El abandono.

El abandonoYo soy Dios, el Dios tuyo… Porque mío es el mundo y su plenitud.Salmo 50:7, 12.

Dame, hijo mío, tu corazón.Proverbios 23:26.

» Escuchelo aquí… en su dispositivo Móvil [iPod, iPhone, iPad, Androide ó Celular]

Cierto día un misionero estaba predicando en medio de una tribu indígena. Hablaba de Jesús, el buen Pastor que vino al mundo para buscar y salvar lo que se había perdido. También contaba cómo el Salvador oró en Getsemaní, cómo estuvo expuesto a las burlas, a los malos tratos, y cómo expió nuestros pecados en la cruz, abandonado por Dios.

Entonces un indígena de noble aspecto se acercó al misionero y le preguntó muy emocionado: –¿Jesús también murió por mí, un nativo pobre? Verdad es que no tengo ninguna tierra para dar a Jesús, pero quiero darle mi perro y mi monedero.

El misionero le dijo que el Señor Jesús esperaba de él otra cosa. –Entonces le doy mi perro, mi monedero y mi manta de lana. Soy un hombre pobre y no puedo darle más. Le doy todo lo que tengo.

El predicador le dio la misma respuesta. Entonces el hombre bajó tristemente la cabeza y reflexionó. De repente dirigió una mirada confiada al misionero y le dijo: –Aquí está mi persona entera, ¿la acepta Jesús?

¡Qué alegría para el misionero cuando este hombre fue a los pies de Jesús y entregó su vida a Aquel que lo había amado y se había dado a sí mismo por él!

Jesús es digno de esta entrega total de nosotros mismos. Todo cristiano debería complacerse diciendo a su Señor, como el apóstol Pablo: “Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Síganos en Twitter: @Prtzdvd@Bibliamas@Oradsincesar


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.