Atraídos por el Señor

En la biblia la palabra «saber» significa más que conocer. Implica una relación íntima. No es sólo tener la idea, sino la experiencia vivida de una realidad. Como cuando decimos: conocer la vida, el dolor, la realidad.

Las palabras de una buena persona son valiosas («plata escogida«). Muchos consejos malos valen menos que pocos consejos buenos. Es fácil obtener opiniones de gente que nos dirá solo lo que piensa que nos agradará, pero tal consejo es inservible. En vez de ello, busquemos a los que hablan con la verdad, aun cuando duela. Piense en las personas a las que les pide consejos. Y este era el caso de una mujer que buscaba la sabiduría de Dios.

Cuando la reina de Sabá oyó de la fama de Salomón, por causa del nombre del SEÑOR, vino a probarlo con preguntas difíciles (1Re 10:1).

La reina de Sabá fue a ver por sí misma si todo lo que había escuchado acerca de Salomón era verdad. A menudo se recurría a concursos usando acertijos y proverbios para probar sabiduría. La reina pudo haber usado algunos de estos cuando cuestionó a Salomón. Cuando se dio cuenta de la cantidad de riquezas y sabiduría, «se quedó asombrada«. En otras palabras, ya no disputó más su poder o su sabiduría. Ya no fue más una rival, sino una admiradora. Muy probablemente, muchos reyes y dignatarios extranjeros repitieron su experiencia y honraron a Salomón.

La reina de Sabá vino de un país remoto, al sur de Judea, a oír la sabiduría de un mero hombre, aunque sí era un hombre de talento, y se maravilló de lo que vio y oyó.

En ninguna parte de la Biblia se nos dice que la reina de Sabá fuera una mujer pagana convertida. En realidad, se nos dice bastante para suponer que no se convirtió. Si se hubiera convertido se nos diría que al entrar en Jerusalén se dirigió al Templo para ofrecer sacrificios al Dios de Israel. En los dos puntos que se nos habla de ella, 1ª. Reyes 10 o en 2ª. Crónicas 9 no se dice nada de este hecho. Se nos habla de sus conversaciones con Salomón y de sus visitas a los palacios y la contemplación de sus riquezas… y nada más.

Es verdad que al final de su visita dijo:….Bendito Jehová tu Dios, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel. Pero éstas no son palabras extrañas incluso en la boca de una persona pagana, por el hecho mismo que podía reconocer el Dios de Salomón como uno de tantos. Dice «Jehová tu Dios», lo cual distingue el de Salomón del propio.

En la Escritura todo conocimiento está relacionado con Dios. Así el conocimiento del Señor no tiene medida, es infinito, conoce las cosas.

Mucho tiempo después Jesús dirá:…… La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar (Mt 12: 42).

El Señor no hace más que poner otro ejemplo como el de Nínive, que había de hacer lo mismo, o el de Sodoma y Gomorra, que darían testimonio contra la «presente generación», o sea, que eran superiores a ella. La reina de Sabá era una mujer que se interesaba en las cosas. Sus intereses eran múltiples y variados: joyas, vestidos lujosos, y también el cultivo de la mente.

Había oído que había ascendido al trono de Israel un rey de profunda sabiduría, y grandes riquezas. Quiso conocerle. Ella misma había dedicado tiempo a las ciencias y las artes, hasta el punto que podía tener una profunda conversación con el rey: «le expuso todo lo que tenía en su corazón». Y Salomón le correspondió.

Pensemos en lo que le costó el viaje suyo y de todos sus séquitos, de tierras lejanas. Pensemos en los dones de piedras preciosas, talentos de oro y especias en grandes cantidades. La reina pensó que conocer a Salomón valía todo esto. Oyó al rey, disfrutó de su conversación con él, satisfizo su curiosidad intelectual y su sentido artístico. Pero nada más.

Hoy vemos también muchas jóvenes, especialmente entre las clases pudientes, que sienten deseos de ampliar sus horizontes intelectuales, de alcanzar excelencia en el mundo de las artes, de las ciencias de las letras. Esta es una actividad digna de elogio. No hay por qué pensar que el fregadero, la escoba y las cazuelas son el destino exclusivo de la mujer. Elegir ser mediocre en la vida es una triste elección. Estas muchachas, con estas nobles ambiciones, si hubieran vivido en tiempo de Salomón habrían también emprendido el viaje a Jerusalén para extasiarse en los tesoros para los sentidos y para la mente que había en la corte del rey sabio y en la belleza externa del Templo.

Pero por desgracia, la mayoría de las veces, ocupadas con todos estos oropeles se olvidan de algo:…..He aquí hay uno mayor que Salomón en este lugar. Este les pide no que aprecien la belleza de su palabra y nada más; les pide que le entreguen su corazón y se rindan a su servicio.

¡Cuán afortunados somos que Jesús nos ha revelado con claridad a Dios, su verdad y cómo conocerle!

Por desgracia muy pocas de estas jóvenes de educación esmerada están dispuestas a obedecer este punto. Lo que les interesa es la cultura por amor a la cultura. Pueden incluso considerar que Jesús era mayor que Salomón. Pero no le consideran como Redentor de su pecado y de su culpa.

Desear alejarnos del pecado es el primer paso, pero luego debemos llenar nuestra vida con la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Las personas vacías e inactivas son un fácil blanco de Satanás.

No permita que nada se vuelva más importante que su búsqueda de Dios.

Bendiciones…..


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