¿Se tienen los amigos?
¿Puedes poseerlos?
¿Intercambiarlos? ¿Guardarlos?
¿Sacarlos para fechas específicas?
¿Contenerlos? ¿Modificarlos?
¿Regalarlos? ¿Pedirlos de vuelta?
Hacemos y pensamos todas estas cosas, pero no deberíamos. Este es la razón mayor de nuestra decepción con la gente. Porque la gente toma decisiones, se cambia de lugar, no está en ciertas fechas, no quiere ser modificada sino respetada. Si tan sólo tuviésemos la capacidad de entender esto de primera mano, nos ahorraríamos tanto odio y rencor.
Un amigo es una bendición, y la amistad (la verdadera amistad) es un don. Nos debería alegrar verlos ir, venir, no estar, que disfruten su vida sin pensar en cómo nos afecta su ausencia o su presencia. Deberíamos pensar en la amistad y el amor, no solo en terminos de cómo nos beneficia a nosotros, sino en cuán bien le está yendo a aquellos que amamos, aunque no estén… cerca.
Porque los amigos no se tienen, decir que los tenemos es rebajar su importancia. Obviamente, es difícil cambiar nuestras costumbres lingüísticas, seguiremos diciendo «tengo», «tenemos». Lo que sí espero, es que dentro sepamos que, si amamos, somos libres y la otra persona… también.
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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Foto Cortesía de Thomas Hawk
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