Como un Perro en el Sótano.

La sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo.Hebreos 9:14.

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La mala conciencia es como el perro que encerramos en el sótano porque sus ladridos nos molestan. Pero el animal siempre está listo para subir tan pronto como su dueño deje de vigilarlo.

¿Qué hacer cuando tenemos mala conciencia? ¿Reprimir su voz? No, tengamos cuidado de no llegar a ese estado. ¿Quién fue más severo con el mal que Jesús? Incluso denunció una mirada llena de maldad o una palabra dicha con ligereza. Pero resolvió el problema de la culpabilidad, pues aceptó encargarse del mal que estaba escondido en lo más profundo de nuestro ser. Para ello tuvo que pasar por la angustia del abandono de Dios en la cruz. Él pasó por el sufrimiento para que los que creemos tengamos la paz de la conciencia y el acceso completo al Dios de amor.

También es necesario saber que nuestra conciencia no es una copia perfecta de la voz de Dios. Ella puede acusarnos de acciones sin trascendencia que Dios no considera malas y asimismo no darle importancia a acciones que Dios condena. Vayamos a Dios por medio de la oración, y sobre todo cuando tengamos mala conciencia. Permitámosle que nos sondee por medio de la luz de la Biblia, pues es su Palabra. Dejemos de lado todo lo malo y rechacemos también los bloqueos que nos atormentan sin razón. Él quiere liberarnos del pecado pero también de los escrúpulos malsanos que nos impiden gozar de su salvación y servirle con alegría.


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