EL MINISTERIO DEL APOSTOL JUAN EN SU MADUREZ (10ª semana)

EL MINISTERIO DEL APOSTOL JUAN EN SU MADUREZ (10ª semana)
LUNES
Lectura bíblica: Ap 1:1-2
Leer con oración:
«‘Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a Sus siervos los profetas» (Am 3:7).

LA REVELACIÓN DEL SEÑOR ES PARA SUS SIERVOS
El tema general de esta serie del Alimento Diario es «El ministerio del apóstol Juan en Su madurez». Entre los escritos de Juan, está el libro de Apocalipsis, que le fue revelado por un ángel que pronunció las palabras dichas por el Señor Jesús.
Apocalipsis 1:1 dice: «La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan». Este versículo muestra que, cuando Dios quiere revelar algo, Él no lo hace sólo a un individuo, sino a un grupo de personas. Dios quería que todos Sus siervos tuvieran parte en aquella revelación, Él deseaba que todos participaran del mismo ministerio que tuvo Juan, el ministerio del Espíritu y de vida.
El Señor no habló de manera personal y directa con cada uno de Sus siervos, sino por medio de un ángel, que notificó a Su siervo Juan a fin de que este trasmitiera a los demás siervos las cosas que deben suceder. Este hecho nos alienta, pues deja en evidencia que, a partir de ciertos siervos de Dios, otros pueden recibir revelaciones y ministerios.
Punto clave: Dios desea que todos Sus siervos tengan parte en la revelación.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Ha practicado la revelación que el Señor le dio?

MARTES
Lectura bíblica: Jn 21:18-23; 1P 1:22
Leer con oración:
«Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero» (Jn 21:24).
LA INCUMBENCIA o COMISION DEL SEÑOR PARA PEDRO Y JUAN
Dios da mucha importancia a todos nosotros, porque Él desea que, nosotros, Sus siervos, llevemos a cabo el ministerio del Espíritu y de vida, el último ministerio. Sin embargo, para que esto ocurra, necesitamos reaccionar positivamente al llamamiento del Señor, seguirle y servirle.
Juan 21 relata que, después de preguntarle tres veces a Pedro si Lo amaba, el Señor le incumbió o encargo apacentar y pastorear a Sus ovejas y corderos. También le mostró la necesidad de coordinación con los demás. El Señor le dijo eso porque, durante todo el tiempo que estuvieron juntos, Pedro había actuado de manera independiente en varias oportunidades y de diversas maneras, expresando su ego.
Juan 21:18 nos recuerda las palabras que el Señor Jesús le dijo a Pedro: «De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras» .
En aquel momento, el Señor ya era el Espíritu vivificante y moraba en Pedro. Al decide esas palabras, el Señor estaba indicando que Pedro no se sentiría ya muy libre para hacer la obra del Señor como lo hacía antes y que llegaría el momento en que él haría cosas bajo el liderazgo del Espíritu y en coordinación con otros hermanos.
El versículo 19 de Juan 21 continúa: «Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme».
Entonces, Pedro expresó cierta desazón por las palabras del Señor: «Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al Iado de él, y le había dicho: Señor, ¿Quién es el que te ha de entregar?
Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?» (vs. 20,21). El discípulo a quien Pedro se refería era Juan.
Entonces el Señor le respondió: «Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú» (v.22). Por causa de esas palabras del Señor, se extendió entre los hermanos el dicho de que Juan no moriría.
No obstante, Juan mismo explicó: «Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga,’ ¿qué a ti?» (v. 23). En realidad, las palabras del Señor Jesús no querían decir que Juan permanecería vivo hasta Su venida, sino que el ministerio de Juan, el ministerio del Espíritu y de vida, perduraría.
Punto clave: Concluir el ministerio del Espíritu y de vida.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Qué aprendemos en Juan 21:23?


MIERCOLES
Lectura bíblica: Ex 30:30; 1 S 16:13; 2 Co 3:5-6; 1Jn 2:27
Leer con oración:
«Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones» (2 Co 1:21-22).
UNGIDOS PARA DESEMPEÑAR EL MINISTERIO
El Señor entrega un ministerio a cada uno de Sus siervos y les hace exigencias. Es por eso que, en el transcurso del primer tomo de esta serie del Alimento Diario, antes de tratar el ministerio neo-testamentario, hicimos un breve resumen de las experiencias de algunos siervos de Dios que tuvieron un ministerio en un pasado lejano, en la época del Antiguo Testamento. De entre los muchos siervos que el Señor usó como ministros, nosotros escogimos sólo las experiencias relevantes de algunos, para extraer de ellas lecciones de éxitos y fracasos. Así, cuando seamos enviados por Dios para realizar Su obra, estaremos atentos para no cometer los mismos errores que ellos cometieron.
Así, hemos abordado a ocho personajes del Antiguo Testamento: Lucifer, Adán, Abraham, Moisés, Aarón, Josué, Samuel y David, quienes fueron llamados y enviados por Dios para ser Sus siervos. Cada uno de ellos recibió una comisión de Dios, un ministerio. Pero, ninguno de los ocho siervos de Dios tenía el espíritu humano mezclado con el Espíritu divino.
Sin embargo, nosotros que vivimos en la era neo-testamentaria y que creímos en Cristo, no sólo recibimos Su vida y Su Espíritu dentro de nuestro espíritu, sino que también fuimos llamados por Él para ser Sus siervos y cumplir Su comisión. Por eso necesitamos estar dispuestos para llevar a cabo el ministerio que el Señor nos dio, un ministerio que tiene una gran relación con la unción.
En el Antiguo Testamento, cuando se quería comisionar a una persona, Dios la ungía con el aceite de la unción. Por ejemplo, Aarón fue ungido como sumo sacerdote por Moisés (Ex 30:30). También, fue necesario ungir al futuro rey, antes de ejercer su reinado.
Al respecto, el joven David fue ungido por el siervo de Dios, Samuel, antes de convertirse en rey (1 S 16:13).
En el ministerio neo-testamentario, también tenemos la unción, pero ésta ya no es exterior, sino interior, pues es el Espíritu mismo. Dios nos ungió con el Espíritu (2 Co l:21~22). Fuimos ungidos y habilitados por Dios para ser Sus ministros (2 Co 3:5b~6).
En conclusión, existe una gran diferencia entre la unción del Antiguo Testamento y la del Nuevo Testamento: la primera era física y visible, el ungüento de la unción; mientras que la unción que recibimos hoy, es interior e invisible: el Espíritu (1 Jn 2:27).
Punto clave: Dios es quien nos ungió.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Por qué razón vimos estos ocho personajes del Antiguo Testamento y sus respectivos ministerios?

JUEVES
Lectura bíblica: Ex 30:22-24ª; Mr 15:38
Leer con oración:
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne» (He 10:19-20).
LIBRE ACCESO AL LUGAR SANTÍSIMO
Uno de los símbolos usados en la Biblia para representar al Espíritu Santo es el aceite de olivas. El aceite usado en la unción estaba compuesto por aceite y cuatro especias finas.
Éxodo30 describe la composición del aceite de la unción: «Habló más Jehová a Moisés, diciendo: tomarás especias finas: de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, de casia quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin» (Ex 30:22-24).
Conforme a este pasaje, el aceite de la unción estaba compuesto de mirra, canela, cálamo y casia. Estas cuatro especias estaban divididas en tres unidades de peso de quinientos siclos, siendo las dos especias intermedias -canela y cá1amo- las que juntas componían una unidad.
En la Biblia, el número cuatro representa a la criatura, y el tres, al Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Así que, el hecho de que se trate de cuatro especias en tres unidades de medida, indica la mezcla de Dios con el hombre creado.
Además de eso, los cuatro ingredientes eran mezclados en un hin de aceite de olivas, que como ya vimos, representa al Espíritu Santo. Por tanto, el ungüento, no se refiere sólo al Espíritu Santo, sino también al Dios Triuno mismo, que por medio de Su obra se unió al hombre. Además, las dos unidades intermedias, que están divididas en partes iguales, se refieren al Hijo, que por causa de nosotros fue partido en la cruz.
Los números tres y cuatro que están relacionados con el Dios Triuno y la obra del Hijo también pueden ser vistos en otro punto del Antiguo Testamento. En el tabernáculo había cuatro columnas que separaban el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Las cuatro columnas formaban tres entradas, que se refieren al Padre, al Hijo y al Espíritu. También había un velo que estaba colgado en las cuatro columnas. Cuando el Señor Jesús murió, el velo del santuario se rasgó en dos partes, de arriba abajo (Mr 15:38). Por tanto, la muerte del Señor en la cruz nos abrió un nuevo y vivo camino al Lugar Santísimo (He 10:20).
La composición del ungüento de la unción es muy significativa. No sólo nos habla de las especias divididas en tres unidades, sino que también nos muestra la obra del Dios Triuno, realizada por el Hijo, cuyo cuerpo fue partido por nosotros para que podamos entrar en el Lugar Santísimo, para unirnos a Dios y tener comunión con Él.
Punto clave: Dios se mezcló al hombre.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es la finalidad práctica al ver la composición del aceite de la unción?

VIERNES
Lectura bíblica: Ex 34:28,33-35; 2 Co 3:7-18
Leer con oración:
«No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica» (2 Co 3:5-6).
EL MINISTERIO NEOTESTAMENTARIO ES DEL ESPÍRITU
Los ministerios del Antiguo Testamento de los cuales tratamos en mensajes anteriores eran sólo sombras y figuras de la realidad que hoy poseemos: el ministerio del Espíritu y de vida.
El Señor Jesús ya nos abrió un nuevo y vivo camino que nos da acceso al Lugar Santísimo, a la comunión con Dios. Él es el Espíritu, que es la unción interior en nosotros, la cual nos enseña todas las cosas. Por medio de esta unción, somos habilitados para ser ministros de un nuevo pacto, ministros del Espíritu.
Segunda de Corintios 3:5-6 dice: «No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica».
Los versículos 7 y 8 continúan: «Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue de gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?».
Estos versículos comparan los ministerios del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Moisés estuvo en el monte Sinaí y habló con Dios cara a cara durante cuarenta días y cuarenta noches (Ex 34:28). Por permanecer cara a cara con Dios, su rostro reflejaba la gloria divina y resplandecía cuando bajó del monte, por eso, el pueblo tuvo temor y no pudo fijar la vista en él. Pero, con el pasar del tiempo, la gloria se desvanecía del rostro de Moisés y él lo cubría con un velo, para que los hijos de Israel no vieran cómo se desvanecía.
Así era el ministerio del Antiguo Testamento. Sin embargo, el ministerio del Nuevo Testamento ¡es el ministerio del Espíritu y de vida y es mucho más glorioso! El Espíritu hoy está en nuestro espíritu, por tanto, la gloria de este ministerio viene de nuestro interior.
En los versículos 9 y 10 leemos: «Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece».
Hoy, nosotros estamos en el ministerio neo-testamentario, cuyo resplandor proviene de una gloria mucho más excelente que viene de nuestro interior. Por eso debemos permanecer en el espíritu, donde mora el Espíritu, la unción, para tener vida y disfrutar de esa gloria.
Para ser un ministro neo-testamentario, que suministra Espíritu y vida, necesitamos estar en el espíritu. Si alguien vive en sí mismo, en su ego, no recibe la vida que el Espíritu suministra, y así, la vida divina no crece en él y en consecuencia, la gloria de
Dios no se manifiesta en su vida.
En los versículos 12 al 16 leemos:»Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta hoy cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará».
En los dos versículos siguientes leemos: «Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor».
Nosotros miramos la gloria del Señor como en un espejo, pues, al volvemos a Él, el velo nos es quitado.
Cuando vivimos en el Espíritu, la gloria es permanente.
¡Alabado sea el Señór! ¡El ministerio neo-testamentario no es de la letra, sino del Espíritu!
Punto clave: Dios nos habilitó para el ministerio.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Qué significa que el velo es quitado?

SABADO
Lectura bíblica: Gn 6:1-7; Ex 19:8;Jn 5:39-40
Leer con oración:
«Nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo (1 Co 12:3b).
Las palabras que yo he hablado son espíritu y son vida» Jn 6:63b).
EL MINISTERIO DEL ÚLTIMO PERIODO DE DOS MIL AÑOS
Podemos dividir los seis mil años de la historia humana en tres periodos de aproximadamente dos mil años cada uno.
Los primeros dos mil años comenzaron con Adán y duraron más o menos hasta la torre de Babel. Durante ese tiempo el hombre vivió en su carne, cometiendo pecados.
En el segundo periodo de dos mil años, tenemos la historia del pueblo de Israel. Dios usó a Moisés para sacar a Su pueblo de Egipto y lo llevó al monte Sinaí, donde le dio la ley divina. Desde ese entonces, el pueblo de Dios pasó a vivir según su alma, intentando guardar la ley.
Sin embargo, hace cerca de dos mil años atrás, el Señor Jesús nació de una virgen, vivió durante treinta y tres años y medio, fue crucificado, murió, resucitó y llegó a ser el Espíritu vivificante. A partir de allí, comenzó el tercer periodo de dos mil años, en el cual aún estamos. La era actual es la era del espíritu.
Nosotros somos bienaventurados, porque no estamos viviendo en el primer periodo de dos mil años, en el cual existía la libertad de la carne y todos vivían en el pecado. Tampoco vivimos en la era de la ley -la era del alma-. Hoy vivimos en la era del espíritu, por el Espíritu mezclado a nuestro espíritu.
Nosotros, que somos ministros neo-testamentarios, ya fuimos ungidos por Dios y por eso, debemos vivir por el Espíritu, representado por el aceite de la unción. Este Espíritu está dentro de nosotros, en nuestro espíritu. Cuando invocamos el nombre del Señor, entramos en el espíritu. Cuando oramos-leemos la Palabra, disfrutamos de ella y vivimos por el Espíritu.
Recordemos que el ministerio neo-testamentario no es de la letra, sino del Espíritu. Por eso necesitamos leer la Biblia extrayendo vida de ella. Quien sólo escudriña las Escrituras, sin ir al Señor, y piensa que en ellas va a encontrar la vida eterna, termina frustrado Jn 5:39-40). Para obtener la vida eterna, necesitamos ir al Señor, tener comunión con Él, es decir, ejercitar nuestro espíritu.
Como ministros neo-testamentarios necesitamos estar en el Espíritu, porque el Señor Jesús ya se hizo el Espíritu vivificante y hoy mora en nosotros. Si vivimos por el Espíritu, invocando Su nombre, tomando Su Palabra con el Espíritu, obtendremos vida y con ella supliremos a los demás. ¡Aleluya!
Punto clave: Debemos vivir por el Espíritu.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Qué importante lección aprendimos con el último periodo de tiempo de dos mil años?

D0MINGO
Lectura bíblica: Mt 24:6-14; Ap 5:4-5; 6: 1-10
Leer con oración:
«Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra» (Ap 5:9-10).
EL PRIMER MINISTRO NEOTESTAMENTARIO
El capítulo 5 de Apocalipsis menciona un libro sellado con siete sellos. Este libro necesitaba ser abierto, pero no se había hallado a ninguno digno de abrirlo, por eso Juan lloraba mucho (Ap 5:4). En el versículo 5, el apóstol relata: «Y uno de los ancianos me dijo: no llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos». Este es nuestro Señor Jesús.
Continuando con el versículo 6, leemos: «Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra». Jesucristo, el Hijo de Dios, fue el primer ministro neo-testamentario. Él es el León de la tribu de Judá, la raíz de David. Él también es el Cordero, que murió en nuestro lugar para redimirnos. Él derramó Su sangre para purificamos de los pecados y nos abrió el libro con sus siete sellos. Además, Él tiene siete ojos, que son los siete Espíritu de Dios.
Prosiguiendo en los versículos 9 y 10, leemos: «Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra».
El Señor Jesús recibió del Padre el ministerio neo-testamentario, que cumplió derramando Su sangre por nosotros.
En Apocalipsis 6:1~2 vemos: «Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer». A continuación, otros tres sellos fueron abiertos y tres caballos más -uno bermejo, uno negro y uno amarillo- salieron (vs. 1~8).
El primer caballo, el caballo blanco, representa al evangelio. Al comienzo de Su ministerio, el Señor Jesús predicaba: arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado» (Mt 4:17). Por donde quiera que iba, Él predicaba el evangelio del reino (9:35). Al hablar del final de los tiempos, el Señor mencionó que el fin sólo vendrá cuando este evangelio sea predicado en todo el mundo (24:14). Antes de ascender, el Señor envió a Sus discípulos a predicar el evangelio (28:19~20).
El caballo bermejo -color de sangre- representa a la guerra, esto indica que, después de la predicación del evangelio hecha por el Señor, vendrían guerras (24:6).
Después de la apertura del tercer sello, surgió un caballo negro, que representa al hambre (v.7); y el cuarto caballo -el amarillo- representa a la muerte (v. 9). La guerra, el
hambre y la muerte siguen a la predicación del evangelio.
El ministerio neo-testamentario comenzó cuando el Señor fue ungido. Después Que el Señor Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, al salir del agua, el Espíritu Santo descendió sobre Él como paloma. En otras palabras, el Señor fue ungido por el Espíritu
Santo (3:16~17).A partir de entonces se dio inicio al ministerio del Nuevo Testamento. Por medio de Su muerte y resurrección, Cristo venció, y Su sangre fue aplicada a nosotros, que la recibimos. Asimismo, la unción con la cual Él fue ungido también nos ungió.
Por eso nosotros, los ministros neo-testamentarios que, por medio de la fe, fuimos comprados por la sangre del Señor Jesús y ungidos con el Espíritu, recibimos una comisión de parte de Dios. Fuimos constituidos por Él un reino de sacerdotes a fin de que prediquemos el evangelio del reino hoy, para en el futuro reinar sobre la tierra. Que seamos fieles en llevara cabo la comisión que Dios nos dio. ¡Aleluya!
Punto clave: El Señor venció para comprarnos y darnos una comisión.
Su punto clave:
Pregunta: ¿De qué manera el Señor dio inicio a Su ministerio?
Lectura de apoyo:
«Los siete sellos del Apocalipsis» – cap. 3 – Dong Yu Lan.
«La visión del tabernáculo»- cap. 15~ Dong Yu Lan.
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Aguas refrescantes 12 de julio
Este es mi Hijo amado. A él oíd. Marcos 9:7.
Necesitamos el libro de Dios y necesitamos los profetas de Dios. No debemos descartar a Moisés y a Elías, ni lo que ellos representan. Pero la lección de este incidente en el monte de la transfiguración es, sin duda, que ninguno de ellos puede tomar el lugar de la palabra viva de Dios habla¬da a nuestros corazones.
El Reino incluye en su parte positiva un reconocimiento de la autoridad absoluta de Cristo, y en la parte negativa, un repudio de toda autoridad que no reconozca a la suya como la final. Requiere un conocimiento personal de la voluntad de Dios que involucra otras ayudas de origen divino, pero que no son en sí el fin sino un medio. En el Reino hay una sola voz que debe ser oída, aunque hable por distintos medios. El cristianismo no es algo indepen¬diente de hombre y de libros lejos de ello. Sin embargo, lo que vale en el Reino es que el Hijo amado me habla en forma personal y directa, y que personal y directamente, yo le escucho a El;
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
Literatura disponible en:
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