El Día Más Oscuro

Otro «Mesías» ha sido crucificado, era lo que pensaban los discípulos que habían seguido a Jesús. Esta no era la primera vez (quizás tampoco la «última») en que uno de esos que vivían en Jerusalén había asegurado ser el Mesías, el Salvador de Israel, movido las masas y… tampoco era la primera vez que uno de «esos» era crucificado por los Romanos.

No me malinterpretes, los discípulos querían a Jesús, y quizás sentían en ese momento todo lo que nosotros sentimos cuando perdemos a alguien, peor aún lo tenían que sufrir de lejos para no ser atrapados, peor aún la tristeza de pensar que Jesús los había decepcionado, como alguno de ellos dijeron: «… nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel.» (Lucas 23:21). Mientras los discípulos se recogían, y tristemente volvían a su vida diaria, aquellos que habían seguido a Jesús en lo secreto (como Nicodemo que vino a El de noche por miedo a sus colegas) fueron los que se atrevieron, en plena luz del día a prepararlo y enterrarlo (Juan 20:28-42).

Ese, ese fue el día más oscuro que jamás se vivió en la tierra, y los discípulos lo sentían quizás más que nadie. Pero decepcionados: volvieron a antes, sin saber que el Reino de Jesús «… no consiste en lo que puedes ver.» (Juan 18:36 PAR), y que ese día iniciaba el acto de luz más grande que el mundo haya experimentado… hasta hoy.


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