Una de las cosas que amo de mi nueva casa es la vista. Vivimos en un valle, así que alrededor de nosotros se levantan cerros, muchos cerros verdosos, por el clima semi tropical.
Cuando estoy cansada, triste, o necesito tiempo fuera. Me asomo por las ventanas o salgo al jardín y contemplo los cerros. Me confortan, sin lugar a duda. Quizá porque me traen a la mente aquel salmo.
“Alzaré mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro?”
Mi socorro viene de Dios, quien hizo los cielos, la tierra y los cerros. Alzo mi vista y me vuelvo a ubicar. Alzo la vista y alabo a Dios. Nada como la naturaleza para inspirarme, motivarme, impulsarme, pues ella me lleva de regreso al Creador.
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