiánico. (Luc 2:41-52.) Es lógico pensar que su madre y su padre adoptivo le hubieran transmitido la información que obtuvieron de las visitas angélicas, así como de las profecías que Simeón y Ana pronunciaron en el primer viaje a Jerusalén, cuarenta días después del nacimiento de Jesús. (Mat 1:20-25; Mat 2:13-14; Mat 2:19-21; Luc 1:26-38; Luc 2:8-38.)No hay nada que indique que Jesús haya tenido o ejercido algún tipo de poder milagroso durante su niñez, como se registra en los cuentos fantásticos que recogen algunas obras apócrifas, como por ejemplo, en Narraciones sobre la infancia del Señor (que también se conoce como el Evangelio del Pseudo Tomás). La transformación del agua en vino en Caná, realizada durante su ministerio, fue el “principio de sus señales”. (Jua 2:1-11.) Asimismo, mientras estuvo con su familia en Nazaret, no hizo ningún despliegue ostentoso de su sabiduría y superioridad como humano perfecto, lo que quizás explique por qué sus medio hermanos no ejercieron fe en él durante su ministerio terrestre, y por qué la mayor parte de la población de Nazaret no creyó en él. (Jua 7:1-5; Jua 6:1; Jua 6:4-6.)No obstante, la gente de Nazaret conocía bien a Jesús (Mat 13:54-56; Luc 4:22); sin duda, debieron notar su personalidad y magníficas cualidades, al menos aquellos que apreciaban la justicia y la bondad. (Compárese con Mat 3:13-14.) Jesús asistía a la sinagoga todos los sábados y era una persona instruida, como lo muestra el que podía encontrar y leer partes de las Santas Escrituras, aunque no había asistido a las escuelas rabínicas de “enseñanza superior”. (Luc 4:16; Jua 7:14-16.)La brevedad del registro sobre estos primeros años se debe a que Jehová todavía no había ungido a Jesús como “el Cristo” (Mat 16:16) y a que este no había empezado a cumplir con la asignación divina que le aguardaba. Su niñez y desarrollo, así como su nacimiento, fueron necesarios pero no trascendentales; en realidad, fueron medios para un fin. Como Jesús dijo más tarde al gobernador romano Pilato, “Para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad”. (Jua 18:37.)Su bautismo. El derramamiento del espíritu santo en el bautismo de Jesús marcó el momento en que llegó a ser el Mesías o Cristo, el Ungido de Dios (cuando los ángeles usaron ese título al anunciar su nacimiento fue en un sentido profético; Luc 2:9-11; nótense también los vss. 25, 26). Juan había estado ‘preparando el camino’ para “el medio de salvar de Dios” durante seis meses. (Luc 3:1-6.) A Jesús se le bautizó cuando tenía “como […] treinta años”, a pesar de las objeciones iniciales de Juan, que hasta entonces solo había bautizado a pecadores arrepentidos. (Mat 3:1; Mat 3:6; Mat 3:13-17; Luc 3:21-23.) Sin embargo, Jesús no tenía pecado, así que su bautismo fue un testimonio de que se presentaba para hacer la voluntad de su Padre. (Compárese con Heb 10:5-9.) Después que Jesús “salió del agua”, y mientras oraba, “vio que los cielos se abrían”, el espíritu de Dios descendía sobre él en forma corporal de paloma y se oyó la voz de Jehová desde el cielo decir: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado”. (Mat 3:16-17; Mar 1:9-11; Luc 3:21-22.)Es probable que el espíritu de Dios derramado sobre Jesús aclarara muchos puntos en su mente. Sus propias expresiones a partir de entonces y en particular la íntima oración a su Padre la noche de la Pascua de 33 E.C., muestran que recordaba su existencia prehumana y lo que había oído decir a su Padre y le había visto hacer, así como la gloria de que disfrutó en los cielos. (Jua 6:46; Jua 7:28-29; Jua 8:26; Jua 8:28; Jua 8:38; Jua 14:2; Jua 17:5.) Es posible que se le devolvieran estos recuerdos cuando fue bautizado y ungido.Cuando se ungió a Jesús con espíritu santo, se le nombró y comisionó para llevar a cabo su ministerio de predicar y enseñar (Luc 4:16-21), y para servir en calidad de Profeta de Dios. (Hch 3:22-26.) Pero, más importante aún, este ungimiento lo nombró y comisionó como el Rey prometido de Jehová, el heredero del trono de David (Luc 1:32-33; Luc 1:69; Heb 1:8-9) y de un reino eterno. Por esta razón, más adelante pudo decir a los fariseos: “El reino de Dios está en medio de ustedes”. (Luc 17:20-21.) De modo similar, a Jesús se le ungió para actuar como el Sumo Sacerdote de Dios, no como descendiente de Aarón, sino según la semejanza del rey-sacerdote Melquisedec. (Heb 5:1; Heb 5:4-10; Heb 7:11-17.)Jesús había sido el Hijo de Dios desde su nacimiento, igual que Adán había sido “hijo de Dios”. (Luc 3:38; Luc 1:35.) Antes de que naciera, Jesús fue identificado como Hijo de Dios por el ángel Gabriel. Por consiguiente, cabe pensar que la declaración que acompañó a la unción por el espíritu de Dios, cuando después del bautismo de Jesús se oyó decir: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado” (Mar 1:11), fue más que solo un reconocimiento de la identidad de Jesús. Según todos los indicios, entonces Jesús fue engendrado o producido por Dios como su Hijo espiritual, ‘nació otra vez’, por decirlo así, con el derecho de recibir vida de nuevo como Hijo celestial de Dios en los cielos. (Compárese con Jua 3:3-6; Jua 6:51; Jua 10:17-18; véanse BAUTISMO; UNIGÉNITO.)Su posición fundamental en el propósito de Dios. Jehová Dios tuvo a bien hacer que su Hijo primogénito fuese la figura central o clave en el cumplimiento de todos sus propósitos (Jua 1:14-18; Col 1:18-20; Col 2:8-9), la persona en la que convergería la luz de todas las profecías y desde la que se irradiaría esta luz (1Pe 1:10-12; Apo 19:10; Jua 1:3-9), la solución a todos los problemas que había ocasionado la rebelión de Satanás (Heb 2:5-9; Heb 2:14-15; 1Jn 3:8) y el fundamento sobre el que Dios edificaría todos sus preparativos futuros para el bien eterno de su familia universal en el cielo y en la Tierra. (Efe 1:8-10; Efe 2:20; 1Pe 2:4-8.) Debido a la función vital que desempeña en el propósito de Dios, Jesús pudo decir apropiadamente y sin exageración: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”. (Jua 14:6.)El “secreto sagrado”. El propósito de Dios según se reveló en Jesucristo permaneció como un “secreto sagrado [o misterio] […] guardado en silencio por tiempos de larga duración”. (Rom 16:25-27.) Durante más de cuatro mil años, desde la rebelión en Edén, hubo hombres de fe que aguardaban el cumplimiento de la promesa de Dios de que habría una “descendencia” que magullaría la cabeza del adversario semejante a una serpiente, y con ello traería alivio a la humanidad. (Gén 3:15.) Por casi dos mil años ellos habían basado su esperanza en el pacto que Jehová hizo con Abrahán, según el cual, una “descendencia” ‘tomaría posesión de la puerta de sus enemigos’ y por medio de ella se bendecirían todas las naciones de la Tierra. (Gén 22:15-18.)Cuando por fin “llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo”, y a través de él reveló el significado del “secreto sagrado”, dio la respuesta definitiva a la cuestión que había hecho surgir el adversario de Dios (véase JEHOVÁ [La cuestión suprema es de naturaleza moral]) y suministró los medios para redimir a la humanidad obediente del pecado y la muerte gracias al sacrificio de rescate de su Hijo. (Gál 4:4; 1Ti 3:16; Jua 14:30; Jua 16:33; Mat 20:28.) De este modo Jehová Dios eliminó cualquier incertidumbre o ambigüedad que pudiera haber en la mente de sus siervos con respecto a su propósito. Por eso el apóstol dice que “no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante [Cristo Jesús]”. (2Co 1:19-22.)El “secreto sagrado” no consistía tan solo en identificar a Jesús como el Hijo de Dios, sino en definir el papel que se le asignó en el propósito predeterminado de Dios y la revelación y realización de ese propósito a través de Jesucristo. Tal propósito, que por tanto tiempo había sido un secreto, era “para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber: reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la tierra”. (Efe 1:9-10.)Uno de los aspectos del “secreto sagrado” cristalizado en Cristo Jesús es que él encabeza un nuevo gobierno celestial, cuyos miembros serán personas (judías y no judías) tomadas de la población de la Tierra, y cuyo dominio abarcará tanto el cielo como la Tierra. En la visión registrada en Dan 7:13-14 aparece alguien “como un hijo del hombre” (título que más tarde se aplicó con frecuencia a Cristo: Mat 12:40; Mat 24:30; Luc 17:26; compárese con Apo 14:14) en la corte celestial de Jehová, y se le da “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él”. La misma visión, sin embargo, muestra que los “santos del Supremo” también van a compartir con este “hijo del hombre” su reino, gobernación y grandeza. (Dan 7:27.) Mientras Jesús estuvo en la Tierra, seleccionó de entre sus discípulos a los primeros de los futuros miembros de ese gobierno del Reino. Después que ‘continuaron con él en sus pruebas’, hizo un pacto con ellos para un reino, orando a su Padre para que los santificase (o los hiciera “santos”) y pidiéndole que ‘donde él estuviera, ellos también estuvieran con él, para que contemplaran su gloria que le había dado’. (Luc 22:28-29; Jua 17:5; Jua 17:17; Jua 17:24.) Por estar así en unión con Cristo, la congregación cristiana también desempeña su papel en el “secreto sagrado”, como más tarde expresa el apóstol inspirado. (Efe 3:1-11; Efe 5:32; Col 1:26-27; véase SECRETO SAGRADO.)“Agente Principal de la vida.” Por bondad inmerecida de su Padre, Cristo Jesús entregó su vida humana perfecta en sacrificio, lo que hizo posible que sus seguidores escogidos pudiesen estar en unión con él reinando en el cielo y que hubiera súbditos terrestres de dicho Reino. (Mat 6:10; Jua 3:16; Efe 1:7; Heb 2:5; véase RESCATE.) De este modo llegó a ser el “Agente Principal [“Príncipe”, ENP; Ga; NC, 1981; Besson; “Caudillo”, BC] de la vida” para toda la humanidad. (Hch 3:15.) El término griego que se usa en este pasaje significa básicamente “caudillo principal”, y es una palabra emparentada con la que se aplicó a Moisés (Hch 7:27; Hch 7:35) en su papel de “gobernante” de Israel.Por tanto, en su función de “caudillo principal” o “pionero de la Vida” (Moffat [en inglés]), Jesús introdujo un elemento nuevo y esencial para conseguir la vida eterna: su papel de intermediario o mediador, que también lo desempeña en sentido administrativo. Es el Sumo Sacerdote de Dios que puede limpiar por completo del pecado y liberar de los efectos mortíferos de este (Heb 3:1-2; Heb 4:14; Heb 7:23-25; Heb 8:1-3); es el Juez nombrado en cuyas manos se encomienda todo juicio, de modo que administra con prudencia los beneficios de su rescate a las personas de la humanidad que merezcan vivir bajo su gobernación (Jua 5:22-27; Hch 10:42-43); mediante él también se consigue la resurrección de los muertos. (Jua 5:28-29; Jua 6:39-40.) Debido a que Jehová Dios quiso utilizar así a su Hijo, “no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos”. (Hch 4:12; compárese con 1Jn 5:11-13.)Como su “nombre” también abarca este aspecto de la autoridad de Jesús, mediante él sus discípulos, en calidad de representantes del Agente Principal de la vida, podían curar a personas de sus enfermedades ocasionadas por el pecado heredado e incluso podían levantar a los muertos. (Hch 3:6; Hch 3:15-16; Hch 4:7-11; Hch 9:36-41; Hch 20:7-12.)El pleno significado de su “nombre”. Aunque la muerte de Jesús en un madero de tormento desempeña un papel vital en la salvación humana, la aceptación de esta verdad no es de ningún modo todo lo que conlleva el hecho de ‘poner fe en el nombre de Jesús’. (Hch 10:43.) Después de su resurrección, Jesús dijo a sus discípulos: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”, mostrando así que encabeza un gobierno de dominio universal. (Mat 28:18.) El apóstol Pablo aclaró que el Padre de Jesús “no dejó nada que no esté sujeto a él”, con la lógica excepción de “aquel que le sujetó todas las cosas”, es decir, Jehová, el Dios Soberano. (1Co 15:27; Heb 1:1-14; Heb 2:8.) El “nombre” de Jesucristo es más excelso que el de los ángeles de Dios, en el sentido de que abarca o representa la enorme autoridad ejecutiva que Jehová ha delegado en él. (Heb 1:3-4.) Solo podrán conseguir la vida eterna los que reconozcan ese “nombre” voluntariamente y se inclinen ante él, sujetándose a la autoridad que representa. (Hch 4:12; Efe 1:19-23; Flp 2:9-11.) Deben amoldarse sinceramente y sin hipocresía a las normas que Jesús ejemplificó, y obedecer con fe los mandamientos que dio. (Mat 7:21-23; Rom 1:5; 1Jn 3:23.)¿Qué es el “nombre” de Jesús que hace que todas las naciones odien a los cristianos?Algo que también ilustra este otro aspecto del “nombre” de Jesús es la advertencia profética de que sus seguidores serían “objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de [su] nombre”. (Mat 24:9; también Mat 10:22; Jua 15:20-21; Hch 9:15-16.) Es evidente que este odio no se debería a que su nombre representaba a un Rescatador o Redentor, sino, más bien, a que representaba al Gobernante nombrado de Dios, el Rey de reyes, ante quien todas las naciones deben inclinarse en sumisión si no quieren ser destruidas. (Apo 19:11-16; compárese con Sal 2:7-12.)Del mismo modo, es seguro que los demonios obedecieron la orden de Jesús de salir de los posesos, no debido a que Jesús fuese el Cordero sacrificatorio de Dios, sino a la autoridad que conllevaba su nombre como el representante ungido del Reino, aquel que tenía autoridad para llamar, no solo a una legión de ángeles, sino a una docena de legiones capaces de expulsar a cualquier demonio que tercamente resistiera la orden de salir. (Mar 5:1-13; Mar 9:25-29; Mat 12:28-29; Mat 26:53; compárese con Dan 10:5-6; Dan 10:12-13.) Los apóstoles fieles de Jesús recibieron autoridad para emplear su nombre con el fin de expulsar demonios, tanto antes como después de su muerte. (Luc 9:1; Luc 10:17; Hch 16:16-18.) Sin embargo, cuando los hijos del sacerdote judío Esceva trataron de utilizar el nombre de Jesús de este modo, el espíritu inicuo desafió su derecho a invocar la autoridad que ese nombre representaba e hizo que el hombre poseído los atacara y lastimara. (Hch 19:13-17.)Cuando los seguidores de Jesús se refirieron a su “nombre”, usaron con frecuencia la expresión el “Señor Jesús” o “nuestro Señor Jesucristo”. (Hch 8:16; Hch 15:26; Hch 19:5; Hch 19:13; Hch 19:17; 1Co 1:2; 1Co 1:10; Efe 5:20; Col 3:17.) Lo reconocieron como su Señor, no solo porque era su Recomprador y Dueño nombrado por Dios en virtud de su sacrificio de rescate (1Co 6:20; 1Co 7:22-23; 1Pe 1:18-19; Jud 1:4), sino también debido a su posición y autoridad reales. Por la autoridad regia y sacerdotal que representaba su nombre, sus seguidores predicaron (Hch 5:29-32; Hch 5:40-42), bautizaron a discípulos (Mat 28:18-20; Hch 2:38; compárese con 1Co 1:13-15), expulsaron a personas inmorales (1Co 5:4-5) y exhortaron e instruyeron a las congregaciones cristianas que pastorearon. (1Co 1:10; 2Ts 3:6.) De esto se desprende que aquellos a quienes Jesús aprobara para la vida nunca podrían poner fe o demostrar lealtad a ningún otro “nombre” como si representara la autoridad de Dios para gobernar. Deberían mostrar lealtad inquebrantable al “nombre” del Rey comisionado por Dios, el Señor Jesucristo. (Mat 12:18; Mat 12:21; Apo 2:13; Apo 3:8; véase ACERCARSE A DIOS.)‘Dar testimonio acerca de la verdad.’ A la pregunta de Pilato: “Bueno, pues, ¿eres tú rey?”, Jesús contestó: “Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz”. (Jua 18:37; véase CAUSA JUDICIAL [El juicio de Jesús].) Como muestran las Escrituras, la verdad acerca de la que dio testimonio no era solo la verdad en general, sino que se trataba de la verdad de máxima importancia en cuanto a lo que eran y lo que son los propósitos de Dios. Esta verdad estaba basada en el hecho fundamental de la voluntad soberana de Dios y su aptitud para cumplir dicha voluntad. Jesús reveló mediante su ministerio que esa verdad, contenida en el “secreto sagrado”, era el reino de Dios con él mismo, el “Hijo de David”, sentado como Rey Sacerdote en el trono. Este fue también, en esencia, el mensaje que proclamaron los ángeles antes de su nacimiento y una vez que este se produjo en Belén de Judea, la ciudad de David. (Luc 1:32-33; Luc 2:10-14; Luc 3:31.)Para que Jesús cumpliera en su ministerio con la comisión de dar testimonio acerca de la verdad, era necesario que no se limitase a hablar, predicar y enseñar. Además de abandonar su gloria celestial para nacer como humano, tuvo que cumplir todo lo que estaba profetizado acerca de él, entre lo que se contaban las sombras o modelos contenidos en el pacto de la Ley. (Col 2:16-17; Heb 10:1.) A fin de sostener la verdad de la palabra y las promesas proféticas de su Padre, Jesús tuvo que vivir de tal modo que esa verdad se hiciera realidad, cumplirla de hecho y de palabra, tanto por su modelo de vida como por su muerte. Tenía que ser la verdad, de hecho, la personificación de la verdad, como él mismo dijo que era. (Jua 14:6.)Por esta razón, el apóstol Juan pudo escribir que Jesús “estaba lleno de bondad inmerecida y verdad”, y que aunque “la Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo”. (Jua 1:14; Jua 1:17.) La verdad de Dios ‘vino a ser’, es decir, llegó a su realización, por medio de estos hechos históricos: el nacimiento humano de Jesús, la presentación de sí mismo a Dios mediante bautismo en agua, sus tres años y medio de servicio público a favor del reino de Dios, su muerte en fidelidad y su resurrección al cielo. (Compárese con Jua 1:18; Col 2:17.) Por lo tanto, toda la vida terrestre de Jesucristo consistió en “dar testimonio acerca de la verdad”, acerca de lo que Dios había jurado. De modo que Jesús no fue la sombra de un Mesías o Cristo, sino el verdadero Mesías que se había prometido. No fue la sombra de un rey sacerdote, sino, en esencia y de hecho, el verdadero Rey Sacerdote que se había prefigurado. (Rom 15:8-12; compárese con Sal 18:49; Sal 117:1; Deu 32:43; Isa 11:10.)Esta verdad sería la que ‘libraría a los hombres’ que demostrasen que estaban “de parte de la verdad” al aceptar el papel de Jesús en el propósito de Dios. (Jua 8:32-36; Jua 18:37.) Quien no haga caso del propósito de Dios concerniente a su Hijo, edifique esperanzas sobre cualquier otro fundamento y oriente su vida a partir de cualquier otra base, se engañará a sí mismo, creerá una mentira y seguirá la dirección del padre de la mentira, el adversario de Dios (Mat 7:24-27; Jua 8:42-47), lo que significará que ‘morirá en sus pecados’. (Jua 8:23-24.) Por eso Jesucristo no se retuvo de declarar su lugar en el propósito de Dios.Es verdad que dio orden rigurosa a sus discípulos de que no declararan a nadie su condición de Mesías (Mat 16:20; Mar 8:29-30) y que en muy pocas ocasiones se refirió a sí mismo directamente como el Cristo, excepto cuando estaba en privado con ellos. (Mar 9:33; Mar 9:38; Mar 9:41; Luc 9:20-21; Jua 17:3.) Pero con denuedo y regularidad hizo notar que tanto las profecías como sus obras probaban que era el Cristo. (Mat 22:41-46; Jua 5:31-39; Jua 5:45-47; Jua 7:25-31.) Cuando Jesús, “cansado del viaje”, habló con una mujer samaritana al lado de un pozo, se identificó como el Cristo, quizás a fin de despertar la curiosidad de los ciudadanos y hacer que salieran de la ciudad para verle, como por fin sucedió. (Jua 4:6; Jua 4:25-30.) El mero hecho de que alegara ser el Mesías no significaría nada si no lo respaldaba con pruebas. De todos modos, se requería fe de los que lo vieran y oyeran para aceptar la conclusión a la que esas pruebas señalaban inequívocamente. (Luc 22:66-71; Jua 4:39-42; Jua 10:24-27; Jua 12:34-36.)Probado y perfeccionado. Jehová Dios demostró la suprema confianza que tenía en su Hijo al encargarle la misión de ir a la Tierra y ser el Mesías prometido. Él preconoció “antes de la fundación del mundo” el propósito de Dios de que hubiese una “descendencia” (Gén 3:15), el Mesías, que sirviera de Cordero sacrificatorio. (1Pe 1:19-20.) La expresión “antes de la fundación del mundo” se considera en el encabezamiento PRESCIENCIA, PREDETERMINACIÓN (La predeterminación del Mesías). Sin embargo, el registro bíblico no dice con exactitud cuándo designó o informó Jehová a la persona específica que había escogido para desempeñar tal papel, si fue en el tiempo de la rebelión de Edén o después. Los requisitos, en particular los del sacrificio de rescate, hacían imposible que fuera un humano imperfecto, pero no que fuera un hijo celestial perfecto. De todos los millones de hijos celestiales, Jehová seleccionó a uno para que se encargara de esta asignación: su Primogénito, la Palabra. (Compárese con Heb 1:5-6.)El Hijo de Dios aceptó voluntariamente la asignación, como se desprende de Flp 2:5-8, donde se registra que “se despojó a sí mismo” de su gloria celestial y naturaleza de espíritu, y “tomó la forma de un esclavo” al ser transferida su vida al plano terrestre, material y humano. Esta asignación que le esperaba representaba una responsabilidad inmensa, pues había mucho en juego. Si se mantenía fiel, podía probar que era falsa la afirmación de Satanás de que los siervos de Dios lo negarían bajo privación, sufrimiento y prueba, afirmación que se registra en el caso de Job. (Job 1:6-12; Job 2:2-6.) Como el Hijo primogénito, Jesús podía ser la criatura de Dios que diera la respuesta más concluyente a esa acusación y que defendiera mejor a su Padre en la mayor cuestión, que tenía que ver con lo legítimo de la soberanía universal de Jehová. De ese modo demostraría que era el “Amén, el testigo fiel y verdadero”. (Apo 3:14.) De haber fallado, él, más que ninguna otra criatura, habría acarreado oprobio al nombre de su Padre.Por supuesto, al seleccionar a su Hijo unigénito, Jehová no estaba ‘imponiendo las manos apresuradamente sobre él’, con el riesgo de ser ‘partícipe de sus posibles pecados’, pues Jesús no era un principiante que ‘se hinchara de orgullo y cayera en el juicio pronunciado contra el Diablo’ con facilidad. (Compárese con 1Ti 5:22; 1Ti 3:6.) Jehová ‘conocía plenamente’ a su Hijo por su relación íntima con él desde tiempos inmemoriales (Mat 11:27; compárese con Gén 22:12; Neh 9:7-8), y por eso podía designarle para cumplir las infalibles profecías de su Palabra. (Isa 46:10-11.) De modo que Dios no estaba garantizando arbitraria o automáticamente que su Hijo tendría “éxito seguro” tan solo por colocarlo en el papel del Mesías profetizado (Isa 55:11), como dice la teoría de la predestinación.Aunque el Hijo no había pasado antes por ninguna prueba como esa, había demostrado su fidelidad y devoción de otras maneras. Ya había tenido gran responsabilidad como el Vocero de Dios, la Palabra, pero nunca usó mal su posición y autoridad, como hizo en una ocasión el vocero terrestre de Dios, Moisés. (Núm 20:9-13; Deu 32:48-51; Jud 1:9.) Siendo aquel por medio de quien se hicieron todas las cosas, el Hijo era un dios, “el dios unigénito” (Jua 1:18), por lo que tuvo una posición de preeminencia y gloria entre todos los demás hijos celestiales de Dios. Sin embargo, no se hizo altivo. (Contrástese con Eze 28:14-17.) De modo que no podía decirse que el Hijo no había probado ya su lealtad, humildad y devoción de muchas maneras.Para ilustrarlo, analice la prueba que se puso al primer hijo humano de Dios, Adán. Esta prueba no implicaba aguantar persecución ni sufrimiento, sino solo respetar obedientemente la voluntad de Dios con respecto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. (Gén 2:16-17; véase ÁRBOL.) La rebelión y tentación de Satanás no eran parte de la prueba original de Dios, sino que procedieron de una fuente ajena a Él. Además, cuando la prueba se dio, no supuso ninguna tentación para el hombre, como fue el caso después de la desviación de Eva. (Gén 3:6; Gén 3:12.) De modo que la prueba de Adán pudo haberse efectuado sin ninguna tentación o influencia malévola exterior, dependiendo solo de su corazón: de su amor a Dios y de estar libre de egoísmo. (Pro 4:23.) Si Adán hubiera sido fiel, habría podido ‘tomar del fruto del árbol de la vida y comer y vivir hasta tiempo indefinido’ como un hijo de Dios probado y aprobado (Gén 3:22), todo ello sin haber sido sometido a ninguna influencia negativa, tentación, persecución ni sufrimiento.Puede notarse también que el hijo celestial que se convirtió en Satanás no se apartó del servicio de Dios debido a que alguien lo persiguiera o tentara a hacer lo malo. Con toda seguridad no fue Dios quien lo hizo, ya que ‘él no prueba a nadie con cosas malas’. No obstante, ese hijo celestial no mantuvo su lealtad, se dejó ‘atraer seductoramente por su propio deseo’ y pecó, por lo que se convirtió en un rebelde. (Stg 1:13-15.) No pasó la prueba del amor.Sin embargo, la cuestión que hizo surgir el adversario de Dios requería que ese Hijo, como Mesías prometido y futuro Rey del reino de Dios, se sometiera a una prueba de integridad en medio de nuevas circunstancias. Dicha prueba y los sufrimientos que esta suponía también eran necesarios a fin de que llegara a ser “perfeccionado” para ocupar su posición de Sumo Sacerdote de Dios sobre la humanidad. (Heb 5:9-10.) A fin de satisfacer los requisitos para ser instalado como el Agente Principal de la salvación, al Hijo de Dios “le era preciso llegar a ser semejante a sus ‘hermanos’ [los que llegaron a ser sus seguidores ungidos] en todo respecto, para llegar a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel”. Tenía que aguantar dificultades y sufrimientos para que ‘pudiera ir en socorro de los que fueran puestos a prueba’, a fin de poder compadecerse así de las debilidades como alguien que había “sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado”. Aunque era perfecto y sin pecado, podía “tratar con moderación a los ignorantes y errados”. Solo por medio de ese Sumo Sacerdote sería posible que los humanos imperfectos se acercaran con ‘franqueza de expresión al trono de la bondad inmerecida, para que obtuvieran misericordia y hallaran bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado’. (Heb 2:10-18; Heb 4:15 a Heb 5:2; compárese con Luc 9:22.)Seguía teniendo libre albedrío. Jesús mismo dijo que todas las profecías sobre el Mesías iban a realizarse, “tenían que cumplirse”. (Luc 24:44-47; Mat 16:21; compárese con Mat 5:17.) No obstante, esto no eximió al Hijo de Dios del peso de la responsabilidad, ni coartó su libertad para escoger entre ser fiel o infiel. La cuestión no era unilateral, no dependía solo del Dios Todopoderoso, Jehová. Su Hijo tenía que hacer su parte para que las profecías se realizaran. Dios aseguró la certeza de las profecías por medio de su sabia selección del que tenía que llevar a cabo la asignación, el “Hijo de su amor”. (Col 1:13.) Es evidente que su Hijo retuvo su libre albedrío y lo ejerció como humano en la Tierra. Jesús habló por propia voluntad, demostró que se sometía de manera voluntaria a los deseos de su Padre (Mat 16:21-23; Jua 4:34; Jua 5:30; Jua 6:38) y trabajó conscientemente por el cumplimiento de esa asignación como estaba expuesta en la Palabra de su Padre. (Mat 3:15; Mat 5:17-18; Mat 13:10-17; Mat 13:34-35; Mat 26:52-54; Mar 1:14-15; Luc 4:21.) Por supuesto, Jesús no tenía el control del cumplimiento de otros rasgos proféticos, pues algunos sucedieron después de su muerte. (Mat 12:40; Mat 26:55-56; Jua 18:31-32; Jua 19:23-24; Jua 19:36-37.) El registro de lo que ocurrió la noche antes de su muerte revela de manera impresionante el intenso esfuerzo personal que tuvo que hacer para someter su voluntad a la de Aquel que le superaba en sabiduría, su propio Padre. (Mat 26:36-44; Luc 22:42-44.) El registro también indica que aunque era perfecto, reconocía que en su condición de hombre dependía de su Padre, Jehová Dios, para conseguir fuerzas en momentos de necesidad. (Jua 12:23; Jua 12:27-28; Heb 5:7.)Por consiguiente, Jesús tenía mucho en lo que meditar y mucho con lo que fortalecerse durante los cuarenta días que ayunó (como Moisés) en el desierto después de su bautismo y ungimiento. (Éxo 34:28; Luc 4:1-2.) Allí tuvo un encuentro directo con el Adversario de su Padre, adversario al que se asemeja a una serpiente. Satanás el Diablo utilizó tácticas similares a las que había usado en Edén, para intentar inducir a Jesús al egoísmo, a exaltarse a sí mismo y a negar la posición soberana de su Padre. A diferencia de Adán, Jesús, el “último Adán” mantuvo su integridad, y al citar repetidas veces la voluntad declarada de su Padre, hizo que Satanás se retirase “hasta otro tiempo conveniente”. (Luc 4:1-13; 1Co 15:45.)Sus obras y cualidades personales. Como “la bondad inmerecida y la verdad” llegarían a ser por medio de Jesucristo, tenía que mezclarse con la gente para que lo oyeran, y vieran sus obras y cualidades. De este modo podrían reconocerlo como el Mesías y poner fe en su sacrificio cuando muriera por ellos como el “Cordero de Dios”. (Jua 1:17; Jua 1:29.) Jesús visitó las muchas regiones de Palestina, y recorrió a pie centenares de kilómetros. Habló a la gente en las orillas de lagos y en las laderas de colinas, así como en ciudades y pueblos, en sinagogas y en el templo, en plazas de mercado, calles y casas (Mat 5:1-2; Mat 26:55; Mar 6:53-56; Luc 4:16; Luc 5:1-3; Luc 13:22; Luc 13:26; Luc 19:5-6), y se dirigió a grandes muchedumbres y a personas en particular, hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, ricos y pobres. (Mar 3:7-8; Mar 4:1; Jua 3:1-3; Mat 14:21; Mat 19:21-22; Mat 11:4-5.)La tabla que acompaña este artículo presenta una posible combinación cronológica de los cuatro relatos de la vida terrestre de Jesús. También ayuda a entender las diversas “campañas” o giras que llevó a cabo durante su ministerio de tres años y medio.Jesús fue para sus discípulos un ejemplo de hombre trabajador. Se levantaba temprano y trabajaba hasta bien entrada la noche. (Luc 21:37-38; Mar 11:20; Mar 1:32-34; Jua 3:2; Jua 5:17.) Más de una vez pasó la noche orando, como la noche anterior a que pronunciara su Sermón del Monte. (Mat 14:23-25; Luc 6:12 a Luc 7:10.) En una ocasión, después de haber ayudado a otros hasta entrada la noche, se levantó mientras todavía estaba oscuro y se fue a un lugar solitario para orar. (Mar 1:32; Mar 1:35.) Aunque las muchedumbres a menudo interrumpían su intimidad, ‘los recibía con amabilidad y les hablaba del reino de Dios’. (Luc 9:10-11; Mar 6:31-34; Mar 7:24-30.) Experimentó cansancio, sed y hambre, y a veces hasta se privaba de comer debido al trabajo que tenía que hacer. (Mat 21:18; Jua 4:6-7; Jua 4:31-34; compárese con Mat 4:2-4; Mat 8:24-25.)Punto de vista equilibrado de las cosas materiales. Sin embargo, no era un asceta que practicaba la austeridad a un grado extremo, sino que más bien obraba en consonancia con cada situación. (Luc 7:33-34.) Aceptó muchas invitaciones a comidas, e incluso a banquetes, y visitó las casas de personas de cierto nivel económico. (Luc 5:29; Luc 7:36; Luc 14:1; Luc 19:1-6.) Contribuyó al disfrute de una boda al convertir agua en buen vino. (Jua 2:1-10.) También apreció las cosas buenas que se hacían por él. Cuando Judas se indignó porque María, la hermana de Lázaro, usó una libra de aceite perfumado (cuyo valor era de más de 220 dólares [E.U.A.], aproximadamente el salario de un año de un trabajador) para ungir los pies de Jesús, y fingió preocupación por los pobres que podían haberse beneficiado de la venta de ese aceite, Jesús dijo: “Déjala, para que guarde esta observancia en vista del día de mi entierro. Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. (Jua 12:2-8; Mar 14:6-9.) La prenda interior de vestir que llevaba cuando lo detuvieron, “tejida desde arriba toda ella”, debió ser una prenda de calidad. (Jua 19:23-24.) No obstante, siempre puso en primer lugar lo espiritual; nunca se preocupó en demasía por lo material, como aconsejó a otros que hicieran. (Mat 6:24-34; Mat 8:20; Luc 10:38-42; compárese con Flp 4:10-12.)Libertador valeroso. Durante todo el ministerio de Jesús, se destacan su gran valor, su hombría y su fuerza. (Mat 3:11; Luc 4:28-30; Luc 9:51; Jua 2:13-17; Jua 10:31-39; Jua 18:3-11.) Al igual que Josué, el rey David y otros, Jesús luchó a favor de la causa de Dios y a favor de los amadores de la justicia. En su calidad de “descendencia” prometida, tuvo que encararse a la enemistad de la ‘descendencia de la serpiente’ y luchar contra los miembros de ella. (Gén 3:15; Gén 22:17.) Libró una batalla contra los demonios y contra su influencia en la mente y el corazón de los hombres. (Mar 5:1-13; Luc 4:32-36; Luc 11:19-26; compárese con 2Co 4:3-4; Efe 6:10-12.) Los líderes religiosos hipócritas demostraron que en realidad estaban en oposición a la soberanía y la voluntad de Dios (Mat 23:13; Mat 23:27-28; Luc 11:53-54; Jua 19:12-16), pero Jesús los derrotó por completo en una serie de enfrentamientos verbales. Blandió la “espada del espíritu”, la Palabra de Dios, con fuerza, control perfecto y estrategia, y respondió de tal modo a los argumentos sutiles y las preguntas capciosas de sus opositores, que los ‘arrinconaba’ o colocaba ‘entre la espada y la pared’. (Mat 21:23-27; Mat 22:15-46.) Jesús puso al descubierto sin temor lo que eran: maestros de tradiciones humanas y formalismos, guías ciegos, una generación de víboras e hijos del Adversario de Dios, que es el príncipe de los demonios y un mentiroso asesino. (Mat 15:12-14; Mat 21:33-41; Mat 21:45-46; Mat 23:33-35; Mar 7:1-13; Jua 8:40-45.)No obstante, nunca fue temerario; no buscó la dificultad y evitó siempre el peligro innecesario. (Mat 12:14-15; Mar 3:6-7; Jua 7:1; Jua 7:10; Jua 11:53-54; compárese con Mat 10:16-17; Mat 10:28-31.) Su valor se basaba en la fe. (Mar 4:37-40.) Cuando se le vilipendió y maltrató, no perdió el dominio, sino que conservó la calma, “encomendándose al que juzga con justicia”. (1Pe 2:23.)Jesús, aquel que sería mayor que Moisés, cumplió con el papel profético de Libertador al luchar con valor a favor de la verdad y revelar el propósito de Dios a la gente. Proclamó libertad a los cautivos. (Isa 42:1; Isa 42:6-7; Jer 30:8-10; Isa 61:1.) Aunque muchos se retrajeron por razones egoístas y por temor a la clase gobernante (Jua 7:11-13; Jua 9:22; Jua 12:42-43), otros cobraron valor para liberarse de sus cadenas de ignorancia y sumisión abyecta a los líderes falsos y a las falsas esperanzas. (Jua 9:24-39; compárese con Gál 5:1.) El ministerio de Jesús, el Rey mesiánico de Dios, tuvo un efecto devastador en la religión falsa de su día (Jua 11:47-48), similar al que tuvieron las campañas emprendidas por los reyes fieles de Judea para eliminar del reino la adoración falsa. (2Cr 15:8; 2Cr 17:1; 2Cr 17:4-6; 2Re 18:1; 2Re 18:3-6.)Véase más información sobre el ministerio terrestre de Jesucristo en MAPAS, vol. 2, págs. 540, 541.Sensibilidad y afecto profundos. Jesús era también un hombre de gran sensibilidad, algo que se requiere para servir de Sumo Sacerdote de Dios. Su perfección no lo hizo hipercrítico ni arrogante o autoritario, como eran los fariseos ante las personas imperfectas y pecaminosas entre las que vivió y trabajó. (Mat 9:10-13; Mat 21:31-32; Luc 7:36-48; Luc 15:1-32; Luc 18:9-14.) Incluso los niños se sentían a gusto con él. Cuando usó a un niño como ejemplo, no se limitó a ponerlo de pie delante de sus discípulos, sino que además “lo rodeó con los brazos”. (Mar 9:36; Mar 10:13-16.) Fue un verdadero amigo y un afectuoso compañero de sus seguidores, y “los amó hasta el fin”. (Jua 13:1; Jua 15:11-15.) No usó su autoridad para ser exigente ni para aumentar las cargas de la gente; al contrario, dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan […], yo los refrescaré”. Sus discípulos pudieron comprobar que era “de genio apacible y humilde de corazón”, y que su yugo era suave y ligero. (Mat 11:28-30.)Los deberes sacerdotales incluían el cuidado de la salud física y espiritual de la gente. (Levítico 13-15.) La piedad y la compasión movieron a Jesús a ayudar a la gente que sufría de enfermedades, ceguera y otras aflicciones. (Mat 9:36; Mat 14:14; Mat 20:34; Luc 7:11-15; compárese con Isa 61:1.) La muerte de su amigo Lázaro y el dolor de las hermanas del difunto hicieron que ‘gimiera y cediera a las lágrimas’. (Jua 11:32-36.) De ese modo, Jesús el Mesías, ‘llevó las enfermedades y cargó los dolores’ de otros, de manera anticipada, para lo cual tuvo que salir poder de él. (Isa 53:4; Luc 8:43-48.) No hizo esto solo en cumplimiento de profecías, sino porque ‘quiso’. (Mat 8:2-4; Mat 8:16-17.) Más importante aún, les otorgó salud espiritual y perdón de los pecados. Como era el Cristo, tenía autoridad para ello, pues estaba predeterminado a proveer el sacrificio de rescate, y de hecho ya estaba experimentando el bautismo en la muerte que culminaría en el madero de tormento. (Isa 53:4-8; Isa 53:11-12; compárese con Mat 9:2-8; Mat 20:28; Mar 10:38-39; Luc 12:50.)“Maravilloso Consejero.” El sacerdote era responsable de educar a la gente en la ley y la voluntad de Dios. (Mal 2:7.) Como Mesías regio, la predicha “ramita del tocón de Jesé [el padre de David]”, Jesús también tenía que manifestar el ‘espíritu de Jehová en sabiduría, consejo, poderío, conocimiento junto con el temor de Jehová’. Él demostraría el regocijo que resulta de dicho temor a Jehová. (Isa 11:1-3.) La sabiduría sin paralelo que se halla en las enseñanzas de Jesús, que era “más que Salomón” (Mat 12:42), es una de las pruebas más sólidas de que era en realidad el Hijo de Dios, y de que los relatos del evangelio no podían ser el mero producto de la mente o imaginación de hombres imperfectos.Jesús probó que era el “Maravilloso Consejero” prometido (Isa 9:6) por su conocimiento de la Palabra y la voluntad de Dios, su entendimiento de la naturaleza humana, su aptitud para llegar al fondo de las cuestiones y por mostrar la solución a los problemas de la vida cotidiana. El famoso Sermón del Monte es un excelente ejemplo. (Mateo 5-7.) En este sermón mostró cómo alcanzar la verdadera felicidad, cómo zanjar disputas, cómo evitar la inmoralidad, cómo tratar a los que muestran enemistad, cómo practicar verdadera justicia sin hipocresía, la actitud correcta hacia las cosas materiales de la vida, la confianza en la generosidad de Dios, la regla áurea para tener una buena relación con otros, los medios para detectar fraudes religiosos y cómo conseguir un futuro seguro. Las muchedumbres se “quedaron atónitas por su modo de enseñar; porque les enseñaba como persona que tiene autoridad, y no como sus escribas”. (Mat 7:28-29.) Después de su resurrección, siguió siendo la figura clave en la comunicación de Jehová con la humanidad. (Apo 1:1.)Maestro de maestros. Su manera de enseñar era notablemente eficaz. (Jua 7:45-46.) Presentaba asuntos de gran peso y profundidad con sencillez, brevedad y claridad. Ilustraba lo que quería enseñar con aquello que era familiar a sus oyentes (Mat 13:34-35), fueran pescadores (Mat 13:47-48), pastores (Jua 10:1-17), labradores (Mat 13:3-9), constructores (Mat 7:24-27; Luc 14:28-30), comerciantes (Mat 13:45-46), esclavos o amos (Luc 16:1-9), amas de casa (Mat 13:33; Luc 15:8) o cualquier otro tipo de persona. (Mat 6:26-30.) Usó cosas simples —pan, agua, sal, odres o prendas viejas— como símbolos de otras de gran importancia, como se había hecho en las Escrituras Hebreas. (Jua 6:31-35; Jua 6:51; Jua 4:13-14; Mat 5:13; Luc 5:36-39.) Su lógica, con frecuencia expresada por medio de analogías, disipaba las objeciones y enfocaba los asuntos en su justa perspectiva. (Mat 16:1-3; Luc 11:11-22; Luc 14:1-6.) A fin de dirigir su mensaje principalmente al corazón de los hombres, se valía de preguntas que les hiciesen pensar, llegar a sus propias conclusiones, examinar sus motivos y tomar decisiones. (Mat 16:5-16; Mat 17:24-27; Mat 26:52-54; Mar 3:1-5; Luc 10:25-37; Jua 18:11.) Jesús no se esforzó por ganarse a las masas, sino por despertar el corazón de los que anhelaban con sinceridad la verdad y la justicia. (Mat 5:3; Mat 5:6; Mat 13:10-15.)Aunque tomaba en consideración la comprensión limitada de su auditorio y hasta de sus discípulos (Mar 4:33), y dosificaba su enseñanza (Jua 16:4; Jua 16:12), nunca ‘diluyó’ el mensaje de Dios para ganar popularidad o buscar favor. Su habla era franca, e incluso tajante en algunas ocasiones. (Mat 5:37; Luc 11:37-52; Jua 7:19; Jua 8:46-47.) El tema de su mensaje era: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. (Mat 4:17.) Como habían hecho los profetas de Jehová en tiempos anteriores, anunció con claridad a la gente “su sublevación, y a la casa de Jacob sus pecados” (Isa 58:1; Mat 21:28-32; Jua 8:24), y les señaló la ‘puerta angosta y el camino estrecho’ que les conduciría de vuelta al favor de Dios y a la vida. (Mat 7:13-14.)“Caudillo y comandante.” Jesucristo demostró estar capacitado para ser “caudillo y comandante”, así como un “testigo a los grupos nacionales”. (Isa 55:3-4; Mat 23:10; Jua 14:10; Jua 14:14; compárese con 1Ti 6:13-14.) Al tiempo debido, varios meses después de empezar su ministerio, se dirigió a algunos que ya conocía y les extendió la invitación: “Sé mi seguidor”. Hubo hombres que abandonaron la pesca y la recaudación de impuestos para responder sin demora. (Mat 4:18-22; Luc 5:27-28; compárese con Sal 110:3), y mujeres que contribuyeron tiempo, esfuerzo y posesiones materiales a fin de satisfacer las necesidades de Jesús y sus seguidores. (Mar 15:40-41; Luc 8:1-3.)Este pequeño grupo formó el núcleo de lo que llegaría a ser una nueva “nación”, el Israel espiritual. (1Pe 2:7-10.) Jesús pasó una noche entera orando a su Padre para conseguir la guía necesaria antes de seleccionar a los doce apóstoles, quienes llegarían a ser los pilares de la nueva nación si se mantenían fieles, como los doce hijos de Jacob en el Israel carnal. (Luc 6:12-16; Efe 2:20; Apo 21:14.) Igual que Moisés tuvo 70 hombres junto a él como representantes de la nación, Jesús más tarde asignó a otros setenta discípulos al ministerio. (Núm 11:16-17; Luc 10:1.) A partir de entonces, concentró su enseñanza e instrucción en estos discípulos. De hecho, pronunció el Sermón del Monte principalmente para ellos, según demuestra su contenido. (Mat 5:1-2; Mat 5:13-16; Mat 13:10-11; Mar 4:34; Mar 7:17.)Jesús asumió todas las responsabilidades de su jefatura; tomó la delantera en todo respecto (Mat 23:10; Mar 10:32); asignó a sus discípulos responsabilidades y tareas, además de su obra de predicación (Luc 9:52; Luc 19:29-35; Jua 4:1-8; Jua 12:4-6; Jua 13:29; Mar 3:9; Mar 14:12-16), y también los animó y los censuró (Jua 16:27; Luc 10:17-24; Mat 16:22-23). Además, dio órdenes con autoridad, y su principal mandamiento era que debían ‘amarse unos a otros tal como él los había amado’. (Jua 15:10-14.) Podía controlar a muchedumbres de miles de personas. (Mar 6:39-46.) La enseñanza útil y constante que dio a sus discípulos, que en su mayoría tenían una educación limitada y una posición humilde, fue de una extremada eficacia. (Mat 10:1 a Mat 11:1; Mar 6:7-13; Luc 8:1.) Más tarde, incluso a hombres de una elevada educación y posición social les admiró el habla convincente y enérgica de los apóstoles. Estos “pescadores de hombres” consiguieron resultados asombrosos; miles de personas respondieron a su predicación. (Mat 4:19; Hch 2:37; Hch 2:41; Hch 4:4; Hch 4:13; Hch 6:7.) El entendimiento de los principios bíblicos que Jesús había implantado en su corazón los hizo aptos para ser buenos pastores del rebaño en años posteriores. (1Pe 5:1-4.) De esta manera, en el corto espacio de tres años y medio, colocó un fundamento sólido para una congregación internacional unida, compuesta por miles de miembros procedentes de muchas razas.Proveedor capaz y juez justo. Una muestra de que su gobernación resultaría en una prosperidad superior a la de Salomón se ve en la capacidad que demostró para dirigir la pesca de sus discípulos, con unos resultados que los dejaron atónitos. (Luc 5:4-9; compárese con Jua 21:4-11.) El que este hombre nacido en Belén (que significa “Casa de Pan”) alimentara a miles de personas y convirtiera el agua en buen vino, fue un anticipo en pequeña escala del futuro banquete que el Reino mesiánico de Dios proveería “para todos los pueblos”. (Isa 25:6; compárese con Luc 14:15.) Su gobernación no solo pondrá fin a la pobreza y al hambre, sino que también se “tragará a la muerte”. (Isa 25:7-8.)Por otra parte, en conformidad con las profecías mesiánicas, había muchas razones para confiar en lo justo y recto del juicio que su gobierno traería. (Isa 11:3-5; Isa 32:1-2; Isa 42:1.) Demostró el máximo respeto a la ley, en particular a la de su Dios y Padre, pero también a la de las “autoridades superiores”, a las que se ha permitido ejercer su gobernación en la Tierra. (Rom 13:1; Mat 5:17-19; Mat 22:17-21; Jua 18:36.) Se opuso a que le introdujesen en la escena política en un intento de “hacerlo rey” por proclamación popular. (Jua 6:15; compárese con Luc 19:11-12; Hch 1:6-9.) No se excedió de los límites de su autoridad. (Luc 12:13-14.) Nadie podía ‘probar que fuese culpable de pecado’, no solo porque había nacido perfecto, sino porque siempre observó la Palabra de Dios (Jua 8:46; Jua 8:55), y además llevaba la justicia y la fidelidad ceñidas como un cinto. (Isa 11:5.) Su amor a la justicia iba aunado al odio a la iniquidad, la hipocresía y el fraude, así como a la indignación que sentía hacia los que eran avarientos e insensibles para con los sufrimientos de otros. (Mat 7:21-27; Mat 23:1-8; Mat 23:25-28; Mar 3:1-5; Mar 12:38-40; compárese con los Marcos 12 vss. 41-44.) Los mansos y humildes podían cobrar ánimo ante la expectativa de que su gobernación eliminase la injusticia y la opresión. (Isa 11:4; Mat 5:5.)Demostró un gran discernimiento de los principios, del verdadero significado y propósito de las leyes de Dios, e hizo hincapié en los “asuntos de más peso” de estas leyes: “la justicia y la misericordia y la fidelidad”. (Mat 12:1-8; Mat 23:23-24.) Fue imparcial; no demostró favoritismo, aunque sintió un afecto especial por uno de sus discípulos. (Mat 18:1-4; Mar 10:35-44; Jua 13:23; compárese con 1Pe 1:17.) Aunque una de sus últimas acciones mientras agonizaba en el madero de tormento fue mostrar interés por su madre humana, nunca antepuso los lazos familiares humanos a sus relaciones espirituales. (Mat 12:46-50; Luc 11:27-28; Jua 19:26-27.) Como se había predicho, nunca trató los problemas de modo superficial, solo por la “mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni [censuró] simplemente según lo que [oyeron] sus oídos”. (Isa 11:3; compárese con Jua 7:24.) Podía ver lo que había en el corazón de los hombres y discernir sus pensamientos, razonamientos y motivos. (Mat 9:4; Mar 2:6-8; Jua 2:23-25.) Mantuvo su oído atento a la Palabra de Dios y buscó, no su propia voluntad, sino la de su Padre. Esto era una garantía de que cuando desempeñase el papel de Juez nombrado por Dios, sus decisiones siempre serían justas y rectas. (Isa 11:4; Jua 5:30.)Profeta sobresaliente. Jesús cumplió con los requisitos de un profeta como Moisés, pero fue mayor que él. (Deu 18:15; Deu 18:18-19; Mat 21:11; Luc 24:19; Hch 3:19-23; compárese con Jua 7:40.) Predijo sus propios sufrimientos y cómo moriría, la dispersión de sus discípulos, el asedio de Jerusalén y la destrucción completa de la ciudad y su templo. (Mat 20:17-19; Mat 24:1 a Mat 25:46; Mat 26:31-34; Luc 19:41-44; Luc 21:20-24; Jua 13:18-27; Jua 13:38.) En conexión con estos últimos acontecimientos, pronunció las profecías que se cumplirían en el tiempo de su presencia, cuando su Reino empezara a gobernar. Al igual que los profetas anteriores, ejecutó señales y milagros como prueba de que Dios lo había enviado. Sus credenciales superaron a las de Moisés, pues Jesús calmó la tormenta en el mar de Galilea y anduvo sobre sus aguas (Mat 8:23-27; Mat 14:23-34); sanó a ciegos, mudos y cojos; también curó enfermedades tan graves como la lepra, e incluso levantó a personas que habían muerto. (Luc 7:18-23; Luc 8:41-56; Jua 11:1-46.)Magnífico ejemplo de amor. De todos esos aspectos de la personalidad de Jesús, la cualidad predominante es el amor: amor a su Padre por encima de todo y también amor a su prójimo. (Mat 22:37-39.) De modo que el amor debería ser la marca distintiva que identificara a sus discípulos. (Jua 13:34-35; compárese con 1Jn 3:14.) Su amor no era sentimentalismo. Aunque expresó sentimientos profundos, siempre se guió por principios (Heb 1:9), y el hacer la voluntad de su Padre fue en todo momento su principal interés. (Compárese con Mat 16:21-23.) Demostró su amor a Dios guardando sus mandamientos (Jua 14:30-31; compárese con 1Jn 5:3) y buscando la glorificación de su Padre en toda ocasión. (Jua 17:1-4.) Durante la última noche que pasó con sus discípulos, habló más de treinta veces del amor y de amar, y tres veces repitió el mandamiento de que ‘se amaran unos a otros’. (Jua 13:34; Jua 15:12; Jua 15:17.) También les dijo: “Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando”. (Jua 15:13-14; compárese con Jua 10:11-15.)En prueba de su amor a Dios y a la humanidad imperfecta, permitió que se le ‘llevara justamente como una oveja al degüello’; le juzgaron, le abofetearon, le dieron puñetazos, le escupieron, le azotaron con un látigo y finalmente le clavaron en un madero entre delincuentes. (Isa 53:7; Mat 26:67-68; Mat 27:26-38;Mar 14:65; Mar 15:15-20; Jua 19:1.) Por medio de su muerte en sacrificio, ejemplarizó y expresó el amor de Dios a la humanidad (Rom 5:8-10; Efe 2:4-5), e hizo posible que los hombres tuvieran la absoluta convicción de que profesaba amor inquebrantable a sus discípulos fieles. (Rom 8:35-39; 1Jn 3:16-18.)Como la imagen que se puede obtener del Hijo de Dios a través del registro escrito —aunque este sea breve (Jua 21:25)— es magnífica, mucho más debe haberlo sido la realidad. Su ejemplo conmovedor de humildad y bondad, unido a su firmeza por la rectitud y la justicia, garantiza que el gobierno de su Reino será lo que los hombres fieles han estado anhelando a través de los siglos; de hecho, sobrepasará las más altas expectativas. (Rom 8:18-22.) Fue un ejemplo en todos los sentidos, demostrando con su conducta la aplicación de la norma que había dado a sus discípulos. (Mat 20:25-28; 1Co 11:1; 1Pe 2:21.) Aunque era su Señor, les lavó los pies. Así puso el modelo de solicitud, consideración y humildad que caracterizaría a su congregación de seguidores ungidos no solo en la Tierra, sino también en el cielo. (Jua 13:3-15.) Aunque estén en sus tronos celestiales, compartiendo con Jesús ‘toda la autoridad en el cielo y en la tierra’ durante el reinado de mil años, deberán cuidar de las necesidades de sus súbditos terrestres con humildad y atenderlas de modo amoroso. (Mat 28:18; Rom 8:17; 1Pe 2:9; Apo 1:5-6; Apo 20:6; Apo 21:2-4.)Declarado justo y merecedor. Por su entero derrotero de vida en integridad a Dios, incluido su sacrificio, Jesucristo cumplió con el “solo acto de justificación” que demostró que estaba preparado para ser el Rey Sacerdote ungido de Dios en el cielo. (Rom 5:17-18.) Fue “declarado justo en espíritu” mediante su resurrección de entre los muertos a vida como un Hijo celestial de Dios. (1Ti 3:16.) Las criaturas celestiales lo proclamaron “digno de recibir el poder y riquezas y sabiduría y fuerza y honra y gloria y bendición”, al ser como un león a favor de la justicia y juicio, y al mismo tiempo, como un cordero, al sacrificarse a sí mismo para la salvación de otros. (Apo 5:5-13.) Había cumplido con su propósito principal de santificar el nombre de su Padre. (Mat 6:9; Mat 22:36-38.) No solo logró esto empleando ese nombre, sino también dando a conocer a la Persona que dicho nombre representa, desplegando las magníficas cualidades de su Padre —amor, sabiduría, justicia y poder— y ayudando a las personas a conocer o experimentar lo que ese nombre representa. (Mat 11:27; Jua 1:14; Jua 1:18; Jua 17:6-12.) Y lo hizo, sobre todo, apoyando la soberanía universal de Jehová, y así demostró que su gobierno del Reino estaría basado sólidamente en esa Fuente Suprema de autoridad. Por lo tanto, pudo decirse de él: “Dios es tu trono para siempre”. (Heb 1:8.)El Señor Jesucristo es, por consiguiente, el “Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe”. Debido a que en él se cumplieron las profecías y a que reveló los propósitos futuros de Dios, así como debido a lo que dijo e hizo y a lo que fue, conforma el fundamento sólido sobre el que debe descansar la fe verdadera. (Heb 12:2; Heb 11:1.)

ACONTECIMIENTOS PRINCIPALES DE LA VIDA HUMANA DE JESÚS
Los cuatro evangelios ordenados cronológicamente

Tiempo

Lugar

Acontecimiento

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Anteriores al ministerio de Jesús

3 a. E.C.

Jerusalén, templo

Se predice a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista

 

 

Luc 1:5-25

 

c. 2 a. E.C.

Nazaret; Judea

Se predice el nacimiento de Jesús a María, quien visita a Elisabet

 

 

Luc 1:26-56

 

2 a. E.C.

Región montañosa de Judea

Nacimiento de Juan el Bautista; más tarde, su vida en el desierto

 

 

Luc 1:57-80

 

2 a. E.C., c. 1 oct.

Belén

Nace Jesús (la Palabra, mediante quien llegaron a existir todas las otras cosas), descendiente de Abrahán y David.

Mat 1:1-25

 

Luc 2:1-7

Jua 1:1-5; Jua 1:9-14

 

Cerca de Belén

Ángel anuncia buenas nuevas; pastores visitan al niño

 

 

Luc 2:8-20

 

 

Belén; Jerusalén

Circuncisión de Jesús (8.° día); presentación en el templo (después del 40.° día)

 

 

Luc 2:21-38

 

1 a. E.C. ó 1 E.C.

Jerusalén; Belén; Nazaret

Astrólogos; matanza de niños; huida a Egipto; regreso de Jesús

Mat 2:1-23

 

Luc 2:39-40

 

12 E.C.

Jerusalén

Jesús tiene doce años, presente en la Pascua; va a casa

 

 

Luc 2:41-52

 

29, primavera

Desierto, Jordán

Ministerio de Juan el Bautista

Mat 3:1-12

Mar 1:1-8

Luc 3:1-18

Jua 1:6-8; Jua 1:15-28

Tiempo

Lugar

Acontecimiento

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Principio del ministerio de Jesús

29, otoño

Río Jordán

Bautismo y ungimiento de Jesús, nace en el linaje davídico, pero declarado Hijo de Dios

Mat 3:13-17

Mar 1:9-11

Luc 3:21-38

Jua 1:32-34

 

Desierto de Judea

Ayuno y tentación de Jesús

Mat 4:1-11

Mar 1:12-13

Luc 4:1-13

 

 

Betania, más allá del Jordán

Testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús

 

 

 

Jua 1:15; Jua 1:29-34

 

Valle superior del Jordán

Primeros discípulos de Jesús

 

 

 

Jua 1:35-51

 

Caná de Galilea; Capernaum

Primer milagro de Jesús; visita Capernaum

 

 

 

Jua 2:1-12

30, Pascua

Jerusalén

Celebración de la Pascua; expulsa del templo a los mercaderes

 

 

 

Jua 2:13-25

 

Jerusalén

Conversación de Jesús con Nicodemo

 

 

 

Jua 3:1-21

 

Judea; Enón

Discípulos de Jesús bautizan; Juan habrá de menguar

 

 

 

Jua 3:22-36

 

Tiberíades

Juan apresado; Jesús parte para Galilea

Mat 4:12; Mat 14:3-5

Mar 1:14; Mar 6:17-20

Luc 3:19-20; Luc 4:14

Jua 4:1-3

 

Sicar (Samaria)

De camino a Galilea, Jesús enseña a los samaritanos

 

 

 

Jua 4:4-43

Tiempo

Lugar

Acontecimiento

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Gran ministerio de Jesús en Galilea

 

Galilea

Anuncia por primera vez: “El reino de los cielos se ha acercado”

Mat 4:17

Mar 1:14-15

Luc 4:14-15

Jua 4:44-45

 

Nazaret; Caná; Capernaum

Sana a un muchacho; lee su comisión; rechazado; se va a Capernaum

Mat 4:13-16

 

Luc 4:16-31

Jua 4:46-54

 

Mar de Galilea, c. de Capernaum

Llama a Simón y Andrés, Santiago y Juan

Mat 4:18-22

Mar 1:16-20

Luc 5:1-11

 

 

Capernaum

Sana a un endemoniado, a la suegra de Pedro y a otros muchos

Mat 8:14-17

Mar 1:21-34

Luc 4:31-41

 

 

Galilea

Primera gira por Galilea, con los cuatro discípulos llamados

Mat 4:23-25

Mar 1:35-39

Luc 4:42-43

 

 

Galilea

Sana a leproso; multitudes acuden a Jesús

Mat 8:1-4

Mar 1:40-45

Luc 5:12-16

 

 

Capernaum

Sana a un paralítico

Mat 9:1-8

Mar 2:1-12

Luc 5:17-26

 

 

Capernaum

Llama a Mateo; banquete con recaudadores de impuestos

Mat 9:9-17

Mar 2:13-22

Luc 5:27-39

 

 

Judea

Predica en las sinagogas de Judea

 

 

Luc 4:44

 

31, Pascua

Jerusalén

Asiste a la fiesta; sana a un hombre; reprende a los fariseos

 

 

 

Jua 5:1-47

 

Al regreso de Jerusalén(?)

Discípulos arrancan espigas en sábado

Mat 12:1-8

Mar 2:23-28

Luc 6:1-5

 

 

Galilea; mar de Galilea

Sana una mano en sábado; se retira a la orilla del mar; curaciones

Mat 12:9-21

Mar 3:1-12

Luc 6:6-11

 

 

Montaña cercana a Capernaum

Escoge a los doce como apóstoles

 

Mar 3:13-19

Luc 6:12-16

 

 

C. de Capernaum

El Sermón del Monte

Mat 5:1 a Mat 7:29

 

Luc 6:17-49

 

 

Capernaum

Sana al siervo de un oficial del ejército

Mat 8:5-13

 

Luc 7:1-10

 

 

Naín

Levanta al hijo de una viuda

 

 

Luc 7:11-17

 

 

Galilea

Mientras está en la cárcel, Juan envía a sus discípulos a Jesús

Mat 11:2-19

 

Luc 7:18-35

 

 

Galilea

Censura a algunas ciudades; revelación a pequeñuelos; yugo suave

Mat 11:20-30

 

 

 

 

Galilea

Una pecadora le unge los pies; ilustración de los deudores

 

 

Luc 7:36-50

 

 

Galilea

Segunda gira por Galilea, con los doce

 

 

Luc 8:1-3

 

 

Galilea

Sana a un endemoniado; le acusan de ser aliado de Beelzebub

Mat 12:22-37

Mar 3:19-30

 

 

 

Galilea

Escribas y fariseos buscan una señal

Mat 12:38-45

 

 

 

 

Galilea

Los discípulos de Cristo son sus parientes cercanos

Mat 12:46-50

Mar 3:31-35

Luc 8:19-21

 

 

Mar de Galilea

Ilustraciones del sembrador, la mala hierba y otras; explicaciones

Mat 13:1-53

Mar 4:1-34

Luc 8:4-18

 

 

Mar de Galilea

Calma la tempestad de viento cuando cruzaban el lago

Mat 8:18; Mat 8:23-27

Mar 4:35-41

Luc 8:22-25

 

 

Gadara, SE. del mar de Galilea

Sana a dos endemoniados; demonios entran en cerdos

Mat 8:28-34

Mar 5:1-20

Luc 8:26-39

 

 

Probablemente Capernaum

Resucita a la hija de Jairo; sana a una mujer

Mat 9:18-26

Mar 5:21-43

Luc 8:40-56

 

 

Capernaum(?)

Sana a dos ciegos y un endemoniado mudo

Mat 9:27-34

 

 

 

 

Nazaret

Vuelve a visitar la ciudad donde se crió; rechazado de nuevo

Mat 13:54-58

Mar 6:1-6

 

 

 

Galilea

Tercera gira por Galilea, ampliada porque envía a apóstoles

Mat 9:35 a Mat 11:1

Mar 6:6-13

Luc 9:1-6

 

 

Tiberíades

Juan el Bautista decapitado; Herodes se siente culpable

Mat 14:1-12

Mar 6:14-29

Luc 9:7-9

 

32, cerca de la Pascua (Jua 6:4)

Capernaum(?);lado NE. del mar de Galilea

Apóstoles regresan de la gira de predicación; alimenta a 5.000 personas

Mat 14:13-21

Mar 6:30-44

Luc 9:10-17

Jua 6:1-13

 

Lado NE. del mar de Galilea; Genesaret

Intentan hacer rey a Jesús; camina sobre el mar; curaciones

Mat 14:22-36

Mar 6:45-56

 

Jua 6:14-21

 

Capernaum

Identifica “el pan de la vida”; muchos discípulos se apartan

 

 

 

Jua 6:22-71

32, después de la Pascua

Probablemente Capernaum

Tradiciones que invalidan la Palabra de Dios

Mat 15:1-20

Mar 7:1-23

 

Jua 7:1

 

Fenicia; Decápolis

Cerca de Tiro, Sidón; luego va a la Decápolis; alimenta a 4.000 personas

Mat 15:21-38

Mar 7:24 a Mar 8:9

 

 

 

Magadán

Saduceos y fariseos buscan de nuevo una señal

Mat 15:39 a Mat 16:4

Mar 8:10-12

 

 

 

Lado NE. del mar de Galilea; Betsaida

Previene contra la levadura de los fariseos; sana a un ciego

Mat 16:5-12

Mar 8:13-26

 

 

 

Cesarea de Filipo

Jesús es el Mesías; predice su muerte, su resurrección

Mat 16:13-28

Mar 8:27 a Mar 9:1

Luc 9:18-27

 

 

Probablemente monte Hermón

Transfiguración ante Pedro, Santiago y Juan

Mat 17:1-13

Mar 9:2-13

Luc 9:28-36

 

 

Cesarea de Filipo

Sana al endemoniado que los discípulos no habían podido sanar

Mat 17:14-20

Mar 9:14-29

Luc 9:37-43

 

 

Galilea

Predice de nuevo su muerte y resurrección

Mat 17:22-23

Mar 9:30-32

Luc 9:43-45

 

 

Capernaum

Provee milagrosamente el dinero para pagar el impuesto

Mat 17:24-27

 

 

 

 

Capernaum

El mayor en el Reino; cómo zanjar dificultades; misericordia

Mat 18:1-35

Mar 9:33-50

Luc 9:46-50

 

 

Galilea; Samaria

Sale de Galilea para la fiesta de las cabañas; el servicio ministerial antes que cualquier otra cosa

Mat 8:19-22

 

Luc 9:51-62

Jua 7:2-10

Tiempo

Lugar

Acontecimiento

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Ministerio posterior de Jesús en Judea

32, fiesta de las cabañas

Jerusalén

Enseñanza pública de Jesús en la fiesta de las cabañas

 

 

 

Jua 7:11-52

 

Jerusalén

Enseña después de la fiesta; sana a un ciego

 

 

 

Jua 8:12 a Jua 9:41

 

Probablemente Judea

Envía a predicar a los setenta; regresan, presentan su informe

 

 

Luc 10:1-24

 

 

Judea; Betania

Ilustración del buen samaritano; en casa de Marta y María

 

 

Luc 10:25-42

 

 

Probablemente Judea

Vuelve a enseñar la oración modelo; hay que persistir cuando se pide

 

 

Luc 11:1-13

 

 

Probablemente Judea

Refuta una acusación falsa; generación condenada

 

 

Luc 11:14-36

 

 

Probablemente Judea

Reclinado a la mesa de un fariseo, Jesús denuncia a los hipócritas

 

 

Luc 11:37-54

 

 

Probablemente Judea

Discurso sobre el cuidado de Dios; mayordomo fiel

 

 

Luc 12:1-59

 

 

Probablemente Judea

Sana a una mujer inválida en sábado; tres ilustraciones

 

 

Luc 13:1-21

 

32, fiesta de la dedicación

Jerusalén

Jesús en la fiesta de la dedicación; Pastor Excelente

 

 

 

Jua 10:1-39

Tiempo

Lugar

Acontecimiento

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Ministerio posterior de Jesús al este del Jordán

 

Más allá del Jordán

Muchos cifran su fe en Jesús

 

 

 

Jua 10:40-42

 

Perea (más allá del Jordán)

Enseña en ciudades y aldeas; avanza hacia Jerusalén

 

 

Luc 13:22

 

 

Perea

Entrada en el Reino; amenaza de Herodes; casa desolada

 

 

Luc 13:23-35

 

 

Probablemente Perea

Humildad; ilustración de la gran cena

 

 

Luc 14:1-24

 

 

Probablemente Perea

Calcular el costo del discipulado

 

 

Luc 14:25-35

 

 

Probablemente Perea

Ilustraciones: oveja perdida, moneda perdida, hijo pródigo

 

 

Luc 15:1-32

 

 

Probablemente Perea

Ilustraciones: mayordomo injusto, hombre rico y Lázaro

 

 

Luc 16:1-31

 

 

Probablemente Perea

Perdón y fe; esclavos que no sirven para nada

 

 

Luc 17:1-10

 

 

Betania

Jesús resucita a Lázaro

 

 

 

Jua 11:1-46

 

Jerusalén; Efraín

Consejo de Caifás contra Jesús; Jesús se retira

 

 

 

Jua 11:47-54

 

Samaria; Galilea

Curaciones y enseñanza en Samaria y Galilea

 

 

Luc 17:11-37

 

 

Samaria o Galilea

Ilustraciones: viuda insistente, fariseo y recaudador de impuestos

 

 

Luc 18:1-14

 

 

Perea

Baja por Perea; enseña sobre divorcio

Mat 19:1-12

Mar 10:1-12

 

 

 

Perea

Recibe y bendice a niños

Mat 19:13-15

Mar 10:13-16

Luc 18:15-17

 

 

Perea

Joven rico; ilustración de los obreros de la viña

Mat 19:16 a Mat 20:16

Mar 10:17-31

Luc 18:18-30

 

 

Probablemente Perea

Por tercera vez Jesús predice su muerte, su resurrección

Mat 20:17-19

Mar 10:32-34

Luc 18:31-34

 

 

Probablemente Perea

Santiago y Juan piden sentarse al lado de Jesús en el Reino

Mat 20:20-28

Mar 10:35-45

 

 

 

Jericó

Sana a dos ciegos al pasar por Jericó; visita a Zaqueo; ilustración de las diez minas

Mat 20:29-34

Mar 10:46-52

Luc 18:35 a Luc 19:28

 

Tiempo

Lugar

Acontecimiento

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Ministerio final en Jerusalén

8 de Nisán de 33

Betania

Llega a Betania seis días antes de la Pascua

 

 

 

Jua 11:55 a Jua 12:1

9 de Nisán

Betania

Banquete en casa de Simón el leproso; María unge a Jesús; judíos van a ver a Jesús y a Lázaro

Mat 26:6-13

Mar 14:3-9

 

Jua 12:2-11

 

Betania-Jerusalén

Entrada triunfal de Cristo en Jerusalén

Mat 21:1-11; Mat 21:14-17

Mar 11:1-11

Luc 19:29-44

Jua 12:12-19

10 de Nisán

Betania- Jerusalén

Maldice a la higuera sin fruto; segunda limpieza del templo

Mat 21:18-19; Mat 21:12-13

Mar 11:12-17

Luc 19:45-46

 

 

Jerusalén

Principales sacerdotes y escribas traman destruir a Jesús

 

Mar 11:18-19

Luc 19:47-48

 

 

Jerusalén

Habla a griegos; incredulidad de judíos

 

 

 

Jua 12:20-50

11 de Nisán

Betania- Jerusalén

La higuera sin fruto se ha marchitado

Mat 21:19-22

Mar 11:20-25

 

 

 

Jerusalén, templo

Cuestionan la autoridad de Cristo; ilustración de dos hijos

Mat 21:23-32

Mar 11:27-33

Luc 20:1-8

 

 

Jerusalén, templo

Ilustraciones: cultivadores malvados, banquete de bodas

Mat 21:33 a Mat 22:14

Mar 12:1-12

Luc 20:9-19

 

 

Jerusalén, templo

Preguntas capciosas sobre impuesto, resurrección, mandamiento

Mat 22:15-40

Mar 12:13-34

Luc 20:20-40

 

 

Jerusalén, templo

Pregunta de Jesús sobre la ascendencia del Mesías que les deja sin respuesta

Mat 22:41-46

Mar 12:35-37

Luc 20:41-44

 

 

Jerusalén, templo

Tajante denuncia de los escribas y fariseos

Mat 23:1-39

Mar 12:38-40

Luc 20:45-47

 

 

Jerusalén, templo

El óbolo de la viuda

 

Mar 12:41-44

Luc 21:1-4

 

 

Monte de los Olivos

Predicción de la caída de Jerusalén; presencia de Jesús; fin del sistema

Mat 24:1-51

Mar 13:1-37

Luc 21:5-38

 

 

Monte de los Olivos

Ilustraciones: diez vírgenes, talentos, ovejas y cabras

Mat 25:1-46

 

 

 

12 de Nisán

Jerusalén

Líderes religiosos maquinan la muerte de Jesús

Mat 26:1-5

Mar 14:1-2

Luc 22:1-2

 

 

Jerusalén

Judas negocia con los sacerdotes para traicionar a Jesús

Mat 26:14-16

Mar 14:10-11

Luc 22:3-6

 

13 de Nisán (jueves por la tarde)

Jerusalén y alrededores

Preparativos para la Pascua

Mat 26:17-19

Mar 14:12-16

Luc 22:7-13

 

14 de Nisán

Jerusalén

Celebra la fiesta de la Pascua con los doce

Mat 26:20-21

Mar 14:17-18

Luc 22:14-18

 

 

Jerusalén

Lava los pies de sus apóstoles

 

 

 

Jua 13:1-20

 

Jerusalén

Identifica a Judas como traidor, lo despide

Mat 26:21-25

Mar 14:18-21

Luc 22:21-23

Jua 13:21-30

 

Jerusalén

Cena de la Conmemoración instituida con los once

Mat 26:26-29

Mar 14:22-25

Luc 22:19-20; Luc 22:24-30

[1Co 11:23-25]

 

Jerusalén

Predice la negación de Pedro y la dispersión de los apóstoles

Mat 26:31-35

Mar 14:27-31

Luc 22:31-38

Jua 13:31-38

 

Jerusalén

Ayudante; amor mutuo; tribulación; oración de Jesús

 

 

 

Jua 14:1 a Jua 17:26

 

Getsemaní

Agonía en el jardín; traición y detención de Jesús

Mat 26:30; Mat 26:36-56

Mar 14:26; Mar 14:32-52

Luc 22:39-53

Jua 18:1-12

 

Jerusalén

Juicio por Anás, Caifás, Sanedrín; Pedro le niega

Mat 26:57 a Mat 27:1

Mar 14:53 a Mar 15:1

Luc 22:54-71

Jua 18:13-27

 

Jerusalén

Judas el traidor se ahorca

Mat 27:3-10

 

[Hch 1:18-19]

 

 

Jerusalén

Ante Pilato, luego ante Herodes y de nuevo ante Pilato

Mat 27:2; Mat 27:11-14

Mar 15:1-5

Luc 23:1-12

Jua 18:28-38

 

Jerusalén

Entregado a la muerte después que Pilato intenta libertarlo

Mat 27:15-30

Mar 15:6-19

Luc 23:13-25

Jua 18:39 a Jua 19:16

Viernes(c. de las 3 de la tarde)

Gólgota (Jerusalén)

Muerte de Jesús en el madero y sucesos relacionados

Mat 27:31-56

Mar 15:20-41

Luc 23:26-49

Jua 19:16-30

 

Jerusalén

Bajan del madero de tormento el cuerpo de Jesús y lo entierran

Mat 27:57-61

Mar 15:42-47

Luc 23:50-56

Jua 19:31-42

15 de Nisán

Jerusalén

Los sacerdotes y los fariseos consiguen guardia para el sepulcro

Mat 27:62-66

 

 

 

16 de Nisán

Jerusalén y alrededores

Resurrección de Jesús y sucesos ocurridos ese día

Mat 28:1-15

Mar 16:1-8

Luc 24:1-49

Jua 20:1-25

 

Jerusalén; Galilea

Siguientes apariciones de Jesucristo

Mat 28:16-20

[1Co 15:5-7]

[Hch 1:3-8]

Jua 20:26 a Jua 21:25

25 de Iyar

Monte de los Olivos, cerca de Betania

Ascensión de Jesús, cuarenta días después de su resurrección

[Hch 1:9-12]

 

Luc 24:50-53

 

El Significado de la palabra JESUCRISTO en nuestro diccionario bíblico, fue minuciosamente consultado en diversas fuentes de diccionarios teológicos online y su significado o significados etimológicos publicados en su definición, contexto e historia bíblica.

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JESUCRISTO En La Biblia – Significado de la Palabra y Su Historia Bíblica.

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