JUAN 81. ARRESTO Y MUERTE DE JESÚS 4

Juan 19:1-16




1 Entonces Pilato ordenó que le dieran azotes a Jesús.2 Luego, los soldados romanos hicieron una corona de espinas y se la pusieron a Jesús. También le pusieron un manto de color rojo oscuro3 y, acercándose a él, dijeron: «¡Viva el rey de los judíos!» Y le pegaban en la cara.

4 Pilato volvió a salir, y dijo a la gente: «¡Escuchen! Ordené que traigan a Jesús de nuevo. Yo no creo que sea culpable de nada malo».

5 Cuando sacaron a Jesús, llevaba puesta la corona de espinas y vestía el manto rojo. Pilato dijo:

–¡Aquí está el hombre!

6 Cuando los jefes de los sacerdotes y los guardias del templo vieron a Jesús, comenzaron a gritar:

–¡Clávenlo en una cruz! ¡Clávenlo en una cruz!

Pilato les dijo:

–Yo no creo que sea culpable de nada. Así que llévenselo y clávenlo en la cruz ustedes mismos.

7 La gente respondió:

–De acuerdo a nuestra ley este hombre tiene que morir, porque dice ser el Hijo de Dios.

8 Cuando Pilato oyó lo que decían, sintió más miedo.9 Volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó:

–¿De dónde eres?

Pero Jesús no le contestó.10 Entonces Pilato le dijo:

–¿No me vas a contestar? ¿Acaso no sabes que tengo poder para mandar que te dejen libre, o para que mueras clavado en una cruz?

11 Jesús le respondió:

–No tendrías ningún poder sobre mí si Dios no te lo hubiera dado. El hombre que me entregó es más culpable de pecado que tú.

12 A partir de ese momento, Pilato buscó la manera de dejar libre a Jesús, pero la gente gritó:

–¡Si dejas libre a ese hombre, no eres amigo del emperador romano! ¡Cualquiera que quiera hacerse rey, es enemigo del emperador!

13 Al oír esto, Pilato mandó que sacaran a Jesús del palacio. Luego se sentó en el asiento del tribunal, en un lugar llamado Gabatá, que en hebreo significa El Empedrado.14Faltaba un día para la fiesta de la Pascua, y eran como las doce del día. Entonces Pilato dijo a los judíos:

–¡Aquí tienen a su rey!

15 Pero la gente gritó:

–¡Clávalo en una cruz! ¡Clávalo en una cruz!

Pilato les preguntó:

–¿De veras quieren que mate a su rey?

Y los sacerdotes principales le respondieron:

–¡Nosotros no tenemos más rey que el emperador de Roma!

16 Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo mataran en una cruz, y ellos se lo llevaron.

Las mismas personas que, con toda probabilidad, aclamaron a Jesús cuando llevó a cabo su entrada triunfal en la ciudad de Jerusalén son las que ahora piden a gritos su sangre y su vida.

El propio Pilato, de quien sabemos por la historia que era una persona sin moral ni escrúpulos, es consciente de la inocencia de Jesús y quiere salvarlo.

Jesús, que toda su vida practicó el bien y que fue siempre sensible a las necesidades de las personas a su alrededor, el propio Dios hecho hombre es llevado a la muerte a causa, precisamente, de su práctica del bien y de su compromiso con un mundo roto y necesitado.

Al leer este archiconocido pasaje de la Biblia lo único que podía pensar era en eso, en que la práctica del bien no implica ni significa que las cosas nos saldrán bien a nosotros y que todo será bendición. Este pasaje me enseña que si seriamente nos comprometemos con ser agentes de restauración, puede ser que hagamos muchos enemigos y haya mucha gente que no esté de acuerdo ni lo vea con buenos ojos. Este pasaje me enseña que la imitación de Jesús puede ser arriesgada, dolorosa e incluso peligrosa porque hay muchos que se oponen y se opondrán al bien.

En fin, este pasaje enseña que la imitación del Maestro es una opción por el dolor y el sufrimiento algo que Él mismo experimentó y nos anuncia que deberíamos estar dispuestos a afrontar.

Un principio

La imitación de Jesús pasa por el sufrimiento


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