144- EXTASIADOS


En la sala de mi casa tenemos un ventanal grande de ventanas que nunca abrimos. Sobre ellas unas cortinas sencillas: rayas, cremas y azules; nada fuera de lo común. Benjamín, Benjamín a veces está incómodo, no se conforma con estar sentado o acostado, así que quiere caminar, y como no camina, camina sobre papá, más bien yo camino mientras él observa. Y si no puedo salir, caminamos (él sobre mi) alrededor de la sala donde está el ventanal que nunca abrimos con las cortinas de rayas, azules y crema. Cada vez que nos paramos frente a las cortinas, se queda ¡extasiado! Como si las mirase por primera vez. Día tras día, desde que puede enfocar y ver bien. Las mira, las explora, las contempla, luego mira al suelo, medita, piensa y vuelve: las mira, las explora, las contempla. Si fuese por él (y si mis pies pudiesen aguantar) duraríamos horas frente a las cortinas. ¿Por qué? Son simples cortinas de rayas, azules y cremas, de ventanas (más bien puertas) que nunca abrimos, por donde nadie sale ni entra. Pero sí: las mira, las explora, las contempla, como si fuese la primera vez, como si fuesen nuevas.

Ayer me preguntaba: ¿qué pasaría si cada día mirásemos a Dios así? Como si nunca lo terminásemos de entender, como si no nos cerrara totalmente, como un misterio que solo podemos decifrar en parte (y estamos contentos con eso), y nos parásemos frente a El diariamente, como si fuera la priemra vez: mirarlo, explorarlo, contemplarlo, una y otra vez, y que nos quedásemos ahí, si se pudiera, si nuestros pies lo permitieran. Pero no es lo que queremos de Dios, ¿verdad? Queremos entenderlo, decifrarlo; no que eso sea malo, ¡buenísimo! pero cuando lo deciframos como que se pierde… el misterio, lo hermoso. Porque ya figuramos cómo es Dios (¡qué arrogancia!).

Es lo que los científicos no quieren admitir del universo, ¡no lo entienden! Están siempre asombrados de que no lo han decifrado, cada cierta cantidad de años (o meses) tienen que contradecir sus propias teorías, pero nos quieren hacer entender que lo entienden y que en ese entendimiento ya probaron también que no existe Dios. Como la cuestión con Stephen Hawkins (que ya lleva varios años pensando así) pero había que buscar una buena forma de mercadear el libro para que sea un bestseller desde que salga. Si el señor Hawkins es sincero, tiene que admitir que: hemos avanzado (porque hemos avanzado en nuestro entendimiento de el universo) pero que nos falta muchísimo que aprender, por ende: no podemos concluir nada, ni sobre el universo ni sobre la participación de Dios en eso, por lo menos no desde la mera observación.

Pero bueno, dejo a los científicos a un lado, a los que van a comprar el libro de otro, y busco la forma de ver a Dios, cada día, como Benjamín ve esa cortina. By the way, creo que ya es tiempo de comprar otra….


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.