03- Cristianismo Sin Cristo

Saga: «Maldito Mundo»

Dejemos la institución y el liderazgo para después. Hablemos de nosotros mismos, los que constituimos la iglesia. Porque muchas veces no son los líderes el problema, a veces ellos se enfrentan al dilema de Aaron: «Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros…» (Exodo 32:1) Y en un ataque de poco dominio propio y deseo de complacer a «nuestros seguidores» (los llamamos así y luego nos quejamos de que no siguen a Dios), les damos ídolos, cosas que adoren: una buena (y profunda) predica, un buen templo, buena música, café y galletitas. Ellos prefieren esto antes que a Dios.

Entonces, los miembros o como les quieras llamar, son tan culpables de esta situación como quienes lo encabezan. Quienes los encabezan, en muchos de los casos, simplemente están haciendo algo para mantenerlos viniendo (nunca yendo), pero algo que ellos reclaman. Somos otro Israel en el desierto pero sin Moisés. Somos los que queremos el cristianismo sin Cristo. Cristo hace daño. Es como la grasa en el cerdo o la cafeína en el café. Nos mata. ¿Quién quiere algo que lo mate? Así que huimos de Cristo dentro del «cristianismo». En un esfuerzo por querer sentir que está pasando «algo» en nuestras vida, recurrimos a sensaciones, cosas que nos mantengan la mente ocupada, que nos haga olvidar, aunque sea el hecho de que no seguimos a Dios. Así que, cada domingo vamos, nos drogamos y luego volvemos afuera creyendo que hemos avanzado un poco, cuando estamos en el mismo lugar. Nos ocupamos en tareas ministeriales, obras benéficas, nos involucramos en la acción cristiana, pero sin Cristo, obvio está. Al menos estar ocupados nos hace olvidar que Cristo está en la sala.

Siendo honesto, los que nacimos en los últimos 30 años se nos hace tan difícil desintoxicarnos del sistema. Nos cuesta pensar que lo que estoy escribiendo es real. Esto es más grande que un concepto, es de lo que estás huyendo afuera pero te lo encuentras en la iglesia «versión Cristiana» (sin Cristo, claro está), lo que lo hace peligroso y tóxico, pues te lo ofrecen como «la forma.» ¿Qué puedes hacer? Lo pruebas, te gusta, y toma años darte cuenta que estás tomando la cosa sin la esencia, si es que te das cuenta. Me da dolor y me aterra, el simple hecho de que prediqué y fui vocero de muchas de las cosas que ahora denuncio lo hace peor, no porque no quiera retractarme pues fui la voz de algo en lo que creía. Hasta que lo vi, vi el dolor que puede causar en la gente lo que el mundo impone.


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