Significado de RÍOS Y VÍAS FLUVIALES Según La Biblia | Concepto y Definición

RÍOS Y VÍAS FLUVIALES Significado Bíblico

¿Qué Es RÍOS Y VÍAS FLUVIALES En La Biblia?

Desde los primeros esfuerzos por asentarse de manera permanente en el antiguo Cercano Oriente, las personas fueron atraídas hacia los ríos y los arroyos que finalmente determinarían la distribución de la población entre las montañas, los desiertos y los mares. Las llanuras anegadas de muchos de estos ríos originalmente eran inhóspitas, con selvas espesas y enmarañadas, bestias salvajes e inundaciones y enfermedades impredecibles. No obstante, en las zonas de llanuras y tierras bajas que proporcionaban un suministro de alimento más constante y facilidad de traslado, la necesidad de una fuente de agua permanente atraía a los colonos hacia las orillas de los ríos. Así, las primeras civilizaciones ribereñas del Nilo, el Tigris y el Éufrates que comenzaron alrededor del 3000 a.C., y poco tiempo después la civilización del Indo, nacieron como respuesta a los retos y beneficios que representaban estas importantes vías fluviales. Se desarrolló el control de inundaciones y la organización social y económica, y se inventó la escritura como medio de comunicación. El comercio se vio facilitado debido a las vías fluviales navegables. Dado que los caminos seguían las líneas de menor resistencia, el patrón de las primeras rutas comerciales se regía por los canales y los cursos de ríos y arroyos (especialmente en terreno más accidentado), y se extendían a lo largo de la costa donde se desarrollaron los primeros poblados de pescadores.
Ríos y arroyos
Cada uno de los ríos de la Biblia fue aprovechado para satisfacer necesidades humanas específicas. Un estudio de los ríos ayuda a comprender la cultura ribereña.
Nilo
(heb. ye’or) El Nilo juega un papel prominente en los primeros acontecimientos de la vida de Moisés en Éxodo (Moisés, Éxo 2:3; las diez plagas, Éxo 7:15; Éxo 7:20). Muchos pasajes hacen referencia al Nilo como el río (Gén 41:1), el “río de Egipto” (Gén 15:18; Amó 8:8) y Sihor (Jos 13:3), entre otros nombres. El “torrente de Egipto” se refiere mayormente a Wadi el-Arish, el sistema de desagüe del centro de Sinaí. Los profetas Amós (Amó 8:8; Amó 9:5) y Jeremías (Jer 46:8) emplearon el Nilo como símbolo de Egipto, concepto que se entiende fácilmente en términos de la importancia histórica del río para la supervivencia y el bienestar del país.
Para los egipcios, el desborde anual predecible del Nilo junto con el depósito de suelo aluvial negro y fértil significaba enriquecimiento de la llanura anegada y la diferencia entre el alimento y la hambruna. El Nilo nace de la unión del Nilo Blanco y el Nilo Azul, y recorre una distancia de unos 5600 km (3500 millas). Su cuenca tiene alrededor de 2.600.000 km2 (1.000.000 de millas2). Luego de un caudal bajo a fines de mayo, a comienzos de septiembre el flujo del río llega gradualmente a su nivel de desborde máximo. A lo largo de la historia, aprox. el 95% de la población de Egipto dependía de la productividad del 5% de la superficie del país correspondiente a la llanura anegada del Nilo. En el delta, al menos tres brazos importantes facilitaban la irrigación de todo el abanico al norte de Menfis, la antigua capital del Bajo Egipto. Ver Egipto; Río Nilo.
Éufrates
Se menciona por primera vez en Gén 2:14 como uno de los cuatro brazos del río que irrigaba el jardín del Edén. El Éufrates recorre unos 2700 km (1700 millas) hasta transformarse en el río más largo del oeste de Asia. Desde la región montañosa del noreste de Turquía (Armenia), fluye en dirección sur hacia el norte de Siria y gira hacia el sudeste para unirse al Tigris y desembocar en el Golfo Pérsico. En el Éufrates medio, Carquemis (originalmente el centro de una pequeña ciudad estado) se transformó en la importante capital provincial del reino Mitanni, después de los imperios Hitita y Asirio. En Carquemis, en el 605 a.C., Nabucodonosor II derrotó al faraón Necao cuando comenzó su exitosa avanzada para reclamar el antiguo Imperio Asirio a fin de incorporarlo a Babilonia (2Re 24:7; Jer 46:1-28). Dos importantes tributarios, el Balikh y el Khabur, confluyen en el Éufrates desde el norte antes de que continúe hacia el antiguo centro comercial de Mari. El bajo Éufrates generalmente determinaba los límites occidentales de las ciudades estado que conformaron la primera civilización sumeria. Desde la llanura del río hasta el delta, tanto el Tigris como el Éufrates regularmente han creado nuevos brazos y cambiado sus cursos. Alrededor del 90% de su flujo se pierde misteriosamente debido a la irrigación, la evaporación, las lagunas, los lagos y los pantanos, y nunca llega al Golfo Pérsico. Perdidas también en esta región se encuentran vastas cantidades de sedimento que el Tigris y el Éufrates acarrean de las regiones montañosas. Los depósitos de sedimentos a lo largo de los cursos inferiores de estos ríos alcanzan un promedio de 5 a 7 m (16 a 23 pies), y en algunas regiones llegan a tener 11 m (36 pies). Se ha calculado que en un solo día el Tigris por sí solo retira alrededor de tres millones de toneladas de materiales erosionados de tierras altas. En el extremo sur, los dos ríos se unen en un arroyo combinado que en la actualidad se conoce como Shatt el-Arab.
El desborde de los ríos de la Mesopotamia en marzo y abril difiere del patrón seguido por el Nilo, que en dicha estación se encuentra en su nivel bajo. Los deshielos y las lluvias donde se originan crean torrentes repentinos y desastrosos que, especialmente a lo largo del Tigris, deben ser controlados mediante represas durante tales períodos para entonces proveer un sistema de irrigación beneficioso. Ver Ríos Tigris y Éufrates.
El curso del alto Éufrates fue descrito como el límite norte de la tierra prometida (Gén 15:18; Deu 1:7; Deu 11:24; Jos 1:4). Durante su apogeo, David extendió su influencia militar hasta las orillas de este río (2Sa 8:3; 2Sa 10:16-18; 1Re 4:24). Los términos “al otro lado del río” y “del otro lado del río” (Jos 24:2-3; Esd 4:10-13; Neh 2:7-9) aluden al Éufrates, un límite geográfico y político significativo a lo largo de la historia.
Tigris
Desde su origen en un pequeño lago (Hazar Golu), unos 160 km (100 millas) al oeste del Lago Van, en Armenia, el Tigris fluye en dirección sudeste a lo largo de aprox. 1850 km (1150 millas) antes de unirse al Éufrates y desembocar en el Golfo Pérsico. Alcanza la etapa de desborde durante marzo y abril debido a los deshielos de las montañas, y disminuye después de mitad de mayo. Si bien su curso superior es rápido en medio de cañones estrechos, desde Mosul y Nínive hacia el sur era navegable, y en la antigüedad fue muy utilizado para el transporte. Desde el este, una serie de tributarios provenientes de las laderas de los Montes Zagros desembocaban en el Tigris, incluidos el Gran Zab, el Pequeño Zab y el Diyala. Este fluye hacia el Tigris cerca de Bagdad. Antiguamente sus márgenes estaban habitadas por una densa población que se mantenía y prosperaba gracias a un excelente sistema de irrigación. El Éufrates, al fluir a un nivel 9 m (29 pies) más alto que el Tigris, permitió la construcción de una secuencia de canales de irrigación entre ambos ríos que dio como resultado una productividad fuera de lo común. Al sur de Bagdad, donde sus cursos se separaban nuevamente, se hizo necesario un sistema más complicado de canales y desvíos.
A orillas del Tigris se encontraban algunas de las ciudades más importantes de la antigüedad: Nínive, capital de Asiria durante el Imperio Asirio; Asur, capital original de Asiria; Opis (en los alrededores de Bagdad), centro comercial importante de épocas neobabilónicas y posteriores; Ctesifonte, capital de los partos y sasanios; y Seleucia, capital de los gobernantes seléucidas de Mesopotamia.
Ríos de Anatolia
Varios ríos irrigan esta región de la Turquía moderna. Ver Asia Menor, Ciudades de.
Halis
Desde sus vertientes en las montañas armenias, el Halis comienza su curso de 1142 km (714 millas) hacia el sudoeste, solo para ser desviado por una cadena montañosa secundaria en una amplia circunvalación hasta que su dirección se invierte por completo hacia el noreste atravesando las regiones montañosas que bordean la costa sur del Mar Negro. Como el río más largo de Anatolia, el Halis, al igual que los demás ríos principales de Turquía, es resultado de copiosas lluvias en la zona póntica. Debido a sus cursos serpenteantes en medio de las cadenas montañosas costeras, ninguno de estos ríos es navegable. Los hititas establecieron su capital Boghazkoy dentro de esta circunvalación del Halis en la zona norte de la meseta de Anatolia. El curso del Halis generalmente constituía las fronteras del distrito del Ponto.
Ríos de la costa egea
La accidentada costa egea ostentaba una serie de entradas y refugios protegidos que favorecieron la colonización griega y el establecimiento de las grandes ciudades portuarias de los períodos griego y romano posteriores. Las desembocaduras de los ríos egeos, ideales para los centros marítimos durante la colonización, finalmente demostraron ser desastrosas. Los cursos inferiores de estos ríos, relativamente cortos y serpenteantes a través de sus respectivas llanuras, son muy poco profundos y de aguas mansas durante los meses del verano. Sin embargo, sus cursos superiores, de reciente formación, traen consigo excesivo aluvión desde las tierras altas, y tendían a llenar estuarios y golfos. Para mantener el acceso del puerto al mar y evitar la formación de pantanos infestados de malaria se requería un dragado constante. De este modo, el Hermo a unos 250 km (155 millas) fue desviado para evitar la destrucción del puerto de Esmirna (Izmir). El emplazamiento original de la ciudad al sur de Éfeso sobre las marismas azotadas por la enfermedad fue abandonado alrededor del 400 d.C. por la construcción de un nuevo puerto en el Río Caístro. Durante los días de prosperidad de Éfeso, se mantuvo el dragado constante. Sin embargo, con la decadencia del Imperio Romano después del 200 d.C., la acumulación de cieno en el puerto acarreó el rápido deterioro de la ciudad. Mileto, sobre la llanura aluvial del Río Meandro a 378 km (236 millas), fue establecida originalmente sobre un golfo profundo protegido de los vientos imperantes. La gran ciudad jónica había contado en su momento con cuatro puertos, pero la acumulación de cieno en estos lugares debido a los depósitos aluviales del Meandro acabó por conducir a la decadencia y el abandono de la ciudad. A pesar de que estos ríos egeos no eran navegables, las llanuras aluviales que los bordeaban proveían un acceso cómodo y vital y comunicaciones con el interior.
Ríos de Siria y Palestina
Los ríos de Siria y Palestina a menudo separaban a los pueblos en lugar de brindarles poder económico.
Orontes y Litani
En las regiones altas del Valle de Beqa que forma la falla entre las cadenas montañosas del Líbano y Antilíbano, una cuenca a 1150 m (3770 pies) sobre el nivel del mar constituye las cabeceras de los ríos Orontes y Litani. Las lluvias y la nieve de las cumbres montañosas a más de 3300 m (11.000 pies) bajan hacia el Beqa, de 10–15 km (6–10 millas) de ancho, que forma parte de la gran hendidura (“Llanura del Líbano”, Jos 11:17). Desde la divisoria de aguas, el Orontes fluye hacia el norte y gira en dirección oeste para desembocar en el Mediterráneo cerca de Antioquía. El Litani fluye hacia el sur y finalmente sale al mar al norte de Tiro. Desgraciadamente, su curso inferior ha formado un cañón tan profundo y estrecho que no es de utilidad para las comunicaciones. Ver Palestina.
Jordán
Una serie de vertientes y tributarios, producto de las lluvias y nieves de las alturas del Monte Hermón (hasta 2770 m [9100 pies] sobre el nivel del mar) en el extremo sur de las montañas del Antilíbano al este del Valle de la Hendidura, convergen en el Lago Huleh para formar las cabeceras del Río Jordán. A lo largo del borde oriental del Valle de Hule, fluye en dirección sur hacia el Lago Cineret (Mar de Galilea). Con tan solo unos 13 km (8 millas) de ancho y 23 km (14 millas) de largo, las aguas dulces del Mar de Galilea y su industria pesquera proporcionaron sustento para una densa población durante la mayoría de los períodos de la historia. En el extremo sur de Galilea, el Jordán sale y recorre unos 100 km (65 millas) hacia el Mar Muerto (unos 400 m [1300 pies] debajo del nivel del mar). El Jordán recorre 203 km (127 millas) con un área de desagüe de aprox. 16.500 km2 (6380 millas2). El Río Yarmuk se une al Jordán 8 km (5 millas) al sur del Mar de Galilea. El Río Jaboc llega al Jordán desde el este, 40 km (25 millas) al norte del Mar Muerto.
Al final del Jordán, el Mar Muerto se extiende otros 72 km (45 millas) entre altos y escarpados acantilados de arenisca y piedra caliza de Nubia en medio de los áridos desiertos que bordean la cuenca de Judea al oeste y la meseta transjordánica al este. El mar y el inhóspito terreno a lo largo de la costa refrenaron el transporte y los viajes regulares en esta zona.
Aparentemente, el Jordán nunca fue utilizado como vía fluvial para viajes ni transporte. En su lugar, sirvió como barrera natural y límite político debido a que sus márgenes empinadas y las densas hileras de árboles que flanqueaban su tortuoso trayecto (“espesura del Jordán”, Jer 49:19 NVI; comp. 2Re 6:4) solo podían cruzarse sin dificultad a través de los vados (Jos 3:1). El control de estos vados durante las confrontaciones militares en la época bíblica constituía una ventaja crucial (Jue 3:28; Jue 12:5-6). Parecería que el papel del Jordán como límite político ya había sido establecido poco después del 2000 a.C. cuando la frontera oriental de la provincia egipcia de Canaán seguía el curso del Jordán. A pesar de que las tribus de Israel recibieron un permiso especial para asentarse en Transjordania, siempre quedó claro que, al vivir más allá del Jordán, en realidad residían fuera de la Tierra Prometida (Jos 22:1-34). Aún en las épocas posbíblicas, el límite oriental de la provincia persa y helenística de Judea lo establecía el Jordán. Además de los fértiles oasis que salpicaban el Valle del Jordán, la prosperidad agrícola durante las épocas helenística y romana quedó asegurada cuando se desarrolló la irrigación a lo largo de las colinas escalonadas a ambos lados del Jordán en el Valle de la Hendidura. Ver Río Jordán.
Cisón
El Río Cisón forma el sistema de desagüe de la Llanura de Jezreel y la porción sur de la Llanura de Aco. Si bien algunos de sus tributarios pequeños tienen sus orígenes en vertientes al pie del Monte Tabor en el sur de Galilea y en la extensión del Carmelo en las cercanías de Taanac y Meguido, el Cisón rara vez es más que un arroyo que corre entre márgenes relativamente estrechas y poco profundas, excepto durante las fuertes lluvias invernales. Durante esas épocas su curso se transforma en una ciénaga pantanosa imposible de cruzar. Desde Jezreel, pasa junto al pie del Monte Carmelo por un paso angosto formado por un ramal de los montes de Galilea y sigue hacia la Llanura de Aco, donde se le unen otros tributarios antes de desembocar en el Mediterráneo. Su longitud total desde las vertientes hasta el mar es de tan solo de 37 km (23 millas). En la historia bíblica se lo conoce por su papel en la victoria de Débora y Barac sobre las fuerzas cananeas de Sísara (Jue 4:1-24; Jue 5:1-31), y la disputa de Elías con los profetas de Baal en el Monte Carmelo (1Re 18:40).
Yarkón
El Yarkón se forma por el desborde estacional desde las laderas occidentales de los montes de Samaria y Judea que fluye hacia el Arroyo de Caná, su principal tributario, y las ricas fuentes en la base de Afec aprox. 13 km (8 millas) hacia el interior desde la costa del Mediterráneo. A pesar del establecimiento de amarraderos y puertos pequeños a lo largo de su curso (como tel Qasile, una ciudad filistea) y de la madera de cedros del Líbano llevadas a flote tierra adentro hacia Afec para la construcción del palacio y el templo de Salomón, históricamente el Yarkón constituyó una barrera importante para el tráfico norte-sur debido a la gran cantidad de pantanos que se formaban en su lecho. Es probable que la abundante vegetación que bordeaba sus márgenes haya sugerido su nombre, que deriva del hebreo yarok, que significa “verde”. En tiempos bíblicos, el Yarkón delimitaba la frontera entre las tribus de Dan y Efraín en el norte. Más hacia el interior, el Arroyo de Caná marcaba el límite entre Efraín y Manasés (Jos 16:8; Jos 17:9).
Importantes masas de agua
Dos importantes mares ejercieron gran influencia en la historia política, económica y cultural de Israel.
Mar Mediterráneo
El Mar Mediterráneo tenía un ancho de 160–960 km (100–600 millas) y se extendía más de 3200 km (2000 millas) desde el Estrecho de Gibraltar hasta la costa de Palestina.
Formado por el movimiento de masas continentales de Europa y del Norte de África, el Gran Mediterráneo consta de una serie de cuencas y una costa extendida que a lo largo de la historia contribuyeron a la vitalidad del comercio y el intercambio marítimo. La costa inusualmente recta a lo largo de la porción sur de la ribera oriental y la falta de puertos y ensenadas naturales limitaban las oportunidades de los israelitas de involucrarse directamente en el comercio marítimo del Mediterráneo. Si bien existían instalaciones portuarias limitadas en ciudades costeras como Jope, Dor y Aco, apenas lograban proveer instalaciones para más de una flota pesquera local y servir como refugio ocasional durante las tormentas para los barcos mercantes de mayor envergadura que frecuentaban los grandes puertos ubicados más al norte a lo largo de la costa fenicia. En consecuencia, los tratados establecidos entre los reyes de Israel y los fenicios posibilitaron intercambio de productos de agricultura y horticultura a cambio de madera e importaciones (2Cr 2:16), y una cooperación mutuamente beneficiosa para mantener el monopolio en las rutas terrestres y marítimas de comercio e intercambio (1Re 9:26-27). El Mediterráneo se transformó en el mar “romano” cuando las condiciones pacíficas del control de Roma sobre las masas terrestres a lo largo de la mayor parte de la ribera mediterránea promovieron un movimiento intenso de productos, mercancías y personas con el fin de satisfacer las diversas necesidades de las provincias y la política romana imperante. Ver Mar Mediterráneo.
Mar Rojo
El Mar Rojo (heb. yam suf, literalmente “Mar de los Juncos”) es una masa de agua prolongada y estrecha que separa la península arábiga de la costa noreste de África (Egipto, Sudán y Etiopía). En el extremo sur, sus estrechos (de 34 km de ancho [21 millas]) se abren al Océano Índico. Con una longitud de aprox. 2000 km (1240 millas) y un ancho que varía entre 200 y 360 km (124 a 223 millas), la superficie total es de solo unos 456.000 km2 (176.000 millas2). Si bien su profundidad promedio es de unos 500 m (1640 pies), como parte de la gran hendidura o falla que se extiende en dirección norte desde el Lago Victoria hasta el pie de las montañas del Cáucaso al sur de Rusia, el Mar Rojo desciende a 2360 m (7741 pies) cerca de Puerto Sudán. Es el mar más cálido y salado de todos los mares abiertos. Aunque las costas del Mar Rojo se han poblado de manera aislada y sus puertos han sido pocos a lo largo de la historia, su vía fluvial proporcionaba acceso a los puertos distantes del Océano Índico y la costa este de África, donde las flotas de mercaderes fenicios arrendadas a Salomón comerciaban para obtener los bienes lujosos que adornaban las cortes reales del Levante (1Re 9:26).
En el norte, el Golfo de Suez y el de Elat (Aqaba) forman los brazos occidental y oriental que delinean las costas de la Península de Sinaí. Los faraones egipcios utilizaban el Golfo de Suez como la ruta más corta hacia el Mediterráneo. Se unía con los Lagos Amargos y con el Nilo por un canal que existía antes del 600 a.C. y que fue mantenido por los persas, los ptolomeos y los romanos.
Con la expansión del imperio de David, el Golfo de Elat (Aqaba) proporcionaba la salida comercial marítima vital que explotaban los reyes de Israel y Judá y los aliados fenicios para llenar los cofres de Jerusalén. Después que desapareció el reino de Judá, los nabateos establecieron un monopolio similar sobre el mismo comercio marítimo y las rutas terrestres de caravanas que atravesaban Petra a fin de llegar hasta Damasco y Gaza para el trasbordo en el Mediterráneo. En épocas helenistas, se restablecieron las rutas comerciales de la India y se conservaron durante todo el período romano. Ver Mar Rojo.
Conclusión
Además de los papeles significativos que desempeñaron el Nilo en Egipto y el Tigris y el Éufrates en Mesopotamia, los ríos del mundo bíblico eran pequeños y, en su gran mayoría, no navegables. En consecuencia, además de las llanuras aluviales a sus orillas, estos ríos jugaron un papel más significativo como barreras y límites que como vías fluviales para viajes y transporte. En términos de la historia bíblica primitiva, los mares Mediterráneo y Rojo desempeñaron roles preponderantes en el intercambio intercultural y comercial. A medida que se desarrollaron los imperios Griego y Romano, los mares occidentales (Egeo, Jónico, Adriático y Tirreno) cobraron mayor importancia. En el norte y el este, el Mar Negro, el Mar Caspio y el Golfo Pérsico, con las cadenas montañosas que los unían, formaron básicamente los límites del mundo bíblico.

George L. Kelm

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