82- JEKYLL & HYDE

Mientras conducíamos con el pequeño a dar su primer paseo y probar su primer mofongo (sobrevivió), estuve meditando sobre mi oficio pastoral y la lucha entre lo orgánico e institucional que llevo desde hace años (usando las palabras de Christian Swarch). Lo que tienes que comprometer para poder mantener lo institucional es demasiado, esto incluye gran parte del tiempo de seguimiento pastoral. Si sientes inclinación por el otro lado, se te hace simplemente incómodo dedicarle tiempo a trabajos corporativos: administración de voluntarios, coordinación de actividades, manejo de dinero, procesos legales, etc. Sinceramente, a esta altura de juego creo que es sumamente difícil sostener ambos y tener éxito en eso; o una o la otra, o una con algo mínimo de la otra. . Quizás haya algunos ejemplos por ahí, pero tendrían que demostrármelos en la práctica.

Lo orgánico da miedo, tiene poca estructura, las reuniones estarían a disposición de la disposición (valga la redundancia) de los que forman parte de dicha comunidad. No habría tampoco un formalismo financiero por lo que sería casi imposible pagar a un equipo pastoral de tiempo completo, ni un local. Así que las reuniones estarían limitadas a un espacio hogareño u a otros lugares públicos. A causa de esto, no habría tampoco dinero para equipos de sonido o luces, instrumentos musicales, proyectores o para organizar un concierto de Hillsong en la ciudad (jejejejeje). La presión social es otra cosa: las probabilidades de que un grupo como este sea considerado como una «secta» son de un 80%, lo cuál te aislaría de un gran porcentaje de la comunidad cristiana. Esto llevaría a una presión interna y le agregaría más lucha a tu lucha como creyente, y de los creyentes de la comunidad. Porque, como te diste cuenta es ¡imposible que una congregación existiese sin las cosas que he mencionado!

Claro que lo digo irónicamente. Ninguna de las cosas anteriormente mencionadas son necesarias para la existencia de una comunidad y durante años la iglesia creció de forma increíble sin el uso de ninguna de esas cosas. Muchas de los elementos que utilizamos en nuestros servicios como algunas cosas que creemos «incuestionables» tienen menos de 500 años de uso y eran desconocidos por la iglesia antes de eso. El llamado al altar, interpretación de algunos pasajes, algunas tradiciones que consideramos inamovibles.

No conozco a nadie que haya sobrevivido a lo orgánico por mucho tiempo. Obviamente los hay, simplemente digo: no conozco a nadie. Las personas que he conocido que se han dedicado a esta aventura terminan en el modelo institucional más rápido de lo que piensan, pues el rápido crecimiento en número que muchas de estas comunidades «informales» experimentan los lleva a la única forma que conocen para manejo de comunidades: lo gerencial. Pero lo institucional no es el único peligro que corren estas comunidades que estamos llamando «orgánicas»: en un afán por «ser diferentes» terminan incluso cambiando sus creencias con respecto a la Biblia, su teología se vuelve seca, vacía, o se transforma en una simple crítica literaria. No soy fundamentalista pero tampoco liberal, y creo que caer en esa tendencia teológica es una trampa en la que han caído muchos ya bastante veces, no lleva a ningún lugar.

Como he dicho en otros post, nada de esto es nuevo es una lucha que lleva ya cientos de años y que lo institucional lo ha venido ganando desde Constantino. Ni en la Reforma de Lutero, ni en la reforma Pietista, ni en los grandes «avivamientos» hemos tenido el coraje de deshacernos de ese lastre «que nos asedia».

¿Qué pasará? Hay algunos muy optimistas que piensan que la iglesia «los soltará». Otros nos rascamos la cabeza en el café de la mañana pensando qué carajo tendremos que hacer para que las cosas cambien. Lo que si hace falta es morir al YO. El EGO es el gran socio de la institucionalidad, porque la institucionalidad obedece a personalidades, a nombres, a jerarquías, que son apoyadas en la Palabra (no se en cuáles versículos), aunque sea de forma forzada porque son cosas que las Escrituras no apoyan. Obedece también al ego en el sentido contrario, en los subditos que quieren tener el mejor líder, el edificio más grande, la reunión con más gente, la mejor música, y otras vainas más, como si esos fuesen valores que realmente importaran.

Creo y sostengo que hace falta ser la iglesia, y hasta que no tengamos el valor de hacerlo esto seguirá precisamente igual.


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