El Profeta 3

Pasaron años, y los profetas que tenían algo que decir habían caído presa de sus vicios, o de las revelaciones de sus oscuros interiores. Uno a uno fueron desapareciendo.
«Su lengua los ha castigado. ¡Lo sabíamos! ¿Cómo puede ser que Dios hable tanto?» Se decían en Twitter, Facebook, en las guaguas y en las calles, la misma gente que se burlaba del profeta que no hablaba.
Silencio.
Entonces, Dios apareció en medio del silencio del profeta callado y en forma de letras le dijo:
«Estas son las palabras que te doy…«
El profeta que no había dicho nada en años, convocó a la gente.
Todos curiosos se amontonaron en la Plaza de la Bandera con el fin de escuchar que tenía que decir.
Silencio.
Entonces, levantó la voz ayudado por modernos equipos de sonido y dijo:
«Esto ha dicho el Señor: Es preciso que hagan silencio para que puedan escucharme.»
Dicho esto, se retiró y nunca más se le vio.
La gente que habla mucho en el pueblo, en los cafés y en medio del vino, decía «Dios lo arrebató.»
Silencio.


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