Disfruta Tu Café……

Un grupo de profesionales, todos triunfadores en sus
respectivas carreras, se juntó para visitar a su antiguo profesor.
Pronto la charla derivó en quejas acerca del interminable
«stress» que les producía el trabajo y la vida en general.
El profesor les ofreció café, fue a la cocina y pronto regresó con
una cafetera grande y una selección de tazas de lo más variado:
de porcelana, plástico, vidrio, cristal -unas sencillas y baratas,
otras decoradas, unas caras, otras realmente exquisitas-.
Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran
un poco del café recién preparado.
Cuando lo hubieron hecho, el viejo maestro se aclaró la garganta
y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo:
«Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían
bonitas se terminaron primero y quedaron pocas de las más 
sencillas y baratas: lo que es natural, ya que cada quien 
prefiere lo mejor para sí mismo. Esa es realmente la causa de
muchos de sus problemas relativos al stress».
Continuó: » Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café.
En verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos.
Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente
buscaron las mejores. Después se pusieron a mirar
las tazas de los demás.
Ahora piensen en esto:
La vida es el café. Los trabajos, el dinero, la posición social,
etc… son meras tazas, que l dan forma y soporte a la vida
y el tipo de taza que tengamos no defineni cambia realmente
la calidad de vida que llevamos.
A menudo, por concentrarnos sólo en la taza
dejamos de disfrutar del café».
Lo cierto es que en Cristo la vida cobra, llamémoslo, sabor.
Es el sabor inigualable de la vida espiritual donde 
los verdaderos valores que transcienden a esta vida
hacen que seamos diferentes y enfrentemos las
cosas desde otra perspectiva.
Sólo creo que es un buen momento para detenernos
a considerar lo que Dios nos dio en Cristo
y a no quejarnos tanto por todo lo que nos rodea.
Hagamos que nuestro día a día sea 
diferente dependiendo en el Señor y siendo genuinos.
Y digamos como el apóstol:
¡Gracias a Dios por su don inefable!
                                                              Tomado del Boletín interno de la
                                                                                                               Iglesia Bautista Calvario
                                          

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