Debemos detestar la obra quebrantadura de Satanás

Debemos detestar la obra quebrantadura de Satanás
Cuando Pablo estaba predicando en Macedonia encontró a una muchacha que tenía un espíritu de adivinación. Ella lo seguía y daba grandes voces diciendo: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.» E hizo esto durante muchos días, hasta que Pablo, muy enojado, se volvió y dijo al espíritu: «Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella.» Y el mal espíritu salió en ese mismo momento (véase Hechos 16:16-18). En circunstancias tales, necesitamos tener un aborrecimiento como el que Pablo demostró aquí.
No debemos detestar a los hombres, pero hemos de aborrecer a los espíritus malignos. Pablo, con toda seguridad, abominó al mal espíritu, pero no a la muchacha. El mandó al mal espíritu que saliera de ella, pero al hacerlo, no increpó a la muchacha. Siempre que el diablo quebrante a los hombres, tengamos esta clase de aborrecimiento que tenía Pablo. Si de verdad sabemos cómo trata Satanás de quebrantarnos, hemos de pedir a Dios que nos dé esta clase de aborrecimiento, que consiste en increpar a Satanás y sentirnos airados contra él. Son muchos los que pierden la paciencia con los hombres, y sin embargo, por raro que parezca, no saben descargar su enojo en Satanás. Cuando están molestos o se sienten ofendidos por otros, desahogan la ira en forma escandalosa, y en cambio, no se dan cuenta de cómo el enemigo los está quebrantando. Día tras día Pablo se veía molestado por Satanás, hasta que su exasperación llegó a tal punto que habló para oponerse al espíritu maligno y, entonces, el espíritu salió de la muchacha. Por lo tanto, no nos quedemos siempre callados. Levantemos la voz para resistir y oponernos. Si los hijos de Dios se enojaran y abrieran la boca para oponerse a Satanás, todo marcharía bien. Si los hombres se airasen contra el diablo, habríamos de gritar, ¡Aleluya!, ¡qué magnífico! Pero qué triste es ver que algunos son tan débiles, que permiten que el enemigo los quebrante constantemente. Los hijos de Dios deben estar llenos de enojo contra Satanás y deben aborrecerlo. Si se enojaran contra él y le demostrasen aborrecimiento, dejarían de experimentar el quebrantamiento constante que el enemigo les causa.
A veces, cuando el enemigo está quebrantándonos respondemos con el silencio, lo sobrellevamos con paciencia y sufrimos calladamente, hasta que nos encontramos tan disgustados dentro de nosotros mismos y tan enojados que exclamamos: «¡Me opongo a esto!, ¡no lo toleraré!» Y solamente por decir esto, por habernos enfadado contra él, nos encontramos aliviados y termina el proceso de quebranto. Por lo tanto, los hijos de Dios deben levantarse para rechazar y reprobar al enemigo. Hay quienes no logran aliviarse porque todavía tienen «fuerzas» para aguantar. La persona que sigue soportandole ese continuo desgaste y malestar satánico, y permite que el diablo le acabe las energías, el gozo y la vida espiritual, ¡ha caído en la trampa del enemigo! Tengamos siempre muy claro que no debemos airarnos contra las personas que Satanás usa; al contrario, debemos ser pacientes con ellas, incluso amarlas. Pero debemos oponernos y resistir a la secreta conspiración de Satanás. Si nos oponemos a lo que él hace, pronto estaremos libres.
El poder para resistir al malo nos vendrá si discernimos la presión que nos hace. Hay algunos creyentes que, cuando se sienten manipulados y asaltados, se oponen y resisten al enemigo; y sin embargo no encuentran fuerzas en sí mismos. Esto es porque no se han dado cuenta de la presión de Satanás. Aunque lo resisten, parece que les falta la fuerza para levantar la voz contra el enemigo. El que podamos oponernos a él o no, depende de cuánto lo detestamos. Si no estamos profundamente indignados contra él, las palabras que le dirijamos se desvanecerán en el aire. Pero si estamos realmente exasperados, entonces nos sentiremos airados contra él. Este enojo se convierte en nuestra fuerza. Al abrir entonces nuestra boca, lo hacemos huir.
Esta clase de aborrecimiento es una revelación. Al darnos cuenta de cómo el diablo sigue y sigue quebrantándonos, nos oponemos a él. En el momento que nos damos cuenta de esto, Satanás sabe que su táctica ha sido descubierta y sus esperanzas están perdidas. Que Dios tenga de verdad misericordia de nosotros y permita que podamos reconocer el quebrantamiento que nos causa la obra de Satanás. Veamos claramente que si lo soportamos con paciencia, es seguro que la obra de Satanás continuará; pero si explotamos de indignación, inmediatamente nos dejará solos. Entendamos que todos los medios de resistencia son inútiles, a menos que hablemos alto y claro para oponernos a él; entonces veremos que Satanás se siente forzado a retirarse. Si algún día llegamos a darnos cuenta de lo que Satanás está haciendo, cómo él lo planea todo, nos levantaremos decididamente y declararemos: «¡Lo rechazo!, ¡me opongo a esto!» Y a medida que Dios nos da tal resistencia, el resultado se producirá instantáneamente.
En conclusión debemos leer Efesios 6:13, donde Pablo escribe que «habiendo acabado todo» debemos «estar firmes»; debemos estar firmes y no tolerar que Satanás continúe quebrantándonos. Debemos pedirle al Señor que nos abra los ojos para que veamos qué obra quebrantadura está haciendo Satanás en los hijos de Dios. Ojalá que nos levantemos para resistir y hablar contra el enemigo. Ojalá declaremos atrevidamente: «¡Me resisto, me opongo, no tolero tal quebrantamiento!» Si rechazamos y resistimos cualquier táctica de desgaste que Satanás use contra nosotros, seremos testigos de la salvación del Señor y de la liberación de las estratagemas opresoras de Satanás.
Estas promesas necesitan ser cubiertas por la sangre. ¡Que el Señor nos cubra con su sangre!
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Aguas refrescantes 6 de agosto
Ciertamente el obedecer es mejor qué los sacrifi¬cios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 1 Samuel I5:22.
La mayor demanda de Dios para con el hombre no es llevar la cruz, servirle, presentar sacrificios, o negarse a sí mismo.
Los sacrificios ofrecidos por Saúl son llamados, en el libro de Levítico, ofrendas de olor grato (Lev. 1:9, 13,17). Estos nada tenían que ver con el pecado pues las ofrendas por el pecado nunca se describen como de olor grato para el Señor. Estas ofrendas eran presentadas a Dios para su aceptación y satisfacción. ¿Por qué, entonces, insistió Samuel en que hubiera sido mejor obedecer que ofrecer¬los? La respuesta es que, tal como la historia lo relata, aun en un sacrificio, puede haber un elemento de voluntad propia, y eso jamás podrá honrar y agradar a Dios. Sólo la obediencia le honra en forma absoluta, pues ella cons¬tituye a la voluntad de Dios como su único centro.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
Literatura disponible en:
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