EL CAMINO DE LA HUMILDAD


Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera. Sal. 25:9.

Encontraste alguna vez a una persona orgullosa y justa? El orgulloso piensa que todo lo sabe. No acepta consejos. Su vida está tan llena de sí mismo que no hay lugar en ella para Dios. ¿Cómo puede Dios guiar a una persona orgullosa? ¿Y cómo puede ser feliz una persona tal, si la felicidad consiste en andar en los caminos de Dios?

El apóstol San Pedro dijo en cierta ocasión: «… Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere el tiempo».*

¿Cómo exalta Dios a una persona humilde? Mostrándole el camino, hablando a su corazón, conduciéndola por las veredas de la nobleza, enseñándole a reconocer sus errores y a pedir perdón, a ser compasivo, a extender la mano, a dar una segunda oportunidad a quien erró.

El resultado de todo eso es que las personas pasan a admirarlo, a amarlo y a seguirlo. Dios cumplió su promesa de exaltarlo.

La persona orgullosa, decía Benjamín Franklin, almuerza vanidad, y cena desprecio. El orgullo la conduce, tarde o temprano, al terreno de la vergüenza y el fracaso. Vida profesional acabada, amistades rotas. Todo eso es el resultado de no haberse dejado guiar por Dios.

Mariano Aguilo, acostumbraba a decir: «Si el hombre orgulloso supiera cuan ridícula es la imagen que proyecta, hasta por orgullo, aprendería a ser humilde». Pero el orgulloso es incapaz de hacer autocrítica.

La humildad es necesaria para ser justos y tú y yo necesitamos ser justos, como esposos, como padres, como empleados o como empleadores, o simplemente como seres humanos. No es posible hacer a nadie feliz sin humildad.

Según el salmo de hoy, solo es posible ser justos si nos dejamos conducir por Dios. Al fin de cuentas, cuando Jesús estaba en este mundo, dijo: «Aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón».**

¿Hay heridas que tú abriste? ¿Corazones tristes que lastimaste? Aprende de Jesús todos los días y recuerda que él «encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera».

*1 Ped. 5:5,6.

**Mat. 11:29.


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