Significado de LUZ, LUZ DEL MUNDO Según La Biblia | Concepto y Definición

LUZ, LUZ DEL MUNDO Significado Bíblico

¿Qué Es LUZ, LUZ DEL MUNDO En La Biblia?

La luz es uno de los símbolos más complejos de la Biblia. El término principal para luz en el AT es ‘or, y en el NT es phõs. Luz puede indicar luz del día en contraste con oscuridad (Gén 1:5; Gén 1:18; Isa 5:30). Se puede referir a las lumbreras (el sol, la luna o las estrellas, Isa 60:19; Sal 136:7-9) o a la luz que dan estas (Isa 13:10; Jer 31:35) o bien a otras fuentes (lámparas, Jer 25:10; fuego, Sal 78:14). La expresión ‘or habboqer, “luz de la mañana” significa “amanecer” (Jue 16:2; 1Sa 14:36). En muchos de sus usos figurativos, el significado exacto de luz es incierto, aunque siempre está presente cierta relación con la noción de la luz física como base para la vida en la tierra. La luz tiene conexión con la instrucción (Isa 2:5; Sal 119:105; Sal 119:130), la verdad (Sal 43:3), el bien (Isa 5:20), la salvación (Sal 27:1; Isa 49:6), la vida (Sal 36:9; Job 33:28; Job 33:30), la paz (Isa 45:7), el regocijo (Sal 97:11), el pacto (Isa 42:6), la justicia y la rectitud (Isa 59:9), la presencia y el favor de Dios (Sal 44:3; Sal 89:15) o la gloria de Yahvéh (Isa 60:1-3). Las visiones apocalípticas acerca del fin se asocian con la extinción de la luz (Isa 13:10; Jer 4:23; Mat 24:29). En la nueva era, la nueva Jerusalén “no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apo 21:23; comp. Isa 60:19; Zac 14:6-7; Apo 22:5).
El primer día Dios creó la luz (Gén 1:3), lo que implica que existió antes que el sol y las demás lumbreras (Gén 1:14-18). Dios mismo es fuente de esa luz (comp. Sal 104:2; quizás Stg 1:17). Es probable entonces que esta luz significara la presencia divina así como la nube luminosa de la gloria shekiná (comp. Éxo 24:15-18; Éxo 40:38; 2Cr 5:13-14; 2Cr 7:2).
Dicha identificación de la luz aclara el significado de luz en el Evangelio de Juan y en 1 Juan. En la persona de Jesús, “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Jua 1:9). El unigénito de Dios, que está en el seno del Padre, dio a conocer al Padre (Jua 1:18) porque “fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jua 1:14; comp. Éxo 34:6). En otras palabras, Dios fue manifestado en Jesús porque en Él la gloria shekiná había vuelto a morar entre nosotros, y esta gloria consistía en plenitud de gracia y de verdad (comp. Jua 1:16-17). Por lo tanto, la luz indica la gloria de Jesús, plenitud de gracia y verdad. Jesús es “la luz del mundo” y Sus seguidores tendrán “la luz de la vida” (es decir, la verdad que trae vida; Jua 8:12). Jesús, que es luz, encarnación de gracia y verdad, también trae salvación (Jua 12:35-36; Jua 12:46-47) y la realización de las obras de Dios (Jua 9:4-5). Tal salvación y realización provienen de la guía e instrucción por parte de la luz (Jua 12:35; Jua 12:47). También están presentes las nociones de iluminación, tanto manifestación positiva de la previa obra de gracia de parte de Dios (Jua 1:13; Jua 3:21) como también reprobación de la maldad humana (Jua 3:20). En consecuencia, los seres humanos que rechazan la luz están rechazando a Jesús, la encarnación de la gracia y la verdad (Jua 3:14-21; comp. Jua 18:37-38, donde Pilato aparentemente ejemplifica a aquel que rechaza a Jesús como encarnación de la verdad).
En 1Jn 1:5, atribuirle a Dios (y no al Verbo) ser la luz entra dentro de esta línea de interpretación. El unigénito de Dios no solo se caracteriza por plenitud de gracia y verdad sino que también Su Padre, a quien Jesús dio a conocer, posee las mismas características (Jua 1:17-18). Por lo tanto, Juan puede declarar que los que no practican la verdad no tienen comunión con Dios, que es luz (1Jn 1:6). Primera 1Jn 2:8-10 está vinculado con la verdad: odiar al hermano es incompatible con el carácter del Padre y del Hijo (observar “la luz verdadera ya alumbra” en el v. 1Jn 2:8). Más aún, 1Jn 1:7-10 indica que andar en la luz (es decir, en la verdad) incluye confesión de nuestros pecados, los cuales impiden que tengamos comunión unos con otros y afectan la limpieza de todo pecado por medio de la sangre de Jesús.
El uso paulino de la luz en 2Co 4:4-6 corre paralelamente al de Juan (comp. Luc 2:32). “Luz” (aquí phostimos) se define como el “evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2Co 4:4). “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación (phostimos) del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2Co 4:6). Contemplar la gloria del Señor trae como resultado que seamos “transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2Co 3:18). Como los discípulos de Cristo son conformados a la imagen gloriosa de Jesús, que es encarnación de la gracia y la verdad, es apropiado que se los llame “luz del mundo” (Mat 5:14; Mat 5:16). Ellos se acercaron a Cristo para recibir vida (comp. Efe 5:13-14) y, en consecuencia, son poseedores y dadores de luz (1Ts 5:5; Rom 13:12; Efe 5:8; Flp 2:15; comp. Jua 5:35). Tal como sucedió con Pablo (el prototipo del discípulo), al creyente se le dicen estas palabras: “para que abras sus ojos [del pueblo judío y del resto de las naciones], para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe que es en mí [Jesús], perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hch 26:18). Como hijos de luz, los creyentes llevan fruto en toda bondad, justicia y verdad (Efe 5:9) y glorifican al Padre (Mat 5:16).

Randall K. J. Tan

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