4- Si Amamos A Dios Amamos La Gente

El que se arriesga en vivir para Dios se arriesga a vivir para los demás. Nadie que pretenda vivir para Dios puede pretender que no vivirá para la gente: no puede vivir solo para sí mismo. Quizás pueda disfrutar ciertos momentos de soledad o practicar estar alejado de la gente como una disciplina espiritual. Pero de estos momentos en que está sólo por un tiempo prolongado y que el Señor trabaja en su vida, sale para ser sal y luz a otros que sienten la terrible soledad del mundo a pesar de estar rodeados de… gente.

Dios nos quiere ahí: entre la gente. Y ese es el paso que damos: amamos a Dios, amamos a otros. Encontramos a Dios aquí y es aquí y allá, en dónde estén que encontramos a otros.
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
Bajo Licencia Creative Commons

Foto Cortesía de Thomas Hawk

Usado Con Permiso Bajo Licencia Creative Commons


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