ADÁN, MATERIA PRIMA PARA HACER A EVA

Génesis 2:7

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida.

Al soplar Dios su aliento vivificante sobre Adán, dejó de ser simplemente un hombre para entonces convertirse en una criatura hecha por Dios. El hombre es materia prima refinada por el soplo de Dios. Los hombres y las mujeres no somos iguales.

¡Claro que no! Las feministas gritan al unísono: ¡Somos iguales!

Cuando la realidad es que no lo somos, por el contrario, somos muy distintas al varón. Varón y hembra nos creó Dios, yo no me parezco en nada a mi esposo.

¡Gloria a Dios por eso!

Dime una cosa: té una cosa te pareces a tu esposa?

SOMOS DIFERENTES …..¡GLORIA A DIOSI

¡Viva la diferencia! (como dirían en Francia).

La diferencia entre nosotros va más allá de las evidencias que se pueden detectar exteriormente en el área física. Las desigualdades van mucho más allá de las que determinan nuestros órganos reproductivos. No pensamos iguales, ni reaccionamos iguales, ni analizamos las cosas del mismo modo, simplemente somos distintos.

¿No me da usted la razón?

MATERIA PRIMA REFINADA POR EL SOPLO DE DIOS

La mujer no fue formada simplemente del barro de la tierra¡ sino que fue hecha utilizando una materia prima (sacada del hombre¡ Adán) que ya había sido procesada, transformada, refinada y vivificada por el soplo santo del aliento de Dios.

¿No te has preguntado alguna vez, como me lo pregunté yo, por qué Dios no tomó barro para hacer a Eva, la mujer?

¿Por qué Dios, que no hace nada sin una razón específica, simplemente no tomó de la tierra otro puñadito de lodo para hacer de la misma materia prima con la que hizo al varón, a la mujer?

Personalmente opino que Dios, justo y bueno, conociendo que El habría de ordenarle al varón a que amara a su mujer¡ tenía entonces que asegurarse de que en efecto¡ él, Adán el hombre¡ podría amarla, ya que Dios materia prima para hacer a Eva, Dios ya no tuvo que explicarle lo que pasó. Adán entendió e hizo la conexión respondiendo:

«iAhhhhll! Esta sí que es hueso de mi hueso y carne de mi carne.»

Hermano, tu esposa, esa mujer que Dios te dio, ciertamente según el plan original de Dios, sigue siendo carne de tu carne y hueso de tu hueso. Ella es tu esencia, tu sustancia, tu prolongación. Por eso dice la Palabra de Dios:

«Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer [Eva], y serán una sola carne» (Gn.2:24).

Quiero decirte que Dios es el mismo ya que no cambió. y esa verdad, esa realidad, aún está vigente para ti hoy.

Tu mujer, tu esposa es tu prolongación. Tú la puedes amar, en ti está la potencialidad, la capacidad de amarla así, en el entendimiento del plan original de Dios para ti. Así como te amas a ti mismo, así ama a tu mujer, porque ella ciertamente es tu carne.

Lo puedes lograr naturalmente porque tu Eva, tu esposa, sigue siendo de acuerdo al plan santo e inalterable de Dios, tu misma y propia naturaleza.

Por Amber Nogueras


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