Significado de RIQUEZAS Y MATERIALISMO Según La Biblia | Concepto y Definición

RIQUEZAS Y MATERIALISMO Significado Bíblico

¿Qué Es RIQUEZAS Y MATERIALISMO En La Biblia?

Posesiones materiales que tienen valor significativo, tales como tierra, ganado, dinero y metales preciosos, y la práctica de valorar dichas posesiones de manera más elevada de lo que deberían valorarse, especialmente cuando esto trae como resultado una mala distribución de las prioridades de una persona y socava su devoción a Dios.
Riquezas
Para entender el concepto escritural sobre la riqueza, es necesario comprender el relato bíblico de la creación. En ese relato, Dios creó el universo, y todo lo que hay en él, “de la nada” (Gén 1:1-27). Esto significa que mientras Dios creaba todo el universo, no utilizó ningún material preexistente para hacerlo. Así que, a diferencia de los pintores que utilizan cosas que ya existen (pinceles, lienzos, pinturas) al crear sus obras, Dios creó el universo sin utilizar nada que existiera previamente. El salmista instruye en cuanto a esto: “Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo; y sus manos formaron la tierra seca” (Sal 95:3-5). Por lo tanto, en virtud de ser el Creador absoluto, el reclamo de Dios sobre el universo y todo lo que hay en él también es absoluto; todo le pertenece definitivamente a Él (comp. Sal 50:10-12).
Desde luego, Dios en su sabiduría le dio a la humanidad dominio sobre la tierra (Gén 1:26-28) y, de este modo, les confió sus riquezas a los seres humanos. Al hacerlo, Dios los designó como administradores de la creación. No obstante, a partir de esto surgen varias consecuencias. Primero, puesto que todo le pertenece finalmente a Dios, cualquier cosa que uno posea, y de la que en consecuencia sea dueño, viene como un fondo de inversiones de parte de Él. Por esta razón, el derecho de propiedad de una persona nunca es absoluto; la propiedad de uno siempre le pertenece ante todo a Dios. Segundo, debido a que viene como fondo provisto por Dios, la posesión de la propiedad acarrea importantes responsabilidades. Por ejemplo, a aquellas personas a las que Dios les ha confiado riquezas, Él las considera responsables de ofrendar para Su obra (comp. Núm 18:20-32; Deu 14:28-29; Mal 3:8-10; 2Co 9:6-14; 1Ti 5:18) y de cuidar de los pobres (comp. Pro 29:7; Amó 5:11-12; Mat 19:21; 1Ti 5:3-5). Es importante observar que, en tanto que Dios invita a Sus hijos a avalar los ministerios de la iglesia mediante ofrenda sacrificial, la responsabilidad de manejar sabiamente lo que Dios ha dado se extiende aún más allá. De modo que es incorrecto pensar que, una vez que se ha entregado a la iglesia un cierto porcentaje de los ingresos que uno posee, no importa lo que se haga con el resto.
Dios ha bendecido a algunos con riquezas abundantes. Abram, Isaac, Salomón y Job fueron bendecidos con grandes riquezas (comp. Gén 13:2; Gén 26:12-14; 1Re 3:13; Job 42:12). Sin embargo, esto no significa que la pobreza sea una señal de desaprobación de parte de Dios. Según las Escrituras, Dios se interesa especialmente en los pobres (Sal 72:12-15). Más aún, Job fue justo aun cuando Dios permitió que se empobreciera (Job 1:1; Job 1:13-19). La justicia de Job es evidente aun cuando reacciona ante su desgracia. “Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Por lo tanto, sería un error llegar a la conclusión de que el empobrecimiento de Job fue señal del desagrado de Dios hacia él. Sin embargo, Dios espera mucho de parte de aquellos a quienes ha bendecido abundantemente. Las propias palabras de Jesús enfatizan esto: “A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Luc 12:48).
Materialismo
Las Escrituras advierten contra valorar demasiado las riquezas que uno posee. Estas pueden impedir que uno dé fruto espiritual (comp. Luc 8:14). Es probable que el ruego de Agur para no recibir riquezas, no sea que niegue a Dios (Pro 30:8-9), tenga su base en ser consciente de esta posibilidad. La realidad de que las riquezas pueden obstaculizar el crecimiento espiritual recibe una expresión elocuente de parte de Jesús: “Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mat 19:24). Jesús además advierte sobre la división en la lealtad de una persona: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mat 6:24). Más aún, tal como Pablo le dice a Timoteo, el amor al dinero ha conducido a muchos males, incluso provocando que muchos se alejaran de la fe (1Ti 6:10). De manera que uno debe contentarse con lo que posee y debe procurar la justicia más que las riquezas (Mat 6:33; Luc 12:15-21; Heb 13:5).
La justicia va acompañada de un espíritu generoso. Zaqueo respondió ante Jesús no solamente devolviendo cuadruplicado lo que había ganado en forma deshonesta sino también dándoles generosamente a los pobres (Luc 19:8), y los miembros de la iglesia de Jerusalén compartían sus posesiones entre sí (Hch 2:44-45; Hch 4:32-35). Dicha generosidad caracteriza a los que han sido librados del amor al dinero y han procurado guardar tesoros en el cielo más que en la tierra (Mat 6:19-21). Ver Creación; Diezmo; Mayordomía; Sacrificios y ofrendas.

Douglas Blount

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