El corazón tiene orejas

Esta es una publicación de mi esposa Aixa (se pronuncia Aisha) tomada de su blog Corazón a papel. Ella es una mujer alcanzada por Jesús a los 19 años y una excelente predicadora. Sirve junto a mi mamá Elsy liderando a las mujeres de la congregación y en el área de niños que llamamos Zona de Campeones. Es la madre de mis dos bellos hijos y la amo con todo mi corazón. Edifica mi vida con su vida y lo que escribe. Disfrute esta publicación y suscríbase en su blog para recibir cada publicación en su correo electrónico.

Ok. Está bien. Por las últimas publicaciones pareciera que me la paso en hospitales, funerarias y cementerios. A veces, sí. Pero casi no. Supongo que simplemente así es esta vida y tocan “parches” de eso. Pero también voy a piñatas, a baby showers y conciertos alegrísimos. Sin embargo, por ahora, mi tema tiene que ser es el que es. (Esa línea pudiera ser dicha en una película de Tim Burton…)

Presenciar el proceso de papás que pierden hijos es algo que marca. Me he dado cuenta de que estoy muy alerta con lo que dicen y hacen. Es como si poniendo toda mi atención pudiera ayudar mejor, estar allí en verdad. Y en cada ocasión, he grabado lágrimas, actitudes y palabras. Regreso un poco diferente como hija y otro poco como mamá.

La más reciente adición a mi archivo de palabras y lecciones indelebles, fue la pronunciada por un querido amigo, que enterró a su muchacho, luego de varios años de dolores de cabeza, estómago y sobre todo, corazón… al que muchos etiquetaron de “niño problema” -como si fuera su apellido- …y con paz en su voz, este papá contó al pie del ataúd del único al que llamó hijo, que para el último cumpleaños de éste, juntos al comer, le dijo: “Si pudiera regresar el tiempo y escoger a cualquier otro hijo, volvería a escogerte”…

Suspiro… ¡qué poder encierra ese enunciado!  Yo pensé… no hay hijo sobre la tierra que naciera para morir sin escuchar estas palabras (sin importar hijo de quién y cuánta edad tenga hoy). No existe un par de orejas que no mueran de hambre por oír eso, que no las deseen con toda su alma ótica, para pasarlas al cerebro para que las grabe en bold y las subraye, para luego guardarlas en donde pertenecen: el corazón. Ninguno de nosotros nació para andar sin conocer a dónde pertenece. Nacimos para pertenecer a alguien.

Hoy no fui a un funeral. Creo que presencié un nuevo nacimiento. Tuve frente a mí a una mujer joven y preciosa, sin brillo en los ojos porque no sabía que su apetito de pertenencia era de parte de Dios. Me abrió un poco más sus ojos cuando le dije que no estaba loca por envidiar a los que tienen familia para almorzar los domingos o un papá que les ayude con los trabajos de la U, una mamá para discutir de vez en cuando… toda esa pertenencia es idea de Dios! por eso en nuestra casa los “Te amo” van seguidos de “porque sos mi hijo(a)”. Es que saberse amado independientemente del desempeño, desencadena todo tipo de posibilidades… hasta de equivocarse y seguir. Wow. ¡Qué poder!

Este, va para quienes, por “x” o “y”, nunca han escuchado estas palabras de sus papás: (recomendable leerlo en voz alta)

Tu corazón tiene orejas exclusivamente para este día en el que tu Papá Perfecto te abraza y te dice…

“Te he llamado por tu nombre
y tú me perteneces. …yo te amo;
tú vales mucho para mí.
Para salvarte la vida
y para que fueras mío,
tuve que pagar un alto precio.”

Isaías 43:3-4 NVI

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