SALMO 122. PAZ Y BIEN

Que haya paz en tus murallas;
Que haya seguridad en tus palacios.
Y ahora, por mis hermanos y amigos, dire:
Que hay paz en ti.
Por el templo del Señor nuestro Dios,
procuraré tu bien.

Salmo dedicado a Jerusalén, centro de la espiritualidad de Israel, la ciudad de Dios. El poeta invita al pueblo a orar por la paz y el bienestar, buscar el bienestar de la ciudad.

No es mi caso ni la aplicación para mi vida personal, sin embargo, hay dos grandes principios que se desprenden de este poema y que puedo aplicar y ambos hacen eco en las palabras de Jesús.

El primero es ser un pacificador o buscador de la paz. El propio Jesús, a quien sigo, afirmó que los pacificadores serían reconocidos como hijos de Dios.

El segundo es hacer el bien, que implica buscar activamente el hacer bien a todos aquellos que lo necesitan. En la búsqueda del bien del otro reflejo el carácter de mi Dios que hace bien a todos sin distinción.

Dos aspectos, pues, a cultivar en mi carácter y vida, ser pacificador y buscar el bien de todos.

Un principio

Buscando la paz y haciendo el bien reflejo el carácter de Dios.

Una oración

Por el conocimiento de las buenas noticias en Lituania.


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