Significado de MEDIADOR Según La Biblia | Concepto y Definición

MEDIADOR Significado Bíblico

¿Qué Es MEDIADOR En La Biblia?

El término “mediador” aparece muchas veces en la Biblia, si bien en el NT se observa con más frecuencia que en el AT. No obstante, la idea de mediación se extiende a lo largo de la Escritura; la mediación humana es común en el AT, en tanto que la mediación de Cristo constituye uno de los temas clave del nuevo pacto.
Antiguo Testamento
En las Escrituras hebreas, los sacerdotes y los profetas eran mediadores, y en menor medida sucedía lo mismo con los reyes. En textos más antiguos, previos a la iniciación del sistema de sacrificios, los padres desempeñaban el papel de mediador de la familia (Gén 8:20; Gén 12:7-8; Gén 15:9-11). El profeta se ubica entre el hombre y Dios para comunicar la voluntad y la palabra divina. Moisés fue la persona mediante la cual Dios reveló Su plan para la nación del pacto (Deu 18:18-22). Dios levantó al profeta Samuel, a quien le habló en forma directa (1Sa 3:1-21). Los profetas de épocas posteriores por lo general actuaban como instrumentos para revelar la obra redentora y correctiva de Dios (Isa 1:2-20; Amó 1:1-15; Amó 2:1-16), y se los consideraba “atalayas” de la destrucción inminente que intercedían a favor de Israel (Eze 33:1-9; comp. Núm 24:11-19).
Los sacerdotes también eran mediadores de la Palabra de Dios e interpretaban Su voluntad; por lo tanto, enseñaban las Escrituras (Neh 8:1-8) y recurrían al Urim y Tumim (Éxo 28:30; Lev 8:8). Pero más aún, estaban ubicados entre Dios y la pecaminosidad de Israel. Los levitas eran santificados para realizar las tareas de servicio en el tabernáculo/templo y tenían acceso directo a Dios en las actividades del santuario. Entre Dios y Su pueblo había un precipicio manchado por el pecado, y solo se podía atravesar mediante el sacrificio de un miembro sin mancha del rebaño. Estos sacrificios los podía ofrecer únicamente una persona autorizada, un sacerdote ordenado por derecho de nacimiento y ungido para la tarea (Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46). El sacerdote obtenía su autoridad en base al régimen que Moisés había instituido por mandato divino; la autoridad del régimen no derivaba del sacerdote. Este diariamente llevaba a cabo los diversos sacrificios (Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19; Lev 6:1-30; Lev 7:1-38), aunque existían casos especiales en determinadas ocasiones, particularmente el sacrificio del Día de Expiación que solo lo realizaba el sumo sacerdote una vez al año (Lev 16:1-34).
En menor grado, el rey oficiaba como mediador dado que era “el ungido de Jehová” (comp. 1Sa 16:6). En este aspecto, era una forma de anticipo del verdadero Mesías, mediador perteneciente al linaje de David que sería profeta, sacerdote y rey (Isa 61:1-3).
Nuevo Testamento
Dios el Hijo tomó forma humana y cumplió (y continúa cumpliendo) la función de mediador perfecto entre Dios y el hombre. Pablo declaró que el hombre es incapaz de tener comunión con Dios a menos que se acerque a Él por medio de Jesús, porque hay un solo mediador “entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1Ti 2:5). Cristo, que es superior a Moisés (Heb 3:1-6), obra como mediador de un nuevo pacto (Heb 8:6; Heb 9:15; Heb 12:24) basado en Su muerte sustitutoria en la cruz realizada “una vez para siempre” (Heb 7:27) y que garantiza que ese pacto es mejor (Heb 7:22). Jesús asume el triple oficio como profeta, sacerdote y rey a fin de actuar como mediador de Su pueblo. Como Sumo Sacerdote del pueblo de Dios, Jesús se ofreció a sí mismo como propiciación por nuestros pecados, lo que dio como resultado que la ira de Dios se apartara de nosotros (Rom 3:25; 1Jn 2:2) y gozáramos de paz al reconciliarnos con Él (Efe 2:12-17; Rom 5:1). El ministerio de Cristo como mediador continúa mientras está sentado en el trono celestial. Dado que Jesús resucitó y vive para siempre, Su sacerdocio continúa, y esto les asegura a los creyentes que los salvará e intercederá por ellos siempre (Heb 7:24-25; Rom 8:34). Por la obra mediadora de la cruz, los creyentes pueden entrar con confianza al santuario (lugar santísimo) y acercarse al trono de la gracia para obtener ayuda (Heb 4:14; Heb 9:12; Heb 10:19-23). Cristo, al ser plenamente Dios y plenamente hombre, es un mediador y un sumo sacerdote que se puede compadecer de nuestras debilidades y, por esa razón, asegurarnos que recibiremos gracia y misericordia (Heb 4:15-16).

Chad Brand

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