Dejé el tema abierto hace algunos post (estoy atrás por 2 post en mi meta pero ahí le vamos) porque sabía que tenía que escribir más sobre todo esto, sobre la necesidad de cuestionar ciertas cosas, no sólo el sistema. Este sistema, como lo conocemos, es el resultado de la represión (y la falta) de reflexión teológica, la imposición de una forma de pensamiento y de las estructuras que soportan ese sistema. Establecido este sistema, «cauterizada» (1 Timoteo 4:2) la conciencia de los que viven en esa sub-cultura, y destruida su imaginación, todo está listo para mantenerlo por muchos años, aunque no por siempre. Entre todos los zombies que no preguntan hay gente que de repente piensa, y se da cuenta que algo anda mal.
Hay gente viviendo una relación con Dios carente de significado porque no tratan de agregarlo, no les interesa, dan todo por sentado. Nunca están preparados para responder porque nunca se prepararon para contestar. Pero, ¿cómo lo hacen? Si preguntan los ex-comulgan o se auto-excomulgan. Pobres algunos, se van retirando y alejando de su relación con Dios porque entienden que fuera de ese sistema no hay vida. Pero, ¿qué vida? ¿la represión? ¿la falta de gozo patrocinado por nuestros programas y nuestras liturgias? ¿las letras de nuestra «adoración» carente de autenticidad y de cosas que toquen nuestra realidad? ¿los sermones que aunque nos parezcan sin sentido no podemos revisar? ¿los líderes abusivos que no podemos confrontar? Jesús vive fuera del sistema, nos llama a salir un poco para conversar y reflexionar, con El, como volver a la vida. No vamos a crecer mucho sin que luchemos con ciertos pasajes, con ciertos versos de la Biblia que no nos hacen sentido aunque lo damos por sentado, aún con el simple: «Dios es amor» de Juan. Porque: ¿por qué Dios me ama a mi? Darlo por sentado es orgullo, cuestionarlo sabiendo nuestra condición es el inicio de la humildad.
Nos faltan par de bolas.
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