Sabiendo que Jesús es poderoso para salvar y que Él es es Salvador del mundo, debemos rendir nuestros corazones a todas sus demandas y palabras.
Conocer la verdad concerniente a Cristo, y reconocer sus demandas como verdad, no nos aprovecha para nada si no le recibimos en nuestro corazón. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).
Es posible reconocer a Cristo como divino y sin embargo rechazarle como Salvador. Podemos reconocer las demandas bíblicas de Jesús sin rendirle nuestro corazón y afecto como nuestro Salvador. La Fe demanda completo rendimiento de nuestra voluntad a lo que reconocemos con nuestra mente, y aceptamos con el corazón como verdad. Le Fe siempre involucra acción. Es el alma que salta hacia Cristo para recibirle, porque cree en Él.
Cuando rehusamos recibir lo que sabemos ha de satisfacer nuestra necesidad, permanecerá fuera de nuestro alcance como inútil. El acto de recibir o no a Cristo como Salvador es asunto de vida o muerte.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (Juan 3:36).
El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (1 Juan 5:12).
Fuente: Escuelas Fuente de Luz
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