«Hay pibes que te hacen feliz,
viven en el cielo.»
Fito Paez – Absolut Vacío
¡Ah! El otro día hablaba sobre hombres de Dios que me han servido de imagen paternal. Otra de las características que los marca es: ¡No quieren ir al cielo! Dirás: «¡Mierkina! ¿Quién no quiere ir al cielo?» ¡Ellos! Tampoco quieren ir al infierno, pero: no se mueren por ir al cielo. Están vivos. Disfrutan la vida, lo que hacen, se arriesgan, los retos y los problemas los hacen reir, ¡son unos locos!
El otro día llamé a uno de ellos (¡no revelaré su identidad!) para felicitarlo por su cumpleaños. Cuando terminamos la llamada me dijo: «Ya estoy poniéndome viejo, cuando muera no dejes que digan: ‘Que bueno que ahora está en el cielo.’ Porque yo quiero vivir, quiero estar aquí y disfrutar aquí la presencia de Dios.» ¿cuántos hermanitos no prefieren morir porque no aguantan las guerras que día a día libramos? Que son las guerras que todo el mundo pelea, pero sentimos que tenemos un ticket de escape: «Jerusalén, qué bonita eres, calles de oro, mar de cristal.» y es así porque no viven, sobreviven, se arrastran por el día, no hay plenitud, no hay disfrute… quieren ir al cielo.
Hablaremos de cielo en otro momento, pero ¿habrá algo de malo con eso? ¿o simplemente es la sensación de que el Reino de los Cielos «se ha acercado»? ¿de que ya viven en el… cielo?
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