Zacarías 11:8 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Dice Feinberg que «del versículo Zac 11:8 se han contado cuarenta interpretaciones diferentes». Gran parte de la dificultad desaparece si se vierte a la letra el original de la primera frase: «Y destruí a los tres pastores en un (solo) mes». Dice Feinberg: «El mejor punto de vista es el que contempla en los tres pastores tres clases de líderes en Israel: el profeta, el sacerdote y el rey (o, más propiamente, los magistrados civiles) (v. Jer 2:8)». Buck ve aquí a Joacaz, Joacim y Joaquín.

2. La segunda parte del versículo Zac 11:8 debe leerse del modo siguiente: «Pero mi alma se impacientó contra ellos, etc.». Lo de «ellos» se refiere al rebaño en general (así se explica la conexión con el v. Zac 11:9). No se pierda de vista que Zacarías es aquí tipo del Mesías. En efecto, como advierte Ryrie, «Zacarías estaba desempeñando el papel del Mesías venidero».

3. En vista de la tremenda oposición que este buen pastor halla, renuncia a su oficio (v. Zac 11:9) y entrega a las impenitentes ovejas a sus propios malvados caminos. Quiebra entonces (v. Zac 11:10) el cayado llamado Benevolencia, a fin de simbolizar el desagrado de Dios y la suspensión temporal del pacto que concertó con todos los pueblos, no sólo con el pueblo de Israel, ya que, como hace notar Feinberg, «las tribus de Israel no son designadas de ese modo en las Escrituras».

4. El versículo Zac 11:11 dice literalmente, según el texto hebreo: «Y fue roto (el cayado) en ese día, y conocieron así los afligidos (o pobres) del rebaño que me observaban (esto es, que le veían romper el cayado) que aquello era palabra de Jehová». Es decir, el «remanente» justo se percató de que la promesa de Eze 34:25 había sido suspendida temporalmente. Dice Feinberg: «Dios les puso freno (a los pueblos de la tierra) para que no hiciesen daño a Israel … Cuando fue retirado el freno, los romanos destruyeron su ciudad y su economía. Ni Alejandro, ni Antíoco Epífanes, ni Pompeyo obtuvieron permiso para dañar a su existencia nacional. Pero cuando el Mesías rompió Su cayado, ni Tito ni sus generales pudieron salvar (de su destrucción) el Templo, ni Juliano el Apóstata pudo restaurarlo más tarde».

5. Al terminar su oficio (v. Zac 11:12), el profeta pastor reclama del pueblo su salario: «Su amor, su obediencia, su devoción a Dios y a Su Pastor» (Feinberg). Y ellos le dan el precio en que estimaban Su persona y Su obra: Treinta siclos de plata. Ésta era precisamente la suma compensatoria de un esclavo (v. Éxo 21:32), con lo que Mat 26:15, compárese con Flp 2:7, adquiere una nueva dimensión interpretativa.

6. En el versículo Zac 11:13, muchas versiones (entre ellas, nuestra Reina-Valera) leen «tesoro» (hebr. otsár), al seguir a la versión siríaca, pero el texto masorético actual dice yotsér, alfarero, y ésta es la lectura que se debe adoptar. El alfarero podría ser el moldeador o fundidor de plata del templo, con lo que, como sugiere F. F. Bruce, tendríamos el lazo de unión entre el campo del alfarero de Mat 27:3-10 y el «dinero de sangre» de Judas (Mat 27:6-8; Hch 1:18, Hch 1:19). Feinberg ofrece esta otra explicación: «Echar una cosa al alfarero podría haber sido una expresión proverbial para deshacerse de lo que es inútil». Quedan dos detalles por analizar en este versículo Zac 11:13:

(A) La exclamación a ¡El espléndido precio en que he sido valorado por ellos!» (lit.) es, por supuesto, un sarcasmo, ya que la cantidad de dinero que le ofrecen es ridícula e insultante, algo sin precedentes en la larga historia de las ingratitudes humanas.

(B) En Mat 27:9 leemos que «entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías …», y trae a continuación precisamente la cita del versículo Zac 11:13, que venimos comentando. Al completar lo dicho en el comentario a Mat 27:9, ponemos aquí la siguiente explicación de Feinberg: «La solución ha de buscarse probablemente en el hecho de que el nombre de Jeremías estuvo a la cabeza de toda la colección de los profetas, porque su profecía estaba colocada la primera. De esta posición hay constancia en los escritos judíos».

7. Luego, el profeta pastor quiebra el otro cayado (v. Zac 11:14), porque, al rechazar al pastor que Dios había escogido, no habrá para Israel ninguna cosa con la que se pueda mantener la unión de los dos reinos. Esta desintegración, que se hizo evidente durante el asedio de Jerusalén por los romanos en el año 70 de nuestra era, ha perdurado hasta hoy.

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