El mar y Dios

El mar impone, no cabe duda. Dos sentimientos me vienen a la mente.

Miedo. Más que algo paralizante, es una especie de temor reverente. La conciencia de que el mar destruye, cuando quiere. Y que un abrir y cerrar de ojos una ola puede cambiar nuestro destino.
Esperanza. Porque el mar deletrea vida. El agua nos recuerda la importancia de las segundas oportunidades. El mar nos provee alimento y muchos beneficios.
Dios impone, no cabe duda. Pero me acerco a Él con temor reverente, pero también con esperanza. Porque todo aquel que se acerca a Dios, no será defraudado.

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