Debemos circuncidarnos

«Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezáis más vuestra cerviz» Deuteronomio 10:16

En Israel la circuncisión era la señal de la membresía de un israelita en la comunidad del pacto. Pero la pertenencia al pueblo de Dios no debía reducirse a esa marca exterior “circuncidar el corazón” es ser obediente a la ley, es responder a la voz de Jehová. Como seguidores del Dios supremo y del Señor de la creación, Israel debía circuncidar su corazón y obedecer las leyes y los decretos de Jehová.

Dios mandó que todos los varones israelitas fueran circuncidados, pero quería que fueran más allá de la realización de la cirugía y entendieran su significado. Era necesario que se sometieran a Dios por dentro, en sus corazones, tanto como afuera, en sus cuerpos. Entonces podrían empezar a imitar el amor y la justicia de Dios en sus relaciones con los demás. Si nuestros corazones están en orden con Dios, también lo estarán nuestras relaciones con los demás. Cuando su corazón haya sido limpiado y se haya reconciliado con Dios, comenzará a ver una diferencia en la forma en que trata a los demás.

¡Un corazón incircunciso está cerrado a toda influencia de Dios!


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