EL QUE YO BESE…

La Biblia es la historia de dos jardines: el jardín del Edén y el jardín del Getsemaní.
Es la historia de dos montes: El monte Sinaí y el Monte Calvario.
Es la historia de dos pueblos: el pueblo de Israel y el pueblo gentil.
Es el holograma de dos hombres: Adán y Jesús…
Es la historia de dos traidores… Pedro y Judas. Los dos lo traicionaron. Fueron cobardes y traperos. Uno, Pedro, le prometió ir con Él hasta la muerte si era posible, pero a la vuelta de la esquina lo negó. En un intento por querer hacer algo por su fiel Amigo, sacó una espada más roma que una rebanada de pan. Como hacía ya tres años que no cortaba nada con ella el filo se le había acabado y solo sirvió para cercenar una oreja, la que Jesús colocó en su lugar inmediatamente. Luego echó a correr. Corrió porque tuvo miedo de defender a su Maestro. Tanto que cuando una criada lo identificó soltó palabrotas de pescador para negar que le conocía. Jesús lo vio y se puso a llorar… Lloró amargamente. Le dolió su traición. Le dolió su puñalada trapera. No cumplió su promesa y eso le atravesó el corazón como si hubiera sido un hierro candente. Y se escondió. Quizá de él mismo. Creo que esos tres largos y tormentosos días no se atrevió a verse en el espejo para no ver su traidora cara reflejada en el vidrio… Y buscó la oscuridad de la vergüenza para que sus amigos y compañeros de ministerio no le preguntaran lo lógico: ¿Qué te pasó, Pedro…?
El otro amigo que lo traicionó fue Judas. Cuando yo llegue a donde está Jesús creo que le preguntaré qué le dolió más: si la traición de Pedro o la de Judas… Judas anduvo con Él. Recibió privilegios de hacer milagros en Su Nombre. Fue uno de los escogidos. Le tenía tanta confianza que era el que manejaba la chequera. Comió con Él y de Su Mano… Pero eso no bastó para enternecer a nuestro hermano Judas… Porque, queramos o no, Judas es nuestro hermano… Era creación de Dios. Era la imagen de Dios. Tuvo su oportunidad de ir al Paraíso pero no supo aprovecharla, ese es otro cantar. Pero Judas era como usted y como yo. La única diferencia es que nosotros somos de Centroamérica y él era de Quiriot, una aldea de Judea. Por sus venas corría sangre roja… como la de Pedro, como la suya y como la mía… Pero después que Jesús comparte con él el pan, se retira a cumplir su maquiavélico plan…El fin justifica los medios. Lo importante es sacarle jugo a quien al fin y al cabo, se va a morir. Si no me sirve para mis planes personales, no sirve para nada. Al menos ganaré algo para redimir los tres años que anduve con Él… ¿Ve los pensamientos de Judas? ¿Se atreve a ponerse en sus zapatos? ¿Nota que los dos lo traicionaron de noche?
Pedro no besó a Jesús… lloró y pidió perdón. Y lo tuvo. Le dieron otra oportunidad y allí están sus cartas, registradas en la Biblia. Y también está su historia. Una historia de amor, una historia de fracaso pero también de levantarse, sacudirse y continuar el rumbo… La historia de Judas es diferente… Judas no lloró. Hizo algo más vergonzoso… lo besó para señalarlo a sus captores. Y también, como Pedro, corrió, corrió y corrió hasta que le faltaron las fuerzas, pero en lugar de pedir perdón, en lugar de llorar de vergüenza, tomó el camino más fácil: Compró un lazo, buscó un árbol y se ahorcó. Punto.
Si la Biblia se escribiera hoy… sería  la historia de nosotros. Sería nuestra parábola. Lo único que aún quedaría pendiente sería registrar nuestros nombres… ¿Cuál sería el suyo? ¿Cuál sería el mío? ¡No nos apresuremos a responder! Mejor esperemos a estar en el Tribunal de Cristo… mientras tanto, revisemos nuestras acciones. Eso sí… evitemos besarlo en público de día para no avergonzarlo en la oscuridad de nuestras traiciones. ¿Entiende el mensaje?
 

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