119:34 Dame entendimiento, y guardaré tu ley, Y la cumpliré de todo corazón. (Los Salmos)

Dame entendimiento, y guardaré tu ley, Y la cumpliré de todo corazón. (Los Salmos) 119:34



¿Es la Biblia la Palabra de Dios? Entonces asegúrate de no descuidarla. ¡Léela, léela! Comienza a leerla hoy mismo. ¿Qué mayor insulto puede haber para Dios que el que un hombre se haga culpable de negarse a leer la carta que Él le envía desde el Cielo? ¡Ten por seguro que, si no lees la Biblia, corres el terrible peligro de perder tu alma!

Estás en peligro porque, en el Día del Juicio, Dios te pedirá cuentas por haber descuidado la Biblia. Tendrás que responder por la forma en que utilizaste tu tiempo, tus fuerzas y tu dinero; y también por la utilización que hiciste de la Palabra.

Estás en peligro porque no hay error religioso grande o pequeño en el que no puedas caer. Te hallas a merced del primer jesuita, mormón, sociniano, turco o judío astuto que se cruce en tu camino. Un país de ciudades sin amurallar no está más indefenso contra el enemigo que un hombre que descuida su Biblia. Puedes ir dando tumbos de un engaño a otro hasta que te veas caer en el abismo del Infierno. ¿No te arrepentirás, entonces, y leerás tu Biblia?

Estás en peligro porque no hay una sola excusa razonable que puedas aducir para descuidar la Biblia. ¡Claro que no tienes tiempo para leerla¡ Pero sí puedes sacar tiempo para comer, beber, dormir, hacer dinero y gastarlo, y quizás para leer el periódico y fumar. Podrías encontrar tiempo para leer la Palabra sin problema alguno. ¡Por desgracia, no es la falta de tiempo sino su despilfarro lo que destruye las almas! ¡Claro que te resulta demasiado engorroso leer! Antes bien deberías decir que es demasiado engorroso ir al Cielo y que te das por satisfecho con ir al Infierno. Ciertamente, estas excusas son como la basura que rodeaba los muros de Jerusalén en tiempos de Nehemías. Pronto desaparecerían si, como los judíos, tuvieras “ánimos para trabajar”. Lo digo por última vez, ¿no te arrepentirás y leerás tu Biblia?

Créeme, te lo pido, la Biblia misma es el mejor testigo de su propia inspiración. Quienes critican la inspiración y le ponen objeciones son, demasiado a menudo, los mismos que no leer las Escrituras jamás. La aridez, la dureza y el hermetismo de los que profesan quejarse se hallan más a menudo en sus propios corazones que en el libro. ¡Convéncete! Tómala y comienza a leerla.

¿Es la Biblia la Palabra de Dios? Asegúrate entonces de leerla siempre con una profunda reverencia. Cada vez que abras la Biblia dile a tu alma: “Oh, alma mía, estás a punto de leer un mensaje de Dios” . Las sentencias de los jueces y los discursos de los reyes se escuchan con temor y respeto. ¡Cuánta más reverencia le debemos a las palabras del Juez de jueces y el Rey de reyes! Evita, tal como los harías con las blasfemias y los juramentos, ese irreverente hábito en el que han caído lamentablemente algunos teólogos modernos al hablar de la Biblia. Manejan los contenidos del libro santo tan despreocupada e irrespetuosamente como si sus autores fueran iguales que ellos. Adoptemos, más bien, el espíritu de Moisés en el monte Horeb: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (Éxodo 3:5)

¿Es la Biblia la Palabra de Dios? Entonces asegúrate de no leerla jamás sin orar fervientemente por la ayuda y la enseñanza del Espíritu Santo. Esta es la roca contra la que muchos naufragan. No piden sabiduría e instrucción, de forma que la Biblia les parece hermética y no extraen nada ella. Deberías rogar al Señor Jesucristo que “abra tu entendimiento” tal como hizo con el de sus discípulos. El Señor Dios, por cuya inspiración se escribió este libro, guarda sus llaves y solo Él puede capacitarte para que lo entiendas provechosamente. Nueve veces clama David en un solo salmo: “Enséñame”. Cinco veces, en el mismo salmo, dice: “Dame entendimiento”. 

Fragmento del libro “Sendas Antiguas “ – capítulo 1 “La Inspiración»
Autor: J.C. Ryle


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