• He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad. – Ezequiel 16:49.
• Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. – Filipenses 3:13-14.
» Escuchelo aquí…http://www.devocionalescristianos.org/podcast/get.php?web=podcast-2013-07-11-50825.mp3 en su dispositivo Móvil [iPod, iPhone, iPad, Androide ó Celular]
Maud Fontenoy es la navegante que atravesó sola a remo el Atlántico y el Pacífico. En una entrevista que tuvo lugar en enero de 2006, declaró a un periodista: «En la vida diaria uno no tiene tiempo de hacerse preguntas. No hay nada que nos permita saber si somos realmente felices. Es como en un laberinto… Trato de hacer entender a la gente que vivimos en un mundo en el que cada vez tomamos menos responsabilidades, que la felicidad no es siempre sinónimo de confort y que no se puede comprar en supermercados».
Podemos admirar la hazaña y la valentía de esta navegante que se propuso un objetivo y lo consiguió, a pesar de los esfuerzos y sufrimientos que conllevaba tal decisión. Pero estas reflexiones nos interpelan igualmente en el plano espiritual: Es claro que el confort no es sinónimo de felicidad. La felicidad que se desprende del hecho de conocer a Jesús dura toda la vida y continúa en la eternidad. ¿Usted todavía no conoce a Jesús? Él se revela a quien lo busca con sencillez (Lucas 11:9).
Para el cristiano, el que ya conoce a Jesús como su Salvador, vale este doble consejo: olvidar lo que queda atrás, todo lo que podría privarnos de la revelación de Jesús, y mirar hacia lo que está delante: la persona del Hijo de Dios.
Deja una respuesta