50- No le Digas Qué Creer Sino Cómo Creer

En nuestra manía de hablar pero no de escuchar terminamos imponiendo sobre otros lo que queremos que ellos crean. Resultado: frustración, ira, impotencia, enemistad, y todos sus sinónimos y acompañantes. Ese es un defecto que tenemos, especialmente los cristianos, es la forma en que aprendimos evangelismo. La fórmula: «razones + versos bíblicos = evangelismo efectivo». Recuerdo que tenía una lista:
«En caso de que me diga que está depresivo: tales y tales y tales versos.»
«En caso de muerte de parientes y enojo con Dios: tales y tales y tales versos.»
«En caso de divorcio: tales y tales y tales versos.»

Es como darle una aspirina a alguien o antibióticos o antigripal. «Gripe + Antigripal = Sano» «Dolor de Cabeza + Aspirina = Sano«. El lío es que cuando la gente se sana, no necesita más el antibiótico o la aspirina… ¡Uuuuuuh! No estoy diciendo que eso no funcione, solo nos mantiene «seguros» (a los que predicamos), la seguridad no siempre es buena, y aunque la Palabra de Dios «nunca vuelve vacía», lleva a la gente más a un «intercambio con Dios» que a una «relación con El». Aparte de que nos sentimos de que ellos tienen la «obligación de creer en lo que creemos ¡porque es cierto!«

¿Se aplica solo al evangelismo cristiano? Creo que no, esto se aplica a cualquier cosa que creamos (incluyendo la «Fe Ateísta»), y nos lleva a conversar en un ambiente donde realmente hay tolerancia, donde somos capaces de escuchar a otros y respetar su humanidad, su integridad, cosa que Dios hace. No le digas a la gente QUE TIENE QUE CREER, muéstrale el camino, dile por donde se va y si quieren: irán.


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