«El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: Por no haber confiado en mí, ni haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no serán ustedes los que lleven a esta comunidad a la tierra que les he dado» Números 20:12 (Nueva Versión Internacional)
¡Que terrible las palabras que Dios dijo a sus siervos! El líder, el hombre «más manso sobre la tierra», el libertador, el escogido por Dios para liberar a su pueblo de la esclavitud, no entraría a la tierra prometida ¡que terrible!
Esto me enseña que Dios, que es amor, que es misericordioso, que perdona el pecado y la maldad, también es Santo, santo, santo y justo ¡Nunca esconderá un pecado de sus hijos!
Me llama la atención las primeras palabras «por no haber confiado en mi» ¿Cuántas veces Dios me ha dado promesas, principalmente a través de su palabra, y no le he creído? ¿Cuántas bendiciones he perdido por no haber confiado en Dios? ¿Muchas? ¿Pocas? No lo se, y no creo que valga la pena meditar mucho en esas preguntas, más bien debo pensar ¿voy a creerle a Dios hoy? ¿Voy a creer en sus promesas y en su palabra aún si las circunstancias me indican lo contrario?
La santidad de Dios ¡que atributo tan importante!. Tal vez Moisés y Aarón tenían un grado tal de intimidad con Dios que creyeron que se salvarían si por una vez, por una sóla vez, hacían su voluntad y no la de Dios ¡una sóla vez fue suficiente para perder la tierra prometida! ¿Estoy dispuesto a perder todo lo que anhelo por un momento de rebeldía? ¿Estoy dispuesto a perder todo por un momento de placer?
¡Le pido a Dios que me de las fuerzas para hacer su voluntad, creer en su palabra y reconocer en todo momento su santidad!
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