¿Cómo estamos Vestidos?

EdénJosué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel… diciendo: Quitadle esas vestiduras viles… Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.Zacarías 3:3-4.

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En el maravilloso huerto de Edén empezó a reinar un profundo malestar. Dios había prohibido a Adán y Eva comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero ellos habían desobedecido, el pecado había entrado en el mundo y desde entonces se escondían. Temían volver a encontrarse con su creador; habían perdido su inocencia y eran conscientes de su desnudez moral ante el Dios santo. Se hicieron delantales con hojas de higuera procurando esconder su vergüenza. Pero tuvieron que reconocer sus faltas y escuchar la sentencia divina.

Muchas personas los imitan. Se cubren con ropa de moralidad irrisoria, a veces multiplicando buenas obras que les darán una “apariencia de piedad”, pero que no borran el pecado.

Fue necesario que Dios mismo se ocupara de la salvación del hombre. Confeccionó para Adán y Eva ropa con la piel de un animal sacrificado para ello. Es la imagen del sacrificio perfecto de Cristo. “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Por su muerte en la cruz Jesús expió los pecados de todos los que creen en él, de modo que el hombre ahora puede encontrarse con Dios sin temor, tomando como base el sacrificio expiatorio de Cristo.

La pregunta es para cada uno de nosotros: ¿Cómo estoy vestido? “Mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia” (Isaías 61:10). ¿Experimentamos esta alegría?


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