Como seres egoístas que somos a causa de la maldición del pecado que mora en nuestros genes, creemos que el mundo gira a nuestro alrededor. Creemos, como los creyentes del primer siglo, que somos el centro del universo. Que estamos aquí y ahora para que nos sirvan. Eso piensan los drogadictos: que todos tenemos la obligación de mantener su vicio. O los alcohólicos: que su familia tiene que mantenerlo con vida para seguir emborrachándose a costa del hambre de sus hijos. De eso estoy hablando… Por lo tanto, creemos equivocadamente que nadie tiene porqué esperar algo de mi… son ellos los que tienen que darme para suplir mis necesidades. Son las mujeres las que tienen la obligación de darme sexo. Lo necesito y lo merezco. Son los honrados lo que deben darme de su dinero. Lo necesito y lo merezco. Es la vida la que tiene que darme oxígeno. Lo necesito y lo merezco. Es mi familia la que tiene que tolerarme. Lo necesito y lo merezco. ¡Qué bonito y fácil! ¿verdad? Cuántas personas se mueven en el mundo bajo esta premisa.
Pero ya va siendo hora de cambiar el paradigma…
Se dice que si usted quiere cambiar el mundo, cambie usted. Si quiere cambiar la sociedad, que cambie la familia. Si quiere buenos ciudadanos, eduque e instruya al niño… Si quiere ir al Cielo, acepte el Sacrificio de Jesús. Es decir, es usted, soy yo quienes debemos empezar a hacer algo para cambiar las cosas… Es usted el que no debe hablar por celular mientras maneja para no seguir dando mal ejemplo. Es usted y soy yo quienes debemos respetar el semáforo cuando está en rojo, no importa si es de noche o día feriado. Somos usted y su servidor quienes debemos respetar la línea peatonal al final de la cuadra.
¿Todo porqué? Porque vivimos en un ecosistema humano. Así como el ecosistema marítimo tiene todo lo necesario para la preservación de la vida marina, así como el jardín de mi casa es un ecosistema para el resto de las plantas que hay sembradas allí, así como el mundo tiene un ecosistema biológico para el buen funcionamiento de sus elementos, así usted y yo somos parte del ecosistema humano… Recuerde y recuerde siempre que somos mensajeros para alguien. Su talento e inspiración están destinados a ser entregados y compartidos. Cuando usted deja proyectos a medio cocinar, está privando a alguien de su Luz. Cuando no hacemos bien nuestra parte, estamos afectando la vida de alguien a nuestro alrededor. Por ejemplo: deje tirada la basura en la acera de su casa en lugar de ponerla en una bolsa en alto, y los perros se encargarán de regarla por toda la calle… usted habrá provocado un daño a sus vecinos. Arranque su carro con el escape abierto a media madrugada y usted le quitará el sueño a sus vecinos… Lo mismo hará cuando llegue tarde a su casa y bocine como que está llegando el rey y le aseguro que muchos de sus vecinos se acordarán de su mamita… Por eso es importante saber conducirse en esta sociedad. No todos lo harán por supuesto, pero si usted y yo empezamos, si nuestros hijos empiezan a ser diferentes, si nuestras esposas empiezan a ser diferentes, poco a poco iremos mejorando nuestro ecosistema vecinal. Posiblemente no cambiaremos el mundo, pero habremos cambiado a treinticinco personas que son las que se mueven a nuestro alrededor, según los entendidos.
Hoy, reviva un proyecto que ha dejado guardado en el cajón. Nunca sabe la vida de quién puede mejorar, o salvar, cuando lo complete. Siembre un árbol. Lea la Biblia. Comparta a Jesús. Bese a sus hijos. Salude a su vecino. Felicite al barrendero de su cuadra por lo que hace. Regálele un pan al que recoge su basura. Saque la ropa que ya no usa y désela al más pobre. Dele una palmada de aliento a quien cuida su vecindario. Regálele una coca al guardia que cuida la puerta de su pasaje. Dígale a un hermano cristiano que lo ama. Regale unas monedas al que pide en la esquina. No se pase el rojo. Dele el paso al peatón, de todas maneras usted va en carro y él a pie… Regálele flores a su esposa.
Hoy, reviva un proyecto que ha dejado guardado en el cajón. Nunca sabe la vida de quién puede mejorar, o salvar, cuando lo complete. Siembre un árbol. Lea la Biblia. Comparta a Jesús. Bese a sus hijos. Salude a su vecino. Felicite al barrendero de su cuadra por lo que hace. Regálele un pan al que recoge su basura. Saque la ropa que ya no usa y désela al más pobre. Dele una palmada de aliento a quien cuida su vecindario. Regálele una coca al guardia que cuida la puerta de su pasaje. Dígale a un hermano cristiano que lo ama. Regale unas monedas al que pide en la esquina. No se pase el rojo. Dele el paso al peatón, de todas maneras usted va en carro y él a pie… Regálele flores a su esposa.
Comparta lo que tiene y su ecosistema se lo agradecerá… y Dios lo verá y le premiará… Se lo aseguro.
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