Cuando el amor se enfría


Leyendo un poco el Gran Libro, me encontré con una frase que me hizo pensar: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).

No puedo negar que la maldad se multiplica alrededor; basta observar las noticias. En mi país, por lo pronto, las cosas no lucen bien. Muertes y más muertes provocadas por esta guerra entre sicarios, cárteles y gobierno. El asesinato a un candidato electoral. Devastaciones por lluvias que muestran la pobreza de un pueblo que gime. Leyes en contra de mandatos expresos de Dios.

Sin embargo, el Gran Libro advierte el peligro. No se enfriará el fervor, ni la asistencia. No se enfriará la esperanza, ni la fe. Aunque asumo que serán consecuencias del primer y más peligroso síntoma: se enfriará el amor.

¿Cómo será esto? La Biblia no lo explica, pero lo imagino porque lo empiezo a ver. Sed de venganza contra los criminales; rencor en contra del gobierno; poca compasión por los vecinos; duda e indiferencia a Dios. Solo me ocupo en lo mío; cada quien por su cada cual. El amor se enfriará. Y quizá las dudas lo provoquen:

Si Dios existe, ¿por qué permite que esto suceda? ¿Dónde está Dios cuando lo necesitamos? ¿Qué de sus promesas?

La advertencia ha sido dada. ¿Caeremos en este peligro? Dice la Biblia: “el amor de muchos se enfriará”. Mi oración es ser de los “pocos”, aquellos que mantendrán la llama del amor ardiendo.


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